Exposición

Evanescente belleza oriental

La exposición “Japón. Grabados y objetos de arte” permanece abierta en el Museo Carmen Thyssen de Málaga hasta el 23 de abril

“Komanchi implorando lluvia”, de Utagawa Toyokuni
“Komanchi implorando lluvia”, de Utagawa Toyokunilarazon

Por su exotismo y el ambiente místico que lo envuelve, Japón ejerce una especial fascinación en los europeos desde hace siglos. Hasta finales del siglo XIX, momento en que abrió sus fronteras a los visitantes occidentales, el país estuvo prácticamente aislado del resto del mundo, conservando con celo sus singularidades y tradiciones de las injerencias externas, desde las construcciones y jardines, a la gastronomía, la ceremonia del té o la caligrafía.

En las manifestaciones artísticas japonesas hay una serie de aspectos comunes que definen su personalidad, tales como el refinamiento, la extraordinaria sensibilidad, la variada de sus temas (sin referentes en las costumbres europeas), la importancia de lo espiritual y la mitología o un concepto belleza basado en lo natural. Todo ello está presente en la pequeña exposición que actualmente se exhibe en el malagueño Museo Carmen Thyssen, incluida la vertiente más popular del arte japonés, los grabados ukiyo-e –literalmente, pintura del mundo flotante–, que son además las obras más conocidas por los europeos, gracias a la influencia que ejercieron en el París de finales del siglo XIX (Manet, Toulouse-Lautrec, Degas o Van Gogh).

El rico patrimonio estético creado a lo largo del período Edo (1603-1868) refleja una sociedad entregada al hedonismo y la diversión. En la floreciente metrópoli Edo (actual Tokio), surgió un arte protagonizado por cortesanas (profesionales del placer) de modales exquisitos y buen gusto en el vestir y por los actores de teatro “kabuki”, verdaderos héroes de la cultura popular. Y aquel variopinto y sensual universo atrajo la mirada de una generación irrepetible de artistas: Harunobu, Kunisada, Utamaro, Hokusai, Hiroshige... Autores de unas estampas de calidad, de línea perfecta y composición esmerada, capaces de atrapar la evanescente sensualidad que lo impregnaba todo. Porque las xilografías ukiyo-e, además de expresar aquel fenómeno social tan mundano, revelan un arte en el que sobresale una idealizada belleza femenina, uno de los grandes hitos de la historia del arte tratados al modo del país del sol naciente, es decir, de un modo sencillo y contenido, una alegría sin alharacas ni aspavientos. Deliciosa exposición.