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«El cava no es sólo para el brindis del postre»

Mar Raventós, presidenta del grupo Codorniu desde 1998

Mar Raventós
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El Grupo Codorniu es la empresa familiar más antigua de todo el país, con fechas que llegan a 1551, lo que es de por sí extraordinario. Desde 1659 los Raventós se han encargado de llevar esta firma de cava al infinito y más allá.

El Grupo Codorniu es la empresa familiar más antigua de todo el país, con fechas que llegan a 1551, lo que es de por sí extraordinario. Desde 1659 los Raventós se han encargado de llevar esta firma de cava al infinito y más allá. Desde el ya lejano 1998, Mar Raventós preside el grupo con ideas claras. A su cargo, más de un millar de empleados y el orgullo de una marca que no deja de crecer. Madre de seis hijos, a ella ya la bautizaron con cava nada más nacer.

-El cava ha pasado por unos años complicados. ¿En la actualidad goza de buena salud?

-Goza de buena salud. Yo creo que todos los sectores han pasado por unos momentos complicados, pero nosotros apostamos por tirar para adelante y, sobre todo. tirando de un segmento cada vez más alto, porque la gente muchas veces no valora bien lo que es el producto cava. No le da el valor que realmente tiene y el trabajo que hay detrás

-¿Cuál es ese valor?

-Nosotros hemos apostado siempre por tener nuestras propias tierras para poder hacer todas las cosas necesarias para que realmente salga un buen producto, porque cuando hay una buena materia prima es cuando realmente sale un buen producto. Lo que nos diferencia es que todos los experimentos los puedes hacer en el campo y eso hace un producto diferente, porque la calidad que puedes hacer en el campo es muy diferente a cualquier otro producto y la investigación, la viticultura, es un arma muy importante.

-Entre los objetivos de Codorniu, figura el tratar de conquistar a los jóvenes. ¿Hasta ahora se habían resistido?

-Apostamos por encontrar más momentos en los que se puede consumir cava; no es sólo para el brindis del postre, sino que hay muchos momentos muy adecuados para tomar cava. También apostamos por los jóvenes, porque realmente no son muy adictos al cava y, como son tan amantes de los cócteles, pues hemos creado el Dulce Anna, que se toman en una copa valón, con hielo y zumo y pensamos que es una buena manera de entrar a la juventud. También los Frizz, que son 5.5, bajos en alcohol, son otra manera de llegar a los jóvenes

-Pero, ¿por qué cree que los jóvenes se resisten al cava?

-Es difícil saberlo y nosotros más que preguntarnos la razón, decimos: «¿Cómo podemos llegar a ellos?». En toda estrategia te tienes que adelantar y decidir cómo lo vas a hacer para conseguir que ellos, los jóvenes, se entusiasmen.

-Como decía usted, de cara a la nueva campaña que acaban de lanzar, insisten en la idea de que el cava no es sólo un producto para consumir en Navidad

-Por eso el slogan de la campaña es ‘Algo maravilloso va a pasar’. Todo el mundo habla de momentos, y yo creo que los preparativos también son importantes porque los disfrutas hasta llegar el momento, como cuando preparas una boda. En Codorniu hemos querido hacer un poco eso, empezar antes la campaña para decir: «Me voy a preparar para cuando llegue el momento». O cuando encuentres una botella de cava en la nevera te preguntes qué va a pasar. Se trata de no hablar tanto del momento, sino anticiparse.

-¿La pugna por hacerse con el mercado entre el cava y el champagne es de tú a tú?

-Es que son productos distintos. De hecho, nosotros distribuimos un champagne. Son tierras distintas y crecen en sitios distintos, con un clima distinto... y eso hace que sean dos productos distintos y la gente tiene que elegir lo que le gusta. Por eso a mí me gustan mucho las catas a ciegas porque muchas veces tenemos en la mente como estereotipos y hay que quitárselos un poco y decidir realmente qué es lo que te gusta más, sin prejuicios.

-¿Cómo ha afectado a Codorniu el debate soberanista?

-Cuando tuvimos la filoxera, que fue terrible, eso realmente nos afectó, porque era en el campo. Pero los procesos políticos que haya, no es que no te afecten, te afectan pero como no puedes hacer nada por cambiarlos, creo que nuestra política es hacer el mejor producto y ser innovadores para que el consumidor aprecie aquello. Nos enfocamos en eso, aunque es cierto que todo afecta.

-¿Se ha perdido artesanía en el proceso de elaboración?

-Hoy en día la artesanía consiste en tener los mejores medios para que tu producto esté mejor tratado y eso muchas veces lo puede hacer una gran compañía y una pequeña compañía no lo puede hacer, porque no tiene esos medios. Creo que nosotros hacemos artesanía en viticultura porque los medios que tenemos para tener la agricultura que tenemos, sostenible y ecológica, realmente son medios tecnológicos con los que mejoras mucho la producción de esa calidad de uva que necesitamos. En bodegas también. Tenemos la suerte de tener 10 bodegas y una de ellas en Argentina, por lo que tenemos una vendimia cada seis meses por el cambio de huso horario, así que todas las técnicas que nosotros implantamos aquí, en España o California, luego pasan a Argentina al cabo de seis meses, se implementan y los resultados vuelven otra vez a España y a Estados Unidos, California. Entonces, el cambio en algunas técnicas en viticultura es más rápido que en otras compañías que sólo tienen una vendimia al año.

-Usted preside una gran compañía pero además es esposa y madre de familia. ¿Es posible la conciliación familiar?

-Todo sueño, toda ilusión es posible. ¿Y cómo lo haces? Pues fallando algunas veces en la empresa y fallando otras en la familia, no hay más remedio. Lo que intentas es tener ese equilibrio y, sobre todo, no darte pena. Haces lo que puedes y lo haces bien y si fallas, tampoco pasa nada. Hoy en día parece que tenemos que ser súper heroínas, pero somos normales.

-¿El hecho de que usted, mujer, sea la presidenta ha hecho que la empresa sea más sensible con el género femenino?

-Siempre ha sido así. Ya mi abuela, que fue la primera presidenta de Codorniu, era mujer y llevaba las riendas de la compañía y eso fue a principios del anterior siglo. Codorniu siempre ha sido una compañía que ha valorado mucho el trabajo de la mujer. Nos sale de nosotros mismos ser una empresa humana. Cuanto mejor trates a los empleados, más van a dar de sí.

-Usted forma parte de la 15ª generación al frente de Codorniu, la empresa familiar española más antigua. ¿Cuál es el secreto para no romper la cadena familiar?

-Hay unos valores que los hemos vivido desde siempre, que son los valores que nosotros llamamos CEPA: Confianza y Calidad, Esfuerzo, Pasión y Apertura. El hacer las cosas bien hechas, el adelantarse a los problemas y el consenso hacen que funcione. La clave ha sido un poco las ganas de seguir siendo una empresa familiar y apostar por el consenso

-¿Qué le parece el que se haya puesto de moda que gente con dinero compre bodegas o tenga su propia marca de vino o cava?

Por un lado me encanta que a la gente le guste tanto el vino y que su hobby sea ese, me parece fenomenal. Por otra parte, te da pena porque una cosa es elaborar, producir, y otra es vender.