Antes los niños querían perros de verdad

El éxito de «La patrulla canina» se extiende y ha convertido a sus personajes en lo más deseado para los más pequeños.

Quien no tenga hijos, no sabrá qué es «La patrulla canina». Quien los tenga, no sólo lo sabrá, sino que a estas horas por lo menos los tendrá tatuados en la frente. El fenómeno de estos cachorritos, que se han merendado a «Peppa pig», no han dejado de crecer desde su irrupción en la pequeña pantalla a principios de 2014. Están por su tercera temporada, sólo se han emitido 76 episodios, pero no es suficiente, los niños quieren más y más. En este sentido, su éxito es tal, y sus dibujos tan escasos, que el merchandising se ha hecho de oro. «Dejad a los niños que creen sus historias, dadles los juguetes y ya está», parecen decir sus responsables. Su creador, Keith Chapman, autor también del hoy olvidado «Bob, el constructor», le ha tocado la lotería.

En el pasado Sant Jordi, seis de los diez libros más vendidos eran de «La patrulla canina». En las pasadas Navidades, el «Centro de mando» de la patrulla fue el juguete más buscado y la mayoría de lo productos relacionados con la serie se agotaron sin posibilidad de reemplazo. Muchos padres compraban, desesperados, las sobras, como ¡gorros de ducha!, y los niños, tristes, se ponían el gorro e iban a la ducha. Era lo único que querían hacer. «Ya no quieren perros de verdad, sólo estos muñecos», aseguran muchos padres.

La serie está protagonizada por Ryder, un niño de diez años que vive sólo, con la única compañía de seis cachorros. Juntos ayudan a resolver todos los problemas de su ciudad. Cada perrito tiene su característica, como los siete enanitos. Chase es el líder y policía. Marshall, el bombero, es el patoso y divertido. Rubble, el buldog, es el pequeño y comilón. Rocky, que es el que recicla, sólo tiene miedo al agua. Con esa característica, pocos le quieren. Y Zuma, que lleva una lancha y va en el agua. Los niños casi ni lo recuerdan. Y después está Sky, cuya característica es que es la chica, lo que es políticamente horroroso, pero al menos es la que vuela. Los seis han enamorado a todos los niños de preescolar.