Sevilla

Dulces de convento para la Navidad

El Alcázar de Sevilla acoge la tradicional venta de repostería conventual

Sevillanos y turistas acuden todos los años a comprar los productos de las religiosas
Sevillanos y turistas acuden todos los años a comprar los productos de las religiosaslarazon

El Alcázar de Sevilla acoge la tradicional venta de repostería conventual

Los Reales Alcázares de Sevilla abren sus puertas a una de su tradiciones: la muestra anual de dulces de conventos de clausura de la Archidiócesis de Sevilla, que celebra su trigésimo tercera edición. Se trata de una oportunidad única para conocer y adquirir estos tesoros de la repostería conventual sevillana, con unas recetas que datan de siglos en la mayoría de los casos y para conocer algunas de las estancias del edificio, que este año se celebra en el Salón Gótico.

La iniciativa de reunir una selección de los dulces que elaboran las monjas de clausura de Sevilla surgió en 1985. El Instituto Francés fue el lugar elegido para la edición inaugural de una muestra que ha ido creciendo con el paso de los años y a la que acuden los sevillanos y los turistas. Detrás de esta venta, hay además una buena causa: sensibilizar acerca de la necesidad de ingresos que las religiosas tienen para mantener sus comunidades. Unos ingresos que dependen en muchos casos de la venta de estos pasteles.

Este año participan 20 conventos, ocho de la capital y 12 del resto de la Archidiócesis. Como la tradición no está reñida con la actualidad, hay también dulces adaptados a la población alérgica. En este apartado, este año destacan los dulces sin azúcar de Ntra. Sra. del Socorro y Sta. Clara de Estepa; los dulces sin lactosa de la Purísima Concepción de Utrera, o sin gluten. Entre estos últimos, las populares yemas de San Leandro.

En el término de la Archidiócesis de Sevilla hay 35 conventos de clausura con 523 monjas. Los 20 conventos que exponen sus dulces aportan un total de 270 variedades a la muestra, lo que supone más de 6.000 kilos de dulces que suelen agotarse antes de la fecha oficial de cierre –el día 9–.

En la exposición colaboran más de un centenar de voluntarios que se reparten por comunidades y conventos, y cada noche envían un mensaje a las religiosas con el resumen de la jornada.