Pintura

Fortuny, el pintor de la Alhambra

Una exposición reivindica la producción que el pintor catalán realizó en Granada

Un recorrido apasionante. La muestra recoge pinturas, dibujos y grabados de Marià Fortuny procedentes especialmente del Mnac, aunque también hay obras del Museo del Prado, la Biblioteca Nacional, la Fundazione Fortuny de Venecia o el Musée d’Orsay de París
Un recorrido apasionante. La muestra recoge pinturas, dibujos y grabados de Marià Fortuny procedentes especialmente del Mnac, aunque también hay obras del Museo del Prado, la Biblioteca Nacional, la Fundazione Fortuny de Venecia o el Musée d’Orsay de Paríslarazon

No son pocos los autores que han tenido en Granada y su palacio nazarí la inspiración para sus trabajos, ya fueran literarios, musicales o pictóricos.

No son pocos los autores que han tenido en Granada y su palacio nazarí la inspiración para sus trabajos, ya fueran literarios, musicales o pictóricos. La lista es ingente, en una línea que va desde Washington Irving a Leonard Cohen, pasando por Claude Debussy, Gerald Brenan o Joe Strummer. En este grupo brilla con luz propia gracias a su pintura Marià Fortuny.

El artista es el protagonista de una gran exposición que estos días puede verse en un espacio que él conocía bien, como es la Alhambra de Granada. Hay motivo para ello porque la muestra analiza el paso de Fortuny por ese paraíso andaluz gracias, en buena parte, a obras que han viajado hasta la llamada colina roja procedentes del Museu Nacional d’Art de Catalunya (Mnac) y bajo el comisariado de Francesc Quílez, una de las principales autoridades en el artista de Reus.

«Tiempo de ensoñación. Andalucía en el imaginario de Fortuny» es una invitación a ver la Alhambra con otros ojos, a recorrer la fortaleza nazarí desde una perspectiva en ocasiones romántica o de recreación histórica, pero sin ocultar la admiración hacia un espacio que evoca una cultura perdida. Porque el pintor supo descubrir aquello que Soto de Rojas denominó como «paraíso abierto cerrado para muchos, jardín abierto para pocos».

El recorrido expuesto sirve para conmemorar los más de 140 años que han pasado desde que Fortuny viajó hasta Granada, donde vivió por espacio de algo más de dos años, entre 1870 y 1872, un tiempo que se reconstruye con pinturas, dibujos y grabados. Tan lejos de los lugares que lo habían convertido en uno de los principales creadores de aquel momento, Fortuny trató de deshacerse de una situación de crisis y un momento de insatisfacción consecuencia de los aires comerciales que se adueñaban de su creatividad, algo que prefería rechazar.

El Fortuny que llega a Granada acaba de consagrarse en París, en la galería Gaupil, gracias a «La vicaría», una de se sus pinturas más conocidas y que obtuvo en ese momento el aplauso del público de la capital francesa. Pero el artista no se sentía plenamente satisfecho y veía en ese cuadro aviso de repetición de fórmulas. Tal vez en Granada podría encontrar la salvación a esos demonios. El tiempo vendría a demostrar que no se equivocó de destino, dejándose hechizar por la Alhambra.

Como dice Francesc Quílez, al hablar del tiempo granadino del autor, «durante estos dos años su producción se incrementó exponencialmente y, lo que es más importante, esta fecundidad se vio acrecentada por la obtención de unos frutos de una gran belleza artística. Los logros conseguidos fueron magníficos y contribuyeron al crecimiento profesional de Fortuny que aprovechó la oportunidad que le ofrecía el entorno para reorientar su carrera y dar rienda suelta al deseo de satisfacer sus impulsos creativos».

Todo ello queda ejemplificado con la presencia de algunos tesoros de Fortuny, como «La matanza de los abencerrajes», «Tribunal de la Alhambra», «Carmen Bastián», «Paisaje de Granada», «Almuerzo en la Alhambra» o «Músicos Árabes», piezas procedentes del Mnac, pero también de otros museos como el del Prado, el Bellas Artes de Bilbao, el Palazzo Fortuny de Venecia, el Musée d’Orsay o la Biblioteca Nacional, además de varias colecciones privadas.

Es una buena oportunidad para conocer a otro Fortuny en un escenario que se convirtió en uno de los ejes de su pintura, una invitación también a contemplar Granada tal y como la soñó el pintor.