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Colau cumple un año en la alcaldía inmersa en su peor crisis

La Razón
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La alcaldesa rechaza los disturbios pero buscará un nuevo local a los «okupas» desalojados

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, cumplió ayer un año en el cargo y se le comienzan a acumular los problemas. Ha conseguido solventar, aparentemente, el conflicto laboral en el metro al tiempo que se enquista el top manta y se agrava hasta extremos impensables su relación con la Guardia Urbana. Para colmo, Colau ha tenido esta semana su primer altercado con los «okupas», precisamente el mismo colectivo que hizo tambalearse al gobierno del ex alcalde Xavier Trias. Hasta el punto, tal y como explicó la propia alcaldesa, que Trias decidió pagarles el alquiler del Banco Expropiado, local que los Mossos desalojaron el miércoles, durante 2015 para garantizarse la paz social. Colau, por lo tanto, sopla las velas frente a su peor crisis desde que llegó a la alcaldía.

El fin de semana pasado trascendía que el concejal y teniente de alcalde Jaume Asens había llamado a los abogados de la Guardia Urbana para impedir que estos pidieran prisión para el mantero que agredió a un agente. Como era de esperar, esta información sublevó a la oposición y a la propia Guardia Urbana, que no se abstuvo de denunciar la situación en público y frente a la alcaldesa el mismo día que presentaban el nuevo plan director de la policía municipal. Colau intentó capear el temporal como pudo y lo justificó señalando que «podía haber algunos prejuicios mutuos, pero ha pasado un año de aprendizaje». Las explicaciones, sin embargo, no resultaron del todo convincentes. Hasta el punto de que el principal sindicato de la Guardia Urbana está planteándose algún tipo de protesta. Y eso era el lunes.

Apenas 24 horas más tarde, el martes, se desató la enésima batalla campal por las calles de Barcelona. Los Mossos tenían que desalojar el popular Banco Expropiado de Gràcia. Les costó mucho más de lo previsto, ya que dos de los okupas se habían parapetado en la caja fuerte de la antigua sucursal. Por la noche, la manifestación derivó, como de costumbre, en graves disturbios.

Colau aseveró que los vecinos del barrio «no se merecen todas estos destrozos». Y detalló cómo el Ayuntamiento había intentado mediar e incluso se ofreció a buscarles un nuevo local. Pero nada, los okupas rechazaron cualquier intento de mediación. La alcaldesa Colau explicó que no entiende que desde el colectivo se apunte el Ayuntamiento como culpable del desalojo, ya que la orden la dieron los juzgados respondiendo a la demanda de la propiedad del local, y fue ejecutada por los Mossos.

El episodio ha dejado muy señalado a Xavier Trias. Al fin y al cabo, pagó un alquiler a los okupas de 5.500 euros al mes durante un año. Hasta que llegó Colau y decidió destinar ese dinero a otros menesteres. Trias tuvo que salir ayer al paso de las críticas y señaló que pagaron el alquiler para ganar tiempo y poder negociar. «Queríamos buscar un acuerdo, siempre teniendo en cuenta que el trato con los okupas es difícil», apuntó el ex alcalde. «Nos dimos un margen de tiempo para poder negociar una solución para la finca okupada por unas personas queridas por una parte del vecindario», añadió. Y, para intentar escurrir el bulto, aseguró que le extrañaba que durante el último año, Colau no hubiese hecho nada.

El PSC, de perfil

Y todo esto llega a apenas unas horas de que el PSC entre a formar parte del gobierno de Ada Colau. Entre hoy y mañana se formalizará el acuerdo. Por lo que a nadie extraña que el presidente de los socialistas en el Ayuntamiento haya preferido ponerse de perfil en las últimas polémicas. A falta de que el presidente de los socialistas, Jaume Collboni, se pronuncie sobre los disturbios de Gràcia, sobre la polémica con Asens aseguró que «creo en la alcaldesa cuando dice que no ha habido coacciones de Jaume Asens a la abogada del agente de la guardia urbana herido».