Preocupa el aumento del consumo de alcohol y de drogas entre las niñas

El verano es una de las épocas del año en la que más se consume alcohol. Las multitudinarias fiestas patronales o los numerosos festivales de música que se desarrollan a lo largo y ancho del país durante estos meses son momentos en los que el consumo de bebidas alcohólicas se dispara.

Especialmente entre los jóvenes, muchos de ellos menores, y cada vez en mayor medida entre las mujeres. De hecho, el último informe elaborado por la Fundación Aldaba-Proyecto Hombre de Valladolid advierte de que poco a poco se está produciendo una «feminización» en el consumo de alcohol entre las que aún no han cumplido los 18 años, límite legal permitido para consumir bebidas con graduación.

Aunque en relación con los hombres la incidencia entre las chicas es baja y las motivaciones distintas, y, en general, el consumo de alcohol y drogas en menores se ha estabilizado en los últimos tiempos, en esta asociación están preocupados y buscan respuestas a este crecimiento del consumo entre las menores.

De la misma forma, en esta asociación vallisoletana están inquietos por la «baja o nula» percepción del riesgo que tienen los padres en relación a lo que beben sus hijos, y apuntan que tardan al menos dos años en pedir ayuda desde que detectan el problema entre los adolescentes.

Por todo ello, insisten en la necesidad de proteger la salud de los menores en todas las áreas, con especial hincapié en el uso de drogas. ¿Cómo? La Fundación Aldaba-Proyecto Hombre reclama en primer lugar una mayor implicación a las administraciones en el control del cumplimiento de la Ley en lo que respecta a la dispensación y consumo de alcohol entre los menores, así como en el fortalecimiento de espacios de ocio libres de drogas.

También, que no sea tan fácil el hecho de poder acceder a las bebidas alcohólicas, y que se suban los precios de estas en los establecimientos hosteleros y en los supermercados.

Igualmente, los representantes de esta institución vallisoletana consideran que los padres y las familias deben concienciarse de la magnitud del problema y que los padres aumenten el control y la supervisión del comportamiento de sus hijos.