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Espadas y la mercantilización del Corpus Christi

Los seises, Santas Justa y Rufina, la representación política y de las hermandades y la Custodia de Juan de Arfe componían un año más un cortejo arropado por miles de personas en su recorrido
Los seises, Santas Justa y Rufina, la representación política y de las hermandades y la Custodia de Juan de Arfe componían un año más un cortejo arropado por miles de personas en su recorridolarazon

El alcalde hispalense se reunirá con el arzobispo para proponerle «dinamizar la fiesta» ante una menor participación, aunque la devoción y el arraigo son incuestionables

En Sevilla todo se mide por las colas, en número y extensión, y por la bulla. El éxito casi de cualquier acontecimiento va ligado al tiempo de espera y a las aglomeraciones. Parece como si el sevillano estuviese habituado a convivir con ellas y no supiera apreciar la solemnidad y el esplendor de sus tradiciones en sí mismas. Pero es justo al contrario. La festividad del Corpus Christi, en uno de esos tres jueves que brillan más que el sol, así lo refleja. Miles de personas madrugan para asistir a la procesión y recordar la «Última Cena» del Señor. Una demostración de fe cuyo cortejo aumenta hasta el punto de hacer necesario que este año arrancara un cuarto de hora antes de lo habitual, a las 8:15, con más de 4.000 personas, principalmente del mundo de las hermandades, aunque también de los sectores eclesiales, sociales, militares y políticos de la capital hispalense. Quizá ayer se notase menor bullicio en las céntricas calles –donde es un hecho que se han reducido el número de altares y los escaparates decorados– del recorrido, pero Sevilla seguía oliendo a romero y sin el calor de otras ocasiones –el Corpus depende de cuándo caiga la Semana Santa y se celebra el jueves después de la Santísima Trinidad, que a su vez es siempre una semana después del domingo de Pentecostés– la ciudad pudo disfrutar de «uno de sus días grandes» sin agobios. Un lujo.

Hablamos de una festividad religiosa auténtica –sólo en otras dos capitales, Granada y Toledo, la celebración alcanza esta dimensión–, una efeméride que recuerda la Eucaristía, en la que «no veneramos una imagen, sino al mismo Jesús», como se encargó de recordar el Arzobispo, monseñor Juan José Asenjo, en la homilía de la misa celebrada al inicio de la pro-cesión, y en la que pedía precisamente que «no dejemos que la perspectiva cultural y el turismo ahoguen o desvirtúen» el culto de adoración al Santísimo Sacramento, «fin primigenio y casi único de nuestra Catedral».

Un mensaje que se separa del discurso mercantilista de Juan Espadas, quien se estrenaba en esta procesión como alcalde. El socialista anunció la solicitud al arzobispo de una reunión «porque sería conveniente analizar cómo dinamizar la fiesta» para «que no se pierda la tradición y se pueda conseguir la media de otros años». Y lo dice un regidor que se estrenó en agosto, el día de la Virgen de los Reyes, patrona de la ciudad, reduciendo la representación de la corporación en los actos religiosos. En esta ocasión se flexibilizó la participación de tres a cinco concejales por cada grupo municipal, aunque obviamente ni Participa Sevilla ni Izquierda Unida, que abogan por un Ayuntamiento laico, participaron en el desfile.

La ceremonia sacra cumplió fielmente el guión. Santa Ángela, Santas Justa y Rufina, Sin Isidoro, San Leandro, San Fernando, la Inmaculada, el Niño Jesús del Sagrario, la Custodia Chica procesionaron junto a la «impresionante» Custodia que en el último cuarto del siglo XVI labrara Juan de Arfe y Villafañe, «una de las más ricas y hermosas de toda la Cristiandad», según Asenjo, quien también tuvo palabras para los cofrades: «El Señor está presente en el mundo de múltiples modos (...) en las reliquias de su paso por la tierra, por ejemplo en el fragmento del ‘lignum crucis’, que conserva el tesoro de nuestra Catedral en un relicario gótico del siglo XIV. Sin embargo, la Eucaristía es mucho más que una reliquia de la vida histórica del Señor. Es incomparablemente más que una talla o un lienzo que lo representa. En la Eucaristía veneramos no una imagen sino al mismo Jesús, vivo, glorioso, resucitado, presente entre nosotros de manera real». Asenjo, además, pidió «más que nunca este Año Jubilar de la Misericordia, signos de misericordia, compasión y solidaridad con los que nada tienen».

Santa Catalina, otro cabo suelto

El alcalde de Sevilla, el socialista Juan Espadas, admitió que la reunión con el Arzobispado no se centraría en un solo tema. De hecho, el regidor aprovechará para consensuar con Juan José Asenjo cuesiones como la rehabilitación de Santa Catalina, un monumento propiedad de la Iglesia. Durante el mandato de Juan Ignacio Zoido, el Ayuntamiento firmó un convenio de colaboración para financiar las obras en sus diferentes fases. Recientemente, el propio arzobispo recordó que la última tiene un coste de 2 millones en la que el Consistorio debía sufragar casi el 50%. Espadas mostró inicialmente poca predisposición.