Salvador Dalí

Afinidades electivas

andy warhol consideraba a dalí como una especie de precedente. del pop art

Salvador Dalí y Andy Warhol, que compartieron una de las amistades más insólitas en el arte del siglo XX, se vieron en numerosas ocasiones en Nueva York
Salvador Dalí y Andy Warhol, que compartieron una de las amistades más insólitas en el arte del siglo XX, se vieron en numerosas ocasiones en Nueva Yorklarazon

Un libro explora las amistades y las influencias mutuas entre Salvador Dalí y Andy Warhol aportando nueva documentación sobre el tema

Salvador Dalí y Andy Warhol, con el permiso de Pablo Picasso, están considerados los dos grandes maestros del arte en el siglo XX. Sin embargo, no solamente influyeron en la manera de entender la creación artística sino que, además, fueron amigos y admiraban sus trabajos. Todo eso es lo que se puede encontrar en las páginas de un libro de reciente publicación, aunque todavía sin traducción en nuestro país.

«Salvador Dalí & Andy Warhol. Encounters in New York and BEyond», editado por Schidegger & Spiess, es una detallada investigación firmada por Torsten Otte, casi las bases de lo que debería ser una exposición futura –si es que alguna vez se hace– sobre los dos artistas. Otte parte de una copiosa bibliografías, además de entrevistar a algunos de los testigos de los encuentros y reuniones del maestro surrealista y el genio del Pop Art.

Una de las virtudes del voluminoso ensayo es ver en Dalí a un precedente de lo que sería el Pop Art en la segunda mitad del siglo pasado. En este sentido, no es extraño que a Warhol le fascinara una tela daliniana de 1943 titulada «Poética de Améica (Los atletas cósmicos)» en la que el pintor de Figueres incluye una botella de Coca-Cola, uno de los símbolos dentro del imaginario del estadounidense. No es la única coincidencia temática porque son varias la obsesiones como «La Gioconda» de Leonardo, Marilyn Monroe, Mao Tse-Tung o, incluso, compartiendo una misma modelo como lo fue Madame Schlumberger.

El libro busca incluso el momento del primer encuentro entre Dalí y Warhol, constatando lo difícil que es llegar a una fecha exacta como consecuencia de la disparidad de fuentes. Lo que parece claro es que la responsable de unir a los dos artistas fue Ultra Violet, la que fuera musa warholiana. Nueva York sería el telón de fondo de esta amistad, en espacios como el St. Regis Hotel –la residencia daliniana en la ciudad de los rascacielos– o en los restaurantes Metropolitan Club y Laurent, en ocasiones con la presencia de testigos tan dispares como Alice Cooper o Candice Bergen.

En su investigación, Otte nos aporta testimonios imprescindibles, como el de Louis Markoya quien asegura que «Dalí era muy crítico con el arte de Warhol. No había técnica, no sujeto, y nada que lo atrajera. Dalí sintió que no había nada en el arte de Warhol». Eso sí, lo que le admiraba era «la popularidad y la fama de Warhol». Por su parte, Gerard Malanga, uno de los más próximos colaboradores del artista Pop, apunta que Warhol pensaba que «Dalí fue el primer artista que tuvo la habilidad para hacer contacto con el arte comercial a nivel mundial. La idea de que era tan popular como buen artista, creo, que fue parte de la atracción de Warhol hacia Dalí».

Hay un aspecto también interesante y que Torsten Otte trata de seguir con olfato casi detectivesco. Se trata del seguimiento de aquellos regalos que el ampurdanés regaló a su admirador en Nueva York. Se sabe que, por ejemplo, Warhol poseía varios originales, como cinco de los dibujos que formaban parte de las ilustraciones de «Wine, Women and Words», el libro de memorias de Billy Rose. Se desconoce su actual paradero.