Historia

Historia

Cambó, el mecenas de Falla

Una investigación permite conocer las cartas cruzadas entre el autor de «El amor brujo» y el líder de la Lliga Regionalista en Argentina durante el exilio de ambas figuras.

Una imagen de Francesc Cambó en su época como responsable de la Lliga
Una imagen de Francesc Cambó en su época como responsable de la Lligalarazon

Una investigación permite conocer las cartas cruzadas entre el autor de «El amor brujo» y el líder de la Lliga Regionalista en Argentina durante el exilio de ambas figuras.

Tanto dolor causado por la Guerra Civil –donde vio morir a alguno de sus amigos, como a Federico García Lorca–, además de las presiones del franquismo para que apoyara el nuevo régimen, obligaron a Manuel de Falla a tomar la dolorosa decisión de abandonar Granada y exiliarse. Argentina fue el destino del gran compositor a partir de 1939, un período que merece ser estudiado.

Eso es lo que ha estado haciendo el abogado Beltrán Gambier, quien ha logrado obtener nuevos datos de la etapa final en la vida del músico y donde surge también la figura del político Francesc Cambó como mecenas. Gambier, en contacto con la Fundació Institut Cambó, donde se está trabajando en la actualidad en un gran proyecto sobre el epistolario del líder de la Lliga Regionalista, y la Fundación Archivo Manuel de Falla, ha conseguido documentos desconocidos que se reproducen en estas páginas.

Gambier, en declaraciones a LA RAZÓN, explicó que «uno de los exilios que más me sorprende, tras la Guerra Civil Española, es el de Manuel de Falla. Me cuesta imaginar que uno de los más grandes músicos que ha dado España haya tenido que exiliarse en Argentina, concretamente en la ciudad de Alta Gracia, provincia de Córdoba, donde murió en 1946. Su exilio, por lo que parece, fue más por razones morales y de ética que por riesgo de vida. Gracias a la familia Cambó no pasó penurias económicas. Un ejemplo de vida».

Las cartas de Falla a Cambó demuestran que eso fue así. El político, en sus dietarios, recuerda las visitas a Falla en Alta Gracia: «Yo contaba con que los meses de invierno me permitirían tener largas conversaciones con el maestro Falla. Hasta me había hecho la ilusión de ejercer sobre él una afectuosa tiranía que se tradujera en un adelanto considerable en el poema dramático “La Atlántida” en el que trabaja desde hace ya doce años... con un gran peligro de que muera sin terminarlo».

Cambó es el hombre en la sombra que decide ayudar al autor de «El amor brujo», en ocasiones sin que Falla lo sepa. Uno de los objetivos es que el músico viva bien y sin preocupaciones. El otro es que pueda concluir, de una vez por todas, «La Atlántida», el poema sinfónico inspirado en los versos de Verdaguer. Pero Falla en Argentina es un hombre frágil, herido de muerte por todo lo padecido en la guerra. Aún así quedaba la esperanza y Cambó no la perdió.

Por ejemplo, por el epistolario cruzado sabemos que Cambó es el responsable de localizar la que sería la última residencia argentina de Falla, el chalet Los Espinillos. Eso es lo que podemos constatar en una carta del político del 15 de septiembre de 1942:

«Mi querido amigo: Al regresar a Buenos Aires he podido entrevistarme con la propietaria de la villa de Alta Gracia, que usted visitó. Todo queda resuelto según sus deseos: el arriendo se reduce a dos mil pesos y se le harán los arreglos que usted pidió. Le escribirá el Administrador para que usted se traslade a la villa cuando bien le plazca. En el campo de golf no se utiliza ni radio ni altavoces, de manera que puede usted estar tranquilo. Celebraré que se traslade pronto y que la nueva casa sea favorable a su salud y a su labor. A mí ha de proporcionarme, en el próximo invierno, el placer de verle de vez en cuando. Mis saludos a su hermana y a usted un afectuoso abrazo de su amigo, F. Cambó».

Falla, tan necesitado de un espacio tranquilo en el que poder trabajar, contesta entusiasmado a Cambó: «Mi querido amigo: (...) Mucho agradeceré a Vd. me diga qué hay del asunto del chalet, pues estamos decididos a cambiar de residencia lo antes posible para evitar el daño que me hace el calor en esta casa que habitamos y no encontrar aquí ninguna otra que pueda convenirnos. He pensado por consiguiente que, de no existir el temor de radio y altavoces en el campo de golf de Alta Gracia (según decía a Vd. en mi última), y de poder conseguir una rebaja en el precio de alquiler del chalet, lo arrendaríamos por un año, yéndonos al Sierras Hotel a fines de la próxima semana mientras se hicieran en el chalet las reparaciones y pequeñas mejoras ya convenidas. Es más: si a causa de los gastos que ellas supongan, la rebaja en cuestión no fuera posible, estaría dispuesto en último caso a aceptar el precio por el primer año, siempre que para los sucesivos (de convenirnos seguir en el chalet) obtuviéramos la prudente rebaja que ahora deseábamos. Mucho celebraremos que su salud sea buena. La mía ha sufrido en el fuerte calor de la última semana: de ahí nuestro deseo de salir de aquí cuanto antes».

El nombre de Cambó también está detrás de las gestiones realizadas con el duque de Alba en Londres para arreglar la situación de los derechos de autor de Falla. El compositor lo sabe y así lo comunica al político el 11 de enero de 1943: «Con mucho retraso me ha llegado una carta del Duque de Alba. Nuestro excelente amigo, después de referirse a su gestión –tan bondadosa!– cerca de los Chester y de confirmar lo que nos dijo en su cablegrama, añade textualmente: “En esa casa distan mucho de ser amables, y casi puedo decir que son desagradables”. (Y yo añado: ¿qué hay que esperar de gentes que así se comportan con personalidad de tal prestigio en Inglaterra?) Después me dice, refiriéndose a mi carta (y aunque yo para nada le hablaba de propósitos de pleitear con Chester): “Con los elementos que Vd. me ha dado no tengo medio de exigirles nada, ni creo que haya materia para entablar un pleito, cosa que nunca recomendaría a usted”.