Cine

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«Han conseguido que el público no entienda emociones complejas»

Wim Wenders / Director de cine
Wim Wenders / Director de cinelarazon

La culpa es un gran motor emocional, a veces porque aisla y limita y otras porque obliga a salir del agujero y eso hace que surja lo mejor de uno mismo. Cuando el escritor Tomas Eldan (James Franco) atropella y mata a un niño, su vida da un vuelco de 180 grados. Todo parece desmoronarse, hasta que su editor le da un consejo, «utiliza lo que te ha pasado para escribir». Lo hace y sus libros empiezan a ser aplaudidos por el público y magnificados por la crítica. Después de coquetear con el suicidio, acabar con su relación de pareja y caer en la autodestrucción, Eldan resurge, con la complicidad de la madre del fallecido y el hermano, que crecerá leyendo sus libros. «Eres mucho mejor escritor desde que pasó aquello», acabará por decirle el niño, ya adolescente y con sus propios problemas. Esto es «Todo saldrá bien», la nueva película del polifacético Wim Wenders, que por una vez utiliza el 3D en la cinta no para marcar explosiones o vuelos de bichos mutantes, sino para resaltar emociones humanas. Y lo hace, como no, con maestría.

– La culpa parece el motor de su película. Afecta a todos los personajes, desde Tomas, a la madre del niño, que prefirió acabar de leer un libro antes de ver qué estaban haciendo sus hijos en la calle.

– Me interesaba investigar en cómo puede cambiarnos la vida un accidente y, sobre todo, cómo podemos recomponer las piezas rotas para volver a resurgir, si es posible la redención.

– Como artista, Tomas saca de algún modo tajada de la desgracia, algo que no hace el hermano del niño, que acaba por echárselo en cara, ¿cree que es lícito o reprobable?

– Hay que entender que Tomas es un ser egoísta, muy centrado en sí mismo, que la única forma que tiene de comunicar los demonios que le devoran por dentro es a través de sus libros. Así que decide volcar toda su frustración y desgracia en ellos y acaba por sacar tajada. No es criticable en sí, pero es algo que sucede y hasta que Tomas no se da cuenta y lo acepta y pide perdón, el sentimiento de culpa todavía le devora por dentro. Parece que ha reecho su vida, pero eso no ocurre.

– Tomas parece priorizar su «arte» a todo lo demás, incluso su propia familia, ¿cree que el arte ha de ser prioritario en la vida de todo artista que se precie y que sino sólo surgen mediocridades y productos sin alma?

– La respuesta sería no, ya que esto es más un problema masculino que de artista. Tomas es incapaz de comunicarse de manera sana con los demás, incluso con los que tiene más cerca, y eso le hace volcarse en sus libros, pero no creo que se tenga que renunciar a todo lo demás por el arte, ni mucho menos.

– La relación padre-hijo ha sido muy recurrente en su filmografía y aquí vuelve a aparecer, sin embargo usted no ha sido padre nunca.

– No tengo hijos propios, pero sí que he sido tutor de los hijos de mi hermano durante muchos años y es una relación primaria que invita mucho a la reflexión. Yo he sido hijo, claro, y padre, ya lo creo, y es fascinante la relación de causa /efecto que provoca.

– ¿Qué le hizo pensar que el 3D sería una herramienta perfecta para contar una historia tan intimista como ésta?

– Es que el 3D nació precisamente para contar historias como ésta. Es la única tecnología que te permite ver en el interior de los personajes. Si nadie sigue mi ejemplo, dentro de un par de años ya no habrá películas en 3D porque la gente ya se habrá cansado de los efectos especiales. El 3D es un nuevo lenguaje y hemos de empezar a desarrollarlo para que empecemos a ver auténticas obras maestras. La verdad es que estamos en un momento muy excitante y clave.

– ¿Es optimista entonces sobre el futuro del cine?

– Por supuesto que no. Hemos conseguido que el espectador espere una reacción y un estímulo cada tres segundos y de esta forma se han cargado todas las emociones complejas. Es imposible hablar ahora de los seres humanos. Por eso todo son películas de fantasía y efectos especiales, marcados por tópicos que no necesitan explicación a priori. Hemos conseguido que «lento» sea un sinónimos de aburrido e intrascendente y eso es un desastre.

– ¿Por eso prefiere rodar documentales?

– No lo prefiero, pero sí que ahora son un refugio para hablar de la vida real y de los seres humanos en particular. En el tiempo que he tardado en conseguir financiación para esta película pude rodar dos documentales. Hacía siete años que no hacía ficción y no era una voluntad propia. Antes podía rodar una película cada año, ahora es imposible.

– ¿Tardaremos otros siente años en ver una nueva película de Wim Wenders?

– No lo sé, lo que sí sé es que mi pasión por indagar en la condición humana y ver sus reacciones y cómo responde a los conflictos continuará y si puedo y me dejan, seguiré dirigiendo.