Literatura

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Cuando un libro te salva la vida

En «Connerland», Laura Fernández nos presenta al escritor fantasma más genial de la historia

Laura Fernández
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En «Connerland», Laura Fernández nos presenta al escritor fantasma más genial de la historia.

Que levante la mano quien tenga una novela que le haya marcado de forma tan profunda que se ha convertido en algo así como tu mejor amigo. Que levante la mano quien devolvería la vida al escritor que la creó, si está muerto, ya mismo y le haría escribir escenas nuevas. Que levante la mano quien crea que la «vida real» es un oxímoron, es decir, no hay nada real en la vida, con lo que lo único que queda es inventársela cuanto más fantástica e hioperbólica mejor. ¿Alguien? La escritora Laura Fernández no tiene tres manos, pero las ha levantado las tres veces. Sólo hay que leer «Connerland» (Random House) para ver que la ficción por fin tiene el héroe que necesita para acabar con las falacias de la llamada vida real. ¿Vivimos en la era de la posverdad? ¡¡Ya era hora!!

Después de «La chica zombie», «Bienvenidos a Welcome» o «Wendolin Kramer», Fernández regresa con su obra más ambiciosa, una carta de amor a todos esos escritores que la historia o el canon pueden haber olvidado, pero que sólo necesitan de un lector para regresar a la vida como titanes. «Es un homenaje al acto de escribir, a esos escritores sin lectores, y sobre todo a la capacidad redentora de la lectura», señala Fernández.

La historia es sencilla, el escritor de ciencia ficción Voss Van Conner muere electrocutado en la bañera pero, tras pasar por una especie de sala de espera celestial, tendrá la oportunidad de volver a la tierra como un fantasma. El problema es que sólo podrá verla Miranda, una joven azafata que tendrá que convertirse en su representante en la tierra a pesar de la incredulidad de todos. En vida, el autor escribió 117 novelas, pero no tuvo lectores. Sin embargo, en su regreso, se convertirá en pocos segundos en el genio más admirado del mundo, cumpliendo el sueño húmedo de todos los escritores. Incluso se empezará a hablar de crear un parque de atracciones, habitado por todos los personajes que creó, con el nombre de «Connerland». «Parece que hay prejuicios entre los autores populares y los aplaudidos por la crítica. Aquí nos encontramos a los dos y vemos que no hay razón real para separarlos, al menos para los lectores. Lo demás sólo es el juego de envidias que domina a los escritores desde que el tiempo es tiempo», asegura Fernández.

El libro consigue recrear un mundo alternativo lleno de luces de neón, gestos hiperbólicos y emoción salvaje, en el que se habla de la muerte, de la capacidad de vencerla y en la necedad del ser humano por esa búsqueda de inmortalidad que sólo es hacer vivir a los demás para siempre. «Esoty convencida que la ficción tiene tanta o más importancia que la vida real. Que todo es caos y sinsentido hasta que viene alguien y lo cuenta y a partir de allí crea una historia. ¿Es esta historia falsa? No, por supuesto. Lo contrario de ficción no es realidad, es caos», afirma la escritora.

Fernández, fiel a su estilo, sigue apoyando la narración en frases directas, humor absurdo, repetición lírica, onomatopeyas y signos. Además, está plagada de referencias de cultura pop, así como oscuras anotaciones a viejos libros y autores de ciencia ficción. Quien quiera jugar, puede intentar adivinar de dónde salen los nombres de los personajes, los mundos inventados, las empresas, porque aquí todo tiene nombre, todo es referencial, como Molly Jensen. ¿Alguien la recuerda? Pues sí, es la protagonista de «Ghost», la entonces joven e inocente Demi Moore. «No veo diferencias entre la literatura fantástica y la realista. Ambas se nutren de lo que tienes alrededor, sólo lo que la primera te permite ir un poquito más lejos», dice. Siempre hay que ir más lejos, siempre