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Garrochistas

La Razón
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Corría el año de 1808 cuando los lanceros de la Baja Andalucía lucharon a caballo contra las tropas francesas. Aquellos garrochistas, de principios del XIX fueron parte fundamental en la histórica batalla de Bailén. Cuadros como el de Sorolla o las pinturas costumbristas de Martínez de León nos muestran a garrochistas encerrando el ganado bravo, acompañados normalmente de una parada de bueyes o cabestros. Posteriormente, los propios ganaderos, vestidos con traje de corto, empezaron a correr el ganado y a derribarlo para comprobar su bravura. De ahí nacieron los tentaderos a campo abierto, una práctica que aún se conserva en ganaderías legendarias como la de Miura. Joselito «El Gallo» y Juan Belmonte fueron toreros muy aficionados a la garrocha. Aquella modalidad antigua se adaptó para realizar concursos de Acoso y Derribo, en una disciplina hípica donde el garrochista, a caballo junto a su amparador, debe conseguir el mayor número de puntos posibles cuando el animal entra en el cuadrilátero. Desde hace casi medio siglo, empiezan a competir los garrochistas en distintos certámenes de nuestra piel de toro, teniendo una importancia especial los que tienen lugar en Sevilla y Jerez. Hace unos días se celebró, en el corredero de Santa Cecilia, en el término de Alcalá de Guadaira, el Campeonato de Andalucía de Acoso y Derribo. Un total de treinta y cuatro colleras participaron, pero fue la formada por Juan Antonio Peña Gómez, amparado por Miguel Ángel Carvajal, montados en los caballos «Berto» y «Ebro», los que consiguieron ganar el campeonato después de hacer el máximo de puntos posibles. Fue el poeta Fernando Villalón quien hizo popular las escenas de garrochistas en sus fotografías, montando al caballo «Gavilucho» y en sus conocidos versos y coplas: «Luces de Sevilla,/ faro de los garrochistas/ que anochecen en la Isla».