Crisis en Podemos

Soberanía un poco nacional

La Razón
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Un diputado nacional de Podemos, andaluz oriundo pero electo por otra circunscripción, lamentaba en la intimidad de un velador la condición abigarrada de su grupo. «Éste es un partido de aluvión en el que lo mismo sale uno con ‘salvemos las ballenas’ que el de enfrente con un proyecto de reforma agraria sacado del baúl de los recuerdos». Se refería, ya con la segunda cerveza en ristre, a la deriva rural que habían tomado los populistas del Sur debido a la fascinación de Teresa Rodríguez por Diego Cañamero, un personaje que ya era atrabiliario en los ochenta y que ahora hiede a producto caducado de la Historia. El parlamentario, de estricta obediencia pablista, advertía además que «tirarán al batasunismo en cuanto puedan, igual que la cabra tira al monte». Dicho y hecho. Fuera de Cataluña, ni siquiera el PNV reconoce la proclamación de la republiqueta, un engendro al que sólo dan carta de naturaleza Bildu y su estrafalaria pandilla confederada: el galleguismo más asilvestrado, algún anarquista harto de absenta y los «anticapis» de Miguel Urbán, eurodiputado que acaudilla la facción preponderante en Podemos Andalucía. «Nihil novum sub sole». Estos cafres, todavía en los años de plomo, no perdían ocasión de arrimarse a cuanto etarra se dejaba caer por estos lares y ahora, engrandecidos por la boutade barcelonesa, anuncian la emancipación definitiva del pueblo andaluz para el 4 de diciembre, efeméride deforme a fuer de manoseada. A ver cómo se sacude Rodríguez tantísima caspa. No, desde luego, con el tímido desmarque que profirió el domingo, suficiente como para encabronar a los radicales, que se lo harán pagar, aunque demasiado feble para resultar creíble. En la soberanía, como en los embarazos, no caben matices ni equidistancias: es o no es.