RAE

Iros o darse el piro

La Razón
La RazónLa Razón

El Machado bueno («Ah, ¿pero es que don Manuel tiene un hermano que también escribe?», dicen que preguntó el malvado de Borges cuando le preguntaron cuál de los dos hijos de Demófilo le gustaba más) lo puso en voz de la temerosa niña para a que los escolares de cuando entonces, quizá, no se nos olvidase jamás: «Idos, que el cielo os colme de ventura. En nuestro mal, oh Cid, no ganáis nada...». Lo que, versionado por esta RAE hodierna, empeñada en ensuciar y quitar esplendor, resultaría: «Pirarse, killo, y a mí no rayarme». Resulta grave además que ese bendecido empleo ilegítimo del infinitivo como imperativo (iros en el lugar de la forma correcta) desconsidera, ni más ni menos, que la cima de la creación semántica hollada por una de las más señeras artistas del siglo XX español, la atribulada Lola Flores que rogó a la turbamulta en los esponsales de su primogénita: «Si me queréis, irse». Serán capaces, en su insania, de olvidar la inclusión en el próximo Diccionario de los neologismos creados por otro genio, Chiquito de la Calzada, cuya interjección «condemor» y cuyo sustantivo «fistro» fueron hallazgos prodigiosos que no han merecido sino la rácana ignorancia de los filólogos. Si se sabotea a los referentes, ¿qué nos queda? Y mantienen ese monumento a la burricie de tolerar el uso del pronombre «le» para los complementos directos de persona masculino singular, vasalla concesión que se hizo en su momento a la paleta habla madrileñí y que los medios de comunicación han diseminado por todo el país igual que se contagió la gripe española en 1918. Que el Altísimo los castigue con la discografía completa de Pablo Hásel.