Literatura

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10 razones para amar a Slawomir Mrozek

El Almeria Teatro acoge la obra de teatro del autor polaco «En alta mar», mientras la editorial Acantilado publica sus relatos y novelas

El primer amor de Mrozek fue la ilustración satírica en sus años de periodismo político. Aunque su popularidad le llegó con el teatro.
El primer amor de Mrozek fue la ilustración satírica en sus años de periodismo político. Aunque su popularidad le llegó con el teatro.larazon

«La vida es sencilla, es sólo mi imaginación la que la complica sin necesidad», solía decir el escritor polaco Slawomir Mrozek (1930-2013).

«La vida es sencilla, es sólo mi imaginación la que la complica sin necesidad», solía decir el escritor polaco Slawomir Mrozek (1930-2013). Y tenía razón, salvo por una cosa, sí que hay necesidad. La vida es tan sencilla que, sin imaginación, no tendría ningún sentido. Sería como levantarse por la mañana, ver a un hombre y seguirlo hasta que se muera. Punto. Así de simple y trágico. La imaginación de Mrozek siempre fue un prodigio y vaya si complicó su vida, la suya y la de todos.

El Almeria Teatre acoge ahora el montaje de una de sus grandes piezas teatrales, «En alta mar». La historia narra la relación de tres hombres encerrados en una pequeña balsa después de sobrevivir a un naufragio. Los pobres no tendrán nada que comer para mantenerse con vida y comenzarán una discusión para decidir quién de los tres ha de sacrificarse por los otros y dejarse devorar. Versión sui géneris de «La narración de Arthur Gordon Pym», de Edgar Allan Poe, pero convertido en un hilarante y terrible ejercicio de teatro del absurdo, la obra sirve como un grito de socorro contra el abuso de poder y la incapacidad humana de no traicionarse a sí mismo y a sus creencias para poder subsistir. Quimet Sorio, Carles Bigorra y Gerard Domènech protagonizan la obra dirigida por Lluís Graells que hará las delicias de los amantes de las sátiras punzantes y el humor sin límites.

Una vida ajetreada

Es curioso, pero a quien hay que agradecer la publicación de la mayoría de obras de Mrozek en España es al escritor Quim Monzó. Fue él quien convenció a Jaume Vallcorba para que, primero en Quaderns Crema en catalán y luego en Acantilado empezase a traducir sus geniales libros de relatos y un par de novelas, incluso su propia y deslumbrante autobiografía, «Baltasar», que escribió después de sufrir un ictus que a punto estuvo de dejarle sin habla.

Inquieto por naturaleza, no puede decirse que haya existido un Mrozek. Podría decirse que existieron unos diez y sería igual de cierto. Empezó a estudiar arquitectura, pero se aburrió y lo dejó. Empezó a estudiar Bellas Artes, pero también se aburrió y lo dejó. Empezó a estudiar filosofía oriental, y no se aburrió, sólo se apuntó para no ser alistado en el ejército. Luego empezó a simpatizar con la causa obrera, a ser periodista político, a comenzar a ser ilustrador satírico con extremado éxito hasta que el teatro le enseñó que allí había un vehículo donde dejar suelto su talento y no ganarse mal la vida.

Aunque el gran Mrozek, el décimo Mrozek, es cuando decide empezar a publicar sus historias cortas. Libros como «El elefante», «La vida difícil» o «La vida para principiantes» son maravillas de esa radiografía cotidiana del hobmre rota en pedazos por el absurdo y la tontería. Sólo hay que pensar en «Revolución», cuento de a penas doce líneas en la que resume la historia europea, y la del propio hombre moderno, con la historia de un tipo que no deja de mover sus muebles.