Cataluña

Colau no batalla con el Govern para lograr el apoyo de ERC

Ayuntamiento y Generalitat sellan acuerdos para impulsar el ramal de la L9 del Metro en la Zona Franca y la unión de los tranvías. Se comprometen a un «frente común» ante Fomento

La alcaldesa de Barcelona se reunió durante dos horas con el presidente de la Generalitat en un clima total de cooperación
La alcaldesa de Barcelona se reunió durante dos horas con el presidente de la Generalitat en un clima total de cooperaciónlarazon

Ada Colau siempre ha dicho que su referencia como alcalde es Pasqual Maragall, pero lo cierto es que el alcalde olímpico se ganó a pulso la fama de convertir el Ayuntamiento de Barcelona en un contrapoder de la Generalitat. La alcaldesa no va precisamente por el mismo camino. Al fin y al cabo, Colau gobierna en minoría la capital catalana, mientras que Maragall disfrutó de sólidas mayorías absolutas durante años. En este contexto de debilidades y de búsqueda de apoyos (en particular del respaldo de ERC) hay que interpretar la reunión que ayer mantuvo la alcaldesa de Barcelona con el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont. La entrevista se alargó más de dos horas y se zanjó con un amplio paquete de iniciativas compartidas, sin apenas rastro de discrepancias.

Hubo acuerdo, por ejemplo, para impulsar el ramal de la L9 del Metro que debe conducir el suburbano desde el Gornal a la Zona Franca (la L10), aunque no se conocen los detalles de la inversión. Se sabe, en cambio, quién se encargará de negociarla por parte de la Generalitat (la administración que tiene la competencia del Metro). Será el vicepresidente económico y líder de ERC, Oriol Junqueras, quien podría facilitar, de paso, las negociaciones para que su hombre en el Ayuntamiento, Alfred Bosch, dé apoyo a los presupuestos municipales de Colau.

La predisposición del Ayuntamiento a colaborar con la Generalitat (gobernada por CDC y ERC) es tanta que el espinoso tema de la deuda que la administración autonómica con el gobierno de Barcelona pareció reducirse a un conflicto de esos que se soluciona tomando un café. «La Generalitat dice que la deuda es de 95 millones. Nuestros cálculos son 109. Hablamos de unos 100 millones, lo solucionaremos», explicó la alcaldesa.

No se aclaró el importe de la inversión que será necesaria para construir la L10 del Metro (anunciada sorpresivamente por el conseller Josep Rull hace dos días con el propósito de capitalizar la buena noticia), pero Colau dio una pista. «Si es por mí, podemos corresponsabilizarnos al 50 por ciento», dijo la alcaldesa, a quien no le importa estudiar la manera de cómo resarcir al Ayuntamiento de este desembolso que no le pertoca. «Es tiempo de cooperación», zanjó.

También hubo acuerdo para firmar un protocolo que permita impulsar la unión del TRAMbesòs y del TRAMbaix, uno de los proyectos estrellas del gobierno de Barcelona en Comú.

Los acuerdos en materia de infraestructuras se culminaron con una guinda muy típica de la política catalana: un frente común para la unidad de acción ante Ministerio de Fomento, a quien se reclamará la reactivación de las obras de La Sagrera y el traspaso de Cercanías.

¿Y qué obtuvo el Govern en cambio? No sólo dinero para realizar la L10 que permitirá llevar en metro a 3.000 funcionarios a las nuevas dependencias de la Zona Franca, sino también la complicidad de Colau con el proceso constituyente. «Barcelona, como capital, nunca fallará a Cataluña. Si hay debates constituyentes, allí estaremos», dijo la alcaldesa.

«Ha sido más sumisa con la Generalitat de lo que fue Trias», consideró el líder municipal del PP, Alberto Fernández.