Cataluña

Las mareas del cascarón

La Razón
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Este año se cumple una década del inicio de la Gran Recesión, una crisis económica con epicentro en Estados Unidos y que causó el tembleque en cadena de más de medio mundo. La onda expansiva del maremoto financiero ha provocado incontables naufragios. También en la política. Del bipartidismo de los dos grandes partidos se ha pasado, en estos diez años, a la consolidación de cámaras tetrárquicas, con cuatro grupos entonando sus propias melodías. De estos cuatro menos grandes, Podemos es el que mayor número de náufragos recoge en su barcaza, más construida para navegar en diluvios universales que en aguas de amables olas. Por esa afinidad hacia las mares gruesas y a las gigantes marejadas, la rama andaluza de Podemos ha decidido registrar en el Ministerio del Interior el nombre de Marea. Que suba o no, la marea de los votos se entiende, va a depender, en primer lugar, de que alguien del partido dirigido por Teresa Rodríguez se haga responsable del misterioso registro. En la dirección nadie se pronuncia con claridad, el grupo parlamentario no sabe nada y el Partido Comunista de Andalucía, en negociaciones para ser definitivamente empotrado en la patera podemita, no quiere ni oír hablar de la reciente marca, cuya sede figura en la calle Galera (San Fernando). La táctica es clara. Podemos aspira a recoger en sus botes a todos los comunes, mareas, «ahoras» y plataformas pigmeas de España. Y no dudará un instante si, por ello, ha de engullirse las siglas comunistas andaluzas. La vieja izquierda, que era también de leer a los clásicos, sabe que ciertos autores contaban de los pigmeos que eran hombres de corta estatura que construían sus edificaciones con cáscaras de huevo. Y, de la cáscara al cascarón de huevo, sólo median ocurrencias como las de Cataluña.