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Divulgando el arte

Un libro recoge las mejores conferencias de Kenneth Clark

Clark fue director de la National Gallery entre 1934 y 1946
Clark fue director de la National Gallery entre 1934 y 1946larazon

Un libro recoge las mejores conferencias de Kenneth Clark.

Kenneth Clark es uno de los grandes maestros de la historia del arte. Sus monografías sobre el desnudo y el paisaje como tema artístico o Leonardo da Vinci son ya clásicos que siguen ganando adeptos. La capacidad de Clark para divulgar, para permitir que el recién llegado a este terreno quede prendado sigue siendo hoy tan eficiente como hace cuarenta o cincuenta años, cuando publicó algunos de sus textos más conocidos y fue el responsable de la serie «Civilisation: A Personal View» para la BBC. Por eso, la aparición de un nuevo libro de ensayos de Clark es una muy buena noticia.

Elba Editorial acaba de publicar «Momentos de visión», un abanico de pequeños ensayos en los que Kenneth Clark demuestra su erudición en distintas temáticas artísticas. Es un buen resumen de medio siglo dedicado a una pasión y saber comunicarla, conferencias en las que trabajó cuidando todos los detalles. En el delicioso prólogo a este libro, firmado por Clara Pastor, se reproducen algunos fragmentos de las cartas del crítico y profesor británico donde se aprecia su determinación a ser riguroso en el encargo de dictar una conferencia. Por ejemplo, a su maestro Bernard Berenson le escribe diciendo que «es el tipo de tarea que sólo puede acometer o el completo ignorante o el muy erudito, y las posibilidades de que llegue a convertirme en uno de los segundos son muy escasas».

Nada de improvisar

En el prefacio de «Momentos de visión», el mismo Clark reconoce que no es capaz de improvisar, por lo que «he tenido que escribir todas estas charlas por extenso, de modo que representan una parte desproporcionada de mis escritos. Aunque es evidente que se trata de piezas de circunstancias, a veces contienen observaciones e ideas que pueden ser de interés para el público en general, por lo que he incluido algunos de esos textos en el presente libro».

Y en este camino encontramos las observaciones de quien fue director de la National Gallery de Londres respecto a la iconofobia, la relación del arte y la sociedad, la historia y la crítica de arte vistas como literatura, o una aproximación a la producción escrita del maestro Bernard Berenson.

En estos textos, Clark nos va aportando sus apreciaciones sobre pintores, algo así como pequeñas perlas en las que vamos encontrando sus impresiones sobre pintores. Por ejemplo, de Van Gogh nos apunta que su mirada «era tan ardiente que “no encontraba superficie donde dar reposo a su energía”, y su silla familiar se convierte en una especie de símbolo religioso de su credo rústico, vital, incómodo e imposible de contradecir». De Cézanne nos declara que puede que «convierta una pera en algo tan grandioso como un capitel románico, pero no nos habla con una voz misteriosa y apremiante».

Una mención aparte la merece Bernard Berenson, el gran maestro de Clark, alguien que durante casi medio siglo «supo que era un personaje de leyenda. Su constitución frágil, sus hermosos ojos, su cortesía ligeramente afectada y el tono de infalibilidad con el que se pronunciaba en su siempre infatigable conversación hacían que resultara muy difícil que ese exquisito hechicero no nos engatusaba, sino que había contribuido de forma trascendental a mejorar nuestro conocimiento y comprensión del arte».

Porque Kenneth Clark es un amante de su oficio, es alguien a quien le gusta comunicar su entusiasmo ante el hecho artístico, ante la capacidad de un autor para entusiasmar al lector ante una pintura o una escultura. En una de sus conferencias, recuerda a Walter Pater y su evocación de «La Mona Lisa» de Leonardo. De ese textos recuerda «el cúmulo de asociaciones de imágenes que lleva a cabo Pater –las rocas, el vampiro, el buceador en las profundidades marinas, el sonido de las liras y flautas– puede parecer forzado, y nadie creerá que Leonardo pensara en todo eso al pintor, pero para los lectores del siglo XIX, con la cabeza amueblada con mobiliario complejo y ricamente adornado, plasmaba de forma extraordinaria la misteriosa energía del cuadro original».

Este maestro también nos da las claves que se necesitan para ser un buen historiador y crítico de arte. Sus consejos son una maravilla, como cuando expone que «no sólo tiene que ser sensible a las obras de arte, sino ávido de saborearlas. Los críticos con acidez de estómago, aunque puedan gozar de cierto éxito, no pasan a la posteridad».

«Momentos de visión» es una buena oportunidad para aprender lo que es amar el arte.

«Momentos de visión»

Kenneth Clark

Elba

272 págs.

19,90 euros