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Marta García Aller: «No hay que tenerle miedo a la tecnología»

La periodista publica un manual para saber lo que vendrá y llorar por todo lo que perdimos

Marta García Aller: «No hay que tenerle miedo a la tecnología»
Marta García Aller: «No hay que tenerle miedo a la tecnología»larazon

Publica un manual para saber lo que vendrá y llorar por todo lo que perdimos

«El fin del mundo tal y como lo conocemos» (Planeta) como título de un libro ya produce miedo en el lector antes de pasar la portada. Sabemos que todo está cambiando demasiado rápido pero esperamos al menos poder volver a casa por la tarde y que todo siga igual. Marta García Aller (Madrid, 1980) discrepa de este punto de vista apocalíptico porque defiende que el desarrollo tecnológico hará más felices y longevos a los seres humanos.

–Estoy bastante aterrado con su libro.

–No me digas, pues yo creo que es bastante optimista. No es en absoluto el objetivo que el futuro dé miedo sino todo lo contrario, para que nos adaptemos a lo que viene y vivir mejor.

–Vamos, que no es una Nostradamus del siglo XXI.

–Qué va, si hay muchos avances tecnológicos que dan vértigo y otros que procuran esperanza. Una de las cosas por las que escribí el libro era para que los conozcamos más y sepamos adaptarnos a ellos. La sensación generalizada es que el mundo avanza muy deprisa. Apenas hace diez años que tenemos un smartphone en el bolsillo y eso lo ha cambiado todo. Necesitamos un manual de instrucciones para el futuro. Hay planteamientos que dan un poco de miedo y otros que hay que conocerlos.

–Me acabo de acordar de Georges Perec. ¿El mundo va a ser una casa grande por donde pasen muchas generaciones?

–(Risas) En cierto modo, son cosas que ya están aquí, como los coches sin conductor, pero eso ya está aquí, llegarán a nuestras vidas dentro de poco al igual que los robots. ¿Qué va a ser del mundo del empleo? ¿Cómo serán nuestras relaciones con ellos? ¿Cómo viviremos con las nuevas tecnologías?

–Se me está cortando el cuerpo, de verdad, no siga.

–(Risas) Si es todo lo contrario. La llegada a nuestras vidas de la inteligencia artificial va a suponer una ayuda fantástica para los ancianos. En Japón, por ejemplo, ya se están utilizando para personas dependientes, no sólo físicamente, sino para cosas tan cotidianas como tomarse una pastilla o salir de casa. Hay posibilidades fantásticas para que nos ayuden a vivir mejor o para aplicaciones de medicina. Van a salvar muchas vidas, porque son capaces de analizar datos de manera mucho más eficiente que las personas porque pueden cruzar millones de datos. No hay que tenerle miedo a la tecnología.

–¿Se acuerda de cómo era el mundo hace diez años?

–Claro que me acuerdo y de cuando no tenía móvil. La vida antes y después del Whatsapp ha cambiado radicalmente y no hablemos del mundo antes de Google. En la Universidad, los alumnos a los que doy clase no recuerdan el mundo antes de internet. Es muy interesante ver cómo los lectores más jóvenes me cuentan cómo les fascina ver cómo era el mundo a finales del siglo XX. Les parece sorprendente que tuviéramos que ir a la biblioteca para hacer un trabajo escolar porque en casa no estaba la información que necesitábamos en las enciclopedias o cómo nos relacionábamos. Eso a los jóvenes, que ya son adultos, les llama mucho la atención. El libro es casi un puente entre las generaciones que nacieron antes de internet y las que nacieron con un smartphone debajo del brazo.

–De darte un toque para avisarte de algo a mandarte un «guasap». En esto se nos han ido diez años.

–Claro, es que no tiene nada que ver cómo se forjaban las amistades entonces a cómo se tienen ahora, que todo pasa por las redes sociales. Funcionábamos más en el cara a cara y de vez en cuando nos llamabámos por teléfono, eso ahora ya no es así. Hay muchos expertos en tecnologías, decenas de ellos defienden que nos comunicaremos mediante hologramas en breve. Algo que parece de Star Trek, pero no hay que tenerle miedo sino mucha curiosidad. La tecnología que lo permitirá ya existe pero todavía es demasiado cara para tenerla en casa.

–Predicciones, como la de un profesor de periodismo que le dijo a sus alumnos: «Los americanos han inventado una cosa que se llama internet, pero no hacedle caso que no va a tener éxito ninguno».

–(Silencio) Eso demuestra a los que escribimos e investigamos que las predicciones las carga el diablo.

–Era un visionario.

–Bueno, pero también demuestra que ha habido otras predicciones erróneas. En el libro cuento que hasta la década de los 80 internet era algo militar y sólo para expertos. Las famosas «www» se crean en 1990 y hasta 1993 no se utilizan más que para fines comerciales. Es algo muy reciente. Los primeros navegadores son del año 94 y entonces uno de los expertos del momento aseguraba que nunca se harían compras online y que no se perderían los periódicos de papel porque se quedaría en el ámbito académico. Por eso, en lugar de pensar en cómo será el muno me centro en las cosas que dejaremos atrás, porque eso sí lo tenemos aquí. El futuro ya está aquí.

–¿Cabe la insumisión ante este mundo?

–Pienso que es imposible. Es una lucha casi de Sísifo, intentar luchar contra ella no tiene mucho sentido porque hay que unirse a ella. La tecnología no es ni buena ni mala, sino lo que hagamos con ella, por lo que es mejor conocerla para hacer el bien. Darle la espalda a la tecnología no hará mucho mejor al mundo. En el siglo XIX el ferrocarril cambió el mundo y en el XXI lo hará la inteligencia artificial.