Gastronomía

«Está desapareciendo el concepto de bar antiguo»

Joaquima Laguna, propietaria del bar La Principal, el Ocaña y El Plata, lucha por la conservación de los bares emblemáticos como signo de identidad de la ciudad.

Joaquima Laguna
Joaquima Lagunalarazon

Joaquima Laguna, propietaria del bar La Principal, el Ocaña y El Plata, lucha por la conservación de los bares emblemáticos como signo de identidad de la ciudad.

–¿Qué hace una farmacéutica al frente de un grupo de restauración?

–No lo sé. La vida te va llevando por caminos un poco inesperados. Yo siempre digo que los farmacéuticos son productores de muchas cosas a lo largo de la historia. Por ejemplo, me parece que el Partido Socialista nació en una rebotica de Madrid. Siempre ha sido gente bastante culta y que se mueve mucho. Siempre ha habido farmacéuticos que han hecho cosas diferentes. Supongo que el entrar en el mundo de la restauración tiene que ver con el destino; el destino es potente en la vida.

–El Plata de Zaragoza, un cabaret con espectáculo creado por Bigas Luna; el Ocaña o La Principal, lugares con un encanto único. Es todo como muy artístico

–Yo creo que más bien nos gustan ciertos espacios que vemos que van a desaparecer porque más o menos lo que ha pasado en El Plata o La Principal es esto: son lugares con personalidad, con muchísimos años, que corrían el riesgo de desaparecer. Aquí, en La Principal, querían poner una tienda de informática y en El Plata simplemente lo iban a tirar. Así se hubieran cargado historia.

–Entonces, ¿ustedes lo que hacen es ir rescatando establecimientos en riesgo de desaparición?

– Hay algo de esto y luego te encuentras con el lío y a ver cómo sales adelante. En el caso de El Plata en Zaragoza, por ejemplo, hemos tenido que llevar a cabo una restauración total del edificio, lo que fue muy interesante porque había sido víctima de la invasión de Napoleón y se había reconstruido con lo que se pudo. Era un edifico terriblemente pobre y tuvimos que arreglarlo todo porque se caía y así te encuentras con la historia. Por ejemplo, hallamos bombas de la época de Napoleón en el suelo cuando empezamos a excavar.

–¿La joya de la corona es la principal?

– Es el primer establecimiento que cogimos y yo le tengo mucho cariño.

–¿La idea es seguir recuperando más lugares emblemáticos?

– La verdad es que no creo porque ya soy mayor y estoy cansada, es mucha lucha. No hay facilidades por parte del Ayuntamiento.

–En este sentido, ahora la lucha se centra en intentar que se declaren estos espacios como establecimientos emblemáticos. ¿Eso qué significa? ¿Para qué?

–Sí, porque quiero quedarme como estoy. Si este local, La Principal, tiene 99 años, sólo quiero que continúe y que nuestros nietos puedan ver cómo la gente del barrio viene a desayunar y se conocen todos. Es como un centro de reunión. Está desapareciendo un poco el concepto de bar antiguo. Sólo quiero quedarme como estoy pero parece que eso es muy difícil. Lo que ha valido durante 99 años ahora ya no vale.

–Por lo que dice, ¿cree que hay riesgo de que La Principal, por poner un ejemplo, no pueda seguir adelante por las trabas? ¿Cuáles son esas trabas?

–En La Principal, con las nuevas normativas, todo es ilegal. Lo primero que pasó es que después de 99 años de hacer tortillas de patata, croquetas, calamares...resulta que no teníamos derecho a hacer cocina porque no teníamos el permiso, ya que en el momento en el que se abría el bar estos permisos no existían. Entonces, tuvimos que dejar de hacer la comida que hacíamos habitualmente hasta que encontramos a alguien que nos la hace, pero fuera. El segundo paso ha sido la terraza, que ahora resulta que no está bien que esté pegada a la fachada, ha de estar alejada. Pero claro, resulta que con el paso de los años se han puesto dos pasos para peatones, dos semáforos, un cuadro de la luz, dos sitios para aparcar los inválidos, las basuras...así que sólo cabe una mesa de cuatro y dos de dos. Entonces, ¿qué pasa? Que no podemos sobrevivir porque éste es un sitio barato y en la terraza ahora tenemos 12 meses de cuatro personas y siempre está llena. Es ahí donde está la fuerza del local.

–¿Cree que estamos perdiendo los signos de identidad de nuestro entorno?

–Sí, sí, absolutamente. Hay algunas personas que saben valorarlos como la gente que viene aquí, al Ocaña o a El Plata. Pero también hay quien tiene necesidad de ganar dinero rápido, pero no todo el mundo es así.

–¿Cuál ha sido la postura del Ayuntamiento ante su petición de que La Principal sea declarado establecimiento emblemático?

–Silencio. Primero nos pusieron en la lista que nos reconocía como establecimiento emblemático, pero luego nos quitaron. En cualquier caso, nadie me ha dicho nada al respecto.

–¿Se han unido a otros locales de restauración para solicitar conjuntamente esta consideración singular de establecimiento emblemático?

–Hemos hablando con la familia del Estudiantil, que son seis hermanos, y si le cierran la terraza, tienen que cerrar y tiene muchísimos años. O el Zurich. Es una cierta frivolidad como se plantean las cosas

–¿Qué futuro le espera a La Principal?

–Tendremos que cerrar seguro si nos quitan la terraza. Esto es un negocio que se aguanta así. Nosotros aquí vendemos cerveza y café, calamares que tenemos que hacer fuera...es imposible sobrevivir. Pero hay mucha gente que está así, como nosotros; lo de las terrazas afecta a muchos restaurantes.

–¿Qué postura defiende usted?

–Pues que si hay establecimientos que aguantan, no los toques y aquellos que no aguantan, deja que den paso a otros, como pasó con el colmado Quilez. Jugamos a mantener ciertos lugares y otros se los quieren cargar con normativas absurdas. Deben dejar vivir a la ciudad. Así, si la tienda de tela El Indio cierra, pues es normal, porque es difícil que sobreviva una tienda de esas características.

–¿Qué pueden aportar estos establecimientos a la ciudad?

–Memoria y belleza, que la gente esté bien y que haga lo que quiera