Sevilla

«Lo que hago hoy quiero cambiarlo mañana»

Taller de bordados de Francisco Carrera Iglesias
Taller de bordados de Francisco Carrera Iglesiaslarazon

Las piezas del bordador Francisco Carrera Iglesias, conquistan a cofradías de Semana Santa y a casas de moda. Asegura que los grandes diseñadores de los años 50 «utilizan técnicas que nosotros usamos en los mantos y palios».

Las manos de un hombre son el mejor reclamo para destacar la calidad de un producto en la era de las impresoras digitales que permiten ya incluso reproducir tejidos y órganos humanos para trasplantes. «Artesanos. El buen hacer español» es un libro-homenaje escrito por Txema Ybarra con fotografías de Pablo Zamora que rescata a una serie de héroes que cada día se meten el taller para lograr piezas únicas con el mismo cariño y tesón que hace siglos. Alfareros, esparteros o guitarreros de paciencia infinita y años de oficio que consiguen que no se pierdan técnicas heredadas de generación en generación. Francisco Carrera Iglesias es uno de ellos y se dedica al bordado artístico para los diseñadores más prestigiosos o para las cofradías de Semana Santa. No hay distingos en un arte propio de Sevilla pero a la vez tan universal como la moda.

–¿El camino que separa un paso de palio de un vestido de alta costura es muy largo?

–Pienso que no, es mucho más corto de lo que la gente cree. Lo que sucede es que la Semana Santa en Andalucía tiene tal fuerza que al final anula cualquier otro fin. Los grandes diseñadores de los años cincuenta del pasado siglo utilizan técnicas que nosotros usamos en los mantos y palios; Gyvenchi usaba en muchos de sus diseños bordados de hojilla. Por eso, los que venimos de la cultura de la Semana Santa vemos que había gente muy avanzada que utilizaba técnicas que nosotros tenemos desde hace siglos.

–Porque al final, la Semana Santa es un asunto absolutamente moderno en realidad.

–Mucho, lo que pasa es que si visitas y viajas a otros sitios lo ves claramente. Hace casi treinta años le hice a Loewe una colección que estaba basada en el bordado en oro nuestro y ellos apostaron por nuestro taller para adaptarlo a la moda. Yo ya había hecho algunas cosas para Victorio&Lucchino, aquello les gustó bastante, y desde entonces estamos trabajando juntos.

–La mano de un hombre siempre es mejor que una máquina.

–Por supuesto, en mi taller se hace lo mismo que hace cinco siglos, no utilizamos máquinas, los bastidores de maderas son los mismos, los materiales se mantienen y yo incluso dibujo sobre papel vegetal que casi no se fabrica. Me gusta mantener lo tradicional del taller, pero eso no significa que no evolucione, porque al final de cuentas todos los que tenemos este conocimiento lo adaptamos a un mercado nuevo, que no es otro que el de la moda. Los talleres de bordado para Semana Santa hacemos cosas maravillosas y obras de arte, pero si quieres una proyección el futuro está en la moda.

–Aunque siempre se mire al pasado, es sorprendente que el bordado sevillano tenga su origen en Bizancio.

–El bordado artístico entra por Bizancio en la época de las cruzadas, cuando los caballeros y nobles traen los tejidos bordados, aunque desde la época de los romanos se borda, pintura de agujas, le llamaban. Tuvimos la capacidad de darle una personalidad propia y hasta el siglo XVII sólo se bordan las ropas litúrgicas y ornamentales de las catedrales e iglesias pero no para las imágenes de Semana Santa.

–¿El cambio a la moda ha sido difícil?

–No y te lo explico. Cuando vas a una pastelería el pastelero conoce las técnicas del chocolate, el limón, de la naranja..., cuando se va a un taller de bordado hay muchas técnicas que se dominan, no sólo en oro, y al final te enriqueces continuamente. Si tienes el conocimiento, la técnica y la inquietud de innovar siempre encuentra resortes para ir un paso más adelante.

–¿Qué le causa más orgullo, ver un bordado en una pasarela o en la Carrera Oficial?

–Me causa el mismo en ambos sitios. En todos te emocionas, porque cuando ves un paso de palio en Semana Santa conlleva una carga emocional y religiosa muy importante, pero cuando ves un trabajo tuyo en Nueva York o París es una satisfacción tremenda porque al final es poner a Sevilla en valor.

–También con los mantones de Manila.

–Con motivo del 125 aniversario le hicimos un mantón de Manila para la exposición que se organizó basado en un pañuelo suyo. Aquello gustó tanto que nos encargaron diez muy exclusivos y la gente se volvió loca. Fue estupendo, estuvimos en Madrid y Barcelona mostrando cómo se hacen y la gente pudo vernos trabajar.

–Ahí es donde se nota el aliento humano de estas cosas.

–Claro, porque sólo estás tú. Siempre digo que comienzo con un papel en blanco, hay días que te cuadra y otros que no, pero todo lo que sale del taller viene de ahí.

–¿Ha cambiado mucho desde que dio la primera puntada?

–Claro, porque pienso que nunca se termina de aprender en la vida, siempre te encuentras con cosas que te sorprenden, porque si piensas que ya lo sabes todo te estancas, sería una desgracia. Por eso me enriquezco todos los días no sólo de lo que hago, sino de lo que veo, de lo que me influye. Ahora miro para atrás y veo que lo de entonces estaba muy bien pero la trayectoria ha ido aumentado y ahora son muchas las casas importantes que nos piden nuevos trabajos. Cuento con la ventaja de que soy una persona inquieta y que lo que hago hoy quiero cambiarlo mañana, eso creo que es bueno en cierta medida.

–En un mundo en el que todo virtual las cosas de verdad se valoran más.

–Hay gente que piensa que este tipo de trabajo no tiene utilidad y la verdad es que hemos mantenido a lo largo de los siglos una técnica que si no fuera así ya se habría perdido. Eso es tal cual, y lo que nos hemos abierto a otros horizontes vemos que en el mundo de la moda ven cómo el artesano puede darle un valor mayor a estas prendas.