Centro de Arte Reina Sofía

El Dalí que le gustaba a Pla

«Carreta fantasma» era una de las piezas más importantes del Dalí surrealista de los años treinta que hasta ahora permanecía en manos privadas.
«Carreta fantasma» era una de las piezas más importantes del Dalí surrealista de los años treinta que hasta ahora permanecía en manos privadas.larazon

Bajo el título de «Carreta fantasma» se encuentra una de las piezas más interesantes de Salvador Dalí que hasta ahora se encontraba en manos privadas. La composición, pintada por el pintor surrealista en 1933, en una de sus mejores etapas creativas, ha sido adquirida por la Fundació Gala-Salvador Dalí después de que se haya podido contemplarse en las recientes exposiciones antológicas celebradas en el Centro Pompidou de París y el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid.

La institución daliniana explicó ayer, durante la presentación del cuadro, que ha sido comprado a un coleccionista privado, si bien no se ha querido hacer público ni su nombre, ni la cantidad pagada por esta pintura que también ha podido verse durante un tiempo en la Universidad de Yale. Durante mucho tiempo, el cuadro fue propiedad del artista inglés Edward James, uno de los mecenas del joven Dalí. James financió algunos de los primeros e impactantes proyectos de Dalí en el mercado internacional y fue un personaje de gran influencia en la vida del pintor. El poeta Federico García Lorca, cuando lo conoció en 1935, no dudó en bautizarlo divertidamente como «el poeta colibrí».

Esta pequeña composición, 16 por 20,3 centímetros, fue realizada en el momento en el que Dalí estaba totalmente integrado en el grupo surrealista dirigido por André Breton. Pero, como haría en muchas ocasiones, partió de lo ultralocal –un carruaje–para llegar a lo universal. La tartana parece confundirse con el horizonte, en uno de los agudos juegos de imágenes dobles que tanto destacan en el imaginario daliniano. Quien supo ver toda esta intención fue uno de los camaradas del artista: Josep Pla.

El escritor de Palafrugell consideraba que «Carreta fantasma» era la mejor entre la producción daliniana, como se lo reiteró en varias ocasiones a su amigo Enrique Sabater, secretario personal del artista surrealista. La introducción en el óleo del carruaje, tan ligado a la vida rural en la comarca del Empordà, hizo que Pla definiera a Dalí, medio en broma y medio en serio, como «el rey de las tartanas». Y en efecto, así lo demuestra también la presencia de esta carreta en la vida cotidiana del artista, convirtiéndose, por ejemplo, en el vehículo que su musa Gala empleó para llegar a Púbol en el día de su inauguración.

El detalle fue muy del agrado del padre de los relojes blandos que no dudó en incorporar la carreta cada vez que quería hacer referencia al autor de «El carrer estret» y «Un senyor de Barcelona». El mejor ejemplo de todo ello lo encontramos en el volumen«Obres de Museu», el libro de bibliófilo en el que trabajaron conjuntamente durante la segunda mitad de los años 70 y que vio la luz en 1979. En algunas composiciones realizadas para el libro, Dalí traza una tartana como la del óleo de 1933. Así lo vemos en el grabado «Josep Pla caminando» o en los dibujos «Newton en Púbol», «Castillo de Púbol» y, sobre todo, «Retrato de Josep Pla, todos ellos realizados entre 1977 y 1979.

Por otra parte, la llegada de este cuadro a la colección permanente del Teatro-Museo Salvador Dalí de Figueres es el primer acto de un año importante para este centro que cumplirá cuatro décadas de actividad y difusión de la obra del artista.