Fotografía

Ilustrando a Federico García Lorca

Dos libros se acercan a la figura y la obra del poeta granadino desde la perspectiva de dos artistas atraídos por sus inmortales versos

Una de las viñetas de Carles Esquembre para su aproximación al paso de Federico García Lorca por Nueva York, en un cómic apasionante y muy documentado que sigue su aventura humana en EE UU a finales de los años veinte
Una de las viñetas de Carles Esquembre para su aproximación al paso de Federico García Lorca por Nueva York, en un cómic apasionante y muy documentado que sigue su aventura humana en EE UU a finales de los años veintelarazon

Dos libros se acercan a la figura y la obra del poeta granadino desde la perspectiva de dos artistas atraídos por sus inmortales versos.

La exposición Poner imagen a la personalísima voz de un poeta es todo un reto. Si esa voz es la de Federico García Lorca el reto toma unas dimensiones gigantescas. La casualidad ha hecho que aparezcan casi simultáneamente dos libros que tienen en común al poeta granadino, pero desde dos puntos de vista. Por un lado, Nórdica ha lanzado «Los árboles se han ido», una breve y concisa antología poética que recorre el universo lorquiano a partir de una selección de versos seleccionados por Juan Marqués, y que han sido ilustrados por MO Gutiérrez Serna. Por otra parte, Carles Esquembre firma «Lorca. Un poeta en Nueva York», una novela gráfica en Evolution Comics y que recorre los muchos pasos del autor en la ciudad de los rascacielos, escenario de uno de sus poemarios más aclamados. Son dos miradas distintas con Lorca como común denominador.

Para Gutiérrez Serna, en declaraciones con este diario, «ilustrar poesía es una de las cosas que más me divierte. La de Lorca es de una belleza extrema, por lo que es todo un reto plasmar toda esa profundidad».

En el emocionante volumen «Los árboles se han ido» la pintura y el dibujo de esta artista queda al servicio de una selección de versos procedentes de poemarios como «Canciones», «Romancero gitano» o «Diván del Tamarit». «Ha sido como meterme en el terreno de un dios, pero es que soy muy osada. He querido plasmar la emoción que siento con una parte figurativa y otra más abstracta. No busco plasmar la historia sino la emoción. Primero leo el poema y luego lo retiro. De la sensación que me ha causado surge la obra final», aseguró la artista quien reconoce que uno de las mayores complicaciones que se encontró fue la de realizar un buen retrato de Lorca. «Me pareció muy difícil hacer algo que finalmente me convenciera. Rompí muchísimos. Para bien o para mal, tengo la suerte de que mi editor, Diego Moreno, me deja mucha libertad en mi trabajo, lo que hace que todo el peso recaiga sobre mí. En ese camino investigué tanto que finalmente encontré una puerta abierta para poder acabar el retrato», matizó MO Gutiérrez Serna.

Igualmente complicado fue enfrentarse a los poemas de «Poeta en Nueva York» incluidos en la antología porque «reproducir ese dramatismo es lo que más cuesta», apuntó la ilustradora, reconociendo también que le gustaría acercarse pictóricamente al teatro de Lorca, sobre todo a «El público». «Me encantaría incluso hacer alguna escenografía, pero desde la intuición y la emoción. No tiene sentido ser literal porque ahí ya está el texto», argumentó.

Diferente es la propuesta de Carles Esquembre quien transforma en apasionante y documentadísimo cómic la aventura del poeta en Estados Unidos. Su «Lorca. Un poeta en Nueva York» no es una adaptación del libro escrito entre rascacielos sino un paseo por los encuentros y los desencuentros en aquel escenario. Esquembre, en diálogo con este diario, comentó que «siempre me ha fascinado la figura de Lorca, alguien que parecía tocado por una personalidad carismática. Me parecía interesante traducir todo eso en un cómic que podría ser un biopic hollywoodense que te lleva a los convulsos años 20 y a una ciudad mecanizada como era ese Nueva York».

El dibujante consideró que «lo fácil hubiera sido quedarme con los poemas de Nueva York para este libro, pero me basé en su epistolario y en los testimonios de sus contemporáneos porque quería acercarme a su cotidianidad y costumbrismo, a su día a día en esa ciudad». A ello se le suma la incorporación de momentos oníricos y que, en palabras del artista, «tiene que ver con las metáforas visuales de “Poeta en Nueva York”».

Cuando se le pregunta por el tipo de lector al que está dirigido este cómic, Esquembre lo tiene muy claro y proclama que «me interesa la gente joven y que todas estas páginas sirvan como material didáctico. Es una aproximación a la vida y a la obra para aquellos que tienen miedo a los clásicos de la literatura y la poesía». También añadió que el álbum es «un cómic más escrito que dibujado porque quería el máximo de rigor, basándome en la gente, en los testimonios de aquellos que lo conocieron. También hay una mezcla de sus pensamientos y los míos porque siempre acabas poniendo algo de ti, pero siempre desde el mayor de los respetos».

La otra complicación para el artista ha sido técnica. Enfrentarse a este proyecto le hizo variar su propio dibujo. «Ahora veo lo que he hecho y parezco otro autor. Mi otra forma de dibujar no convencía a los editores, por lo que probé con otra técnica, usando un estilo más radical», concluyó.