Valladolid

Los bodegueros apuestan por adaptarse a los nuevos tiempos desde la tradición

Carlos Villar y Pedro Ruiz, entre otros, defienden la calidad para salvar la cultura del vino

Pedro Ruiz y Carlos Villar, de Pago de Carraovejas y Protos, respectivamente, conversan en presencia de Martina Prieto, de Bodegas José Pariente
Pedro Ruiz y Carlos Villar, de Pago de Carraovejas y Protos, respectivamente, conversan en presencia de Martina Prieto, de Bodegas José Parientelarazon

Adaptarse a los nuevos tiempos y a las demandas de los consumidores, pero sin perder la tradición, los valores y la identidad propia.

Esto es lo que defendían ayer algunos de los grandes bodegueros de la Comunidad, como Carlos Villar y Pedro Ruiz, entre otros, que participaban en el curso de verano de la Universidad Europea Miguel de Cervantes de Valladolid (UEMC), sobre «Los mundos del vino».

Cómo atraer a los jóvenes nacidos en este siglo, los conocidos como «millennials», era uno de los temas que estaban encima de la mesa. Y, al respecto, Pedro Ruiz lo tiene claro: «Lo mejor para engancharlos a esta cultura, es elaborando el mejor producto posible». De la misma forma, el director general de Pago de Carraovejas considera a los jóvenes de hoy no les interesa saber cómo se hace el vino, «sino más bien vivirlo y tener experiencias». Educar poco a poco el paladar era otra de las ideas que se lanzaban en el debate.

Lo hacía Martina Prieto Pariente, de Bodega José Pariente, quien defendía también la importancia de facilitar a los jóvenes un producto atractivo, como por ejemplo los frizzantes, como bebida de inicio.

Lenguaje enrevesado

Igualmente, Alberto García, de Bodegas Mauro, advertía del lenguaje tan enrevesado y lleno de tecnicismos que se utiliza en este mundo y que «espanta» a muchos jóvenes consumidores. «Tenemos que buscar que el consumidor opine sin prejuicios y dejarle que se forje un gusto poco a poco».

Al hilo de esto, Belén Sanz, de Dehesa de los Canónigos, hacía hincapié en que el vino es un alimento para disfrutarlo y compartirlo, y llamaba a los jóvenes a que «pierdan el miedo a saber». «Lo que cuenta en un vino es si gusta o no gusta, más que saber explicarlo mejor o peor, apuntaba.

Que a los «millenials» les interesa el vino; llegar a las ciudades con menor tradición vinícola; recuperar la cultura del vino en las casas; huir de los tecnicismos al comunicar; escuchar más las demandas del consumidor; darse cuenta de que el vino es universal y que se puede vender en cualquier sitio; y que en este mundo no todo es márketing, sino que tiene que ser algo pasional, eran otros de los mensajes en los que todos ellos coincidían de cara a los próximos años. Un futuro que, para el director general de Protos pasa por las exportaciones debido al paulatino descenso del consumo de vino en España.

Carlos Villar defendía la imagen de marca como un valor seguro para el consumidor, insistía en que la calidad debe primar sobre la cantidad, y advertía de las modas pasajeras y de algunos proyectos singulares. «Nos preocupa -decía- que en las denominaciones de origen quepa de todo».