Exposición

El primer esplendor de Carlos III

Una muestra en el Archivo de la Corona de Aragon rememora el itinerario mediterráneo del rey ilustrado.

Las mazas que el Ayuntamiento de Barcelona realizó al monarca son una de las piezas más sorprendentes de una exposición que incluye códices de la Catedral de Barcelona o diferentes óleos.
Las mazas que el Ayuntamiento de Barcelona realizó al monarca son una de las piezas más sorprendentes de una exposición que incluye códices de la Catedral de Barcelona o diferentes óleos.larazon

Una muestra en el Archivo de la Corona de Aragon rememora el itinerario mediterráneo del rey ilustrado.

Carlos III ha vuelto a entrar en Barcelona, como lo hiciera en 1731 y 1759, pero esta vez en forma de exposición que puede verse estos días en el Archivo de la Corona de Aragón. “Carlos de Borbón. De Barcelona a Nápoles” es una muestra organizada por la Orden Constantiniana de San Jorge y cuenta con el comisariado de Daniel Aznar. Para poder construir la etapa mediterránea de Carlos III se cuenta con piezas procedentes de colecciones privadas, así como del Museo del Prado, Patrimonio Nacional, la Biblioteca Nacional o el Palau de la Generalitat. Pinturas, grabados, esculturas o condecoraciones sirven para narrar uno de los episodios más interesantes de la historia del siglo XVIII, un recorrido profundamente documentado y que permite construir un retrato del personaje antes de ser rey de España.

El futuro Carlos III fue el cuarto hijo varón del monarca Felipe V y de la reina Isabel Farnesio, segunda esposa del rey. Su juventud prefigura la que será una de las más fascinantes personalidades de la Ilustración, un perfil heroico acentuado por sus victorias militares y por su labor de gobierno donde incorpora la noción moderna de las políticas de bienestar social. La muestra se abre con la imagen del infante Carlos de Borbón y Farnesio por Jean Ranc, un retrato que formo parte de la galería familiar de los Borbones en el el palacio de La Granja, con la particularidad de que luce la Cruz de Gran Maestre de la Orden Constantiniana, una distinción que lo identificaba como Primogénito Farnesiano. Precisamente el collar y la placa como Gran Maestre de la Angélica Sacra y Militar Orden Constantiniana de San Jorge están también en la exposición por cortesía de la Real Casa de las Dos Sicilias.

Una vez muerto el último de los Farnesio, el joven Carlos viajó hasta Italia, pasando por Francia y bordeando la costa mediterránea. La exposición intenta recrear lo que el infante ve en su camino gracias a esculturas, estampas y dibujos, como una imagen de la Ciutadella de Barcelona -dada la fascinación de su padre Felipe V por la arquitectura militar- o una estatua ecuestre de su bisabuelo Luis XIV de Francia en Monrpellier. Carlos es un hombre culto, quien llega a practicar el grabado, como lo demuestra una estampa procedente del Archivo General de Simancas y que realizó en Nápoles.

En otro ámbito podemos ver la edad heroica del rey ilustrado, entre 1734 y 1759. Es en 1734 cuando la corte española emprende la conquista de los reinos de Nápoles y Sicilia, que habían sido perdidos durante la Guerra de Sucesión. En este sentido, Don Carlos se pone a la cabeza de las operaciones militares para este cometido. Los triunfos hacen que sea finalmente coronado como rey de las Dos Sicilias y Jerusalem. Es un periodo de esplendor como se ejemplifica con las piezas expuestas, muchas de ellas procedentes de la colección particular de Don Pedro de Borbón-Dos Sicilias, duque de Calabria. Entre ellas destaca el mosaico de “San Pedro llorando”, un regalo del Papa Benedicto XIV a los reyes Carlos de Borbón y María Amalia de Sajonia tras el nacimiento del Infante Don Fernando de Borbón, más tarde Fernando IV de las Dos Sicilias.

El recorrido concluye con los lazos con Barcelona, evocando su llegada como rey de España, ciudad en la que el soberano quiso iniciar su reinado. De esta manera podemos ver, por ejemplo, el códice de la Catedral de Barcelona y que contiene el juramento del rey como canónico honorario, así como las mazas que el Ayuntamiento de la capital catalana realizó para la ocasión. Otra de las joyas es el retrato que Manuel Tramullas pintó de Carlos III como conde de Barcelona, propiedad de la Generalitat de Cataluña.