Sevilla

«No se admiten devoluciones»

El PSOE andaluz se enfrenta a una encrucijada: Díaz sale malherida de las primarias, Ciudadanos va al alza electoralmente y los puentes con Podemos están rotos

La Razón
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El PSOE andaluz se enfrenta a una encrucijada: Díaz sale malherida de las primarias, Ciudadanos va al alza electoralmente y los puentes con Podemos están rotos

Susana Díaz tiró la moneda al aire para expandir su mando y ser, como en la novela de Baroja, «César o nada». Ha salido cruz. Todos los trenes que la presidenta de la Junta ha dejado escapar –por mucho tentar el agua– desde el año 2014, cuando la dimisión de Alfredo Pérez Rubalcaba, se han esfumado. Ya no hay ni andén para esperar. La carrera nacional queda parada en seco y, salvo remotas circunstancias, definitivamente. El terremoto de las primarias socialistas del domingo tiene también una fuerte sacudida en Andalucía porque la imagen de Díaz como una máquina de ganar, como una estratega implacable, rodeada de un equipo áulico capaz de llevar al animal político a donde se proponga, se ha achicharrado. La presidenta andaluza está en su propio laberinto. Sólo una nueva victoria puede redimirle. Pero el peligro es que llegaría a las urnas con el cartel de candidata a palos, que opta por Andalucía al fallar en el asalto nacional. Ismael López, el responsable de redes sociales del PP andaluz, ensayó a las pocas horas de conocerse el resultado un lema que va a prender y que la oposición repetirá en lo que reste de legislatura: «En Andalucía no se admiten devoluciones». La reiteración machacona, como la gota malaya, en estos casos acaba haciendo mucho daño.

La baza de Susana Díaz ha sido la victoria. Eso le llevó a desenganchar del gobierno a Izquierda Unida a finales del 2014 y convocar elecciones anticipadas para marzo del año siguiente, cuando aún no habían transcurrido ni dos años desde su primer discurso de investidura, a la que llegó tras una primarias exprés que no pasaron de la ronda de recogida de avales. El pulso interno estaba acelerado por la investigación judicial que rondaba los talones del ex presidente Griñán. Susana Díaz necesitaba ganar para devolver al PSOE a la situación hegemónica de la que quedó desbancado a partir de las elecciones municipales de 2011 y, sobre todo, de las generales de noviembre en las que la victoria arrolladora de Mariano Rajoy supuso la pica en Flandes de los populares andaluces: casi dos millones de votos que trasladados a unas autonómicas hubieran supuesto la primera mayoría absoluta de este partido en la región. El PSOE se asustó. Griñán apaciguó los temblores cortando el paso a Javier Arenas y Díaz devolvió al PSOE al carril de las victorias: primero las europeas, después las municipales, luego las generales y finalmente, en marzo de 2015, las autonómicas: 47 escaños. Al mismo tiempo –ése era el gran objetivo– robusteció su liderazgo para preparar su asalto nacional definitivo tras convertir a Andalucía en una de las pocas islas rojas del sur de Europa.

En base a esta aureola ganadora –fiel testimonio de las urnas, salvo las generales del 26 de junio en las que remontó el PP-A– Susana Díaz ha golpeado sin piedad al contrario. En el Diario de Sesiones del Parlamento se pueden encontrar múltiples ejemplos, pero basta con recurrir al último Pleno. «Lo he visto un poco despistado y, a veces, ni siquiera las ha olido», le espetó al presidente del PP-A. «¿Y por qué le digo esto? porque al final incluso ha tenido que recurrir a Génova para pedirle que le solucione alguno de los líos: Sevilla, Granada, Córdoba, Jaén... Todo eso es fruto de su imponente liderazgo político en el PP andaluz». «Usted no gana elecciones, pero, en cambio, no gana para disgustos entre el ministerio de los líos de Zoido y el cocinero de los congresos provinciales como el señor Arenas, al que, por cierto, al arroz con pato creo que no le invita».

Díaz tiene cita en el Parlamento de Andalucía este jueves. Habrá que ver si sigue encelada en el golpe al mentón o vira hacia una postura más conciliadora. A la que tuvo que recurrir un famoso empresario sevillano que apelando a su amor propio de empresario le negó altivamente el pan y la sal a Manolete: «Me he dejado mi amor propio de empresario en la puerta del hotel», dijo cuando acudió a restablecer las relaciones.

Susana Díaz va a necesitar mucha cintura para capear la lengüeta de año que queda hasta el verano. Tiene por delante el Debate del Estado de la Comunidad al que volvió a comprometerse en el mencionado Pleno parlamentario, amarrar en julio un congreso que puede tener candidato «sanchista» y satisfacer las demandas de Ciudadanos, que ha puesto encima de la mesa una serie de medidas económicas –Ley de Formación Profesional, de Emprendimiento, de Mecenazgo, plan de agroindustria...– que deben estar listas en julio o rompen la baraja. No obstante, la principal tarea de Susana Díaz y su equipo es la de rehabilitar una imagen que ha quedado muy dañada y zafarse –no va a ser fácil– de ese baldón que ya repite el PP-A: «En Andalucía no se admiten devoluciones».

Hay presupuesto aprobado y todo apunta a que la legislatura andaluza seguirá su curso, pero ante unas elecciones, el PSOE se enfrenta a una suma de factores que elevan el peligro y la incertidumbre: un candidato malherido, Ciudadanos con perspectivas electorales al alza y todos los puentes con Podemos rotos. La Fortuna es la diosa más caprichosa del Olimpo: calva y con un pie en una rueda que da muchas vueltas.