Literatura

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Javier Calvo: «No hay mayor escuela para un escritor que la traducción»

El escritor analiza en su nuevo ensayo la figura del traductor, poco valorado, incluso maltratado por el sector editorial y que hoy vive en la encrucijada

El escritor Javier Calvo
El escritor Javier Calvolarazon

El escritor Javier Calvo analiza en su nuevo ensayo la figura del traductor, poco valorado, incluso maltratado por el sector editorial y que hoy vive en la encrucijada.

Hace quince años que Javier Calvo trabaja como traductor, un oficio del que conoce todos sus secretos, sus problemas y dificultades, sus bondades y deficiencias, sus héroes y villanos, y cuya importancia y necesidad crece día a día en la misma proporción que pierde derechos y respeto. Bajo esta perspectiva, como una historia épica de David contra Goliath, presenta «El fantasma del libro» (Seix Barral), ensayo en que nos mete de lleno en la piel del traductor, casi siempre invisible.

– ¿El libro quiere reivindicar a una profesión maltratada?

– Lo reivindico, pero finjo que no. Quería ahcer una aproximación al oficio para los no iniciados, haciéndolo accesible y ligero, poniéndolo en contexto, hablando de su historia y dando una visión de conjunto.

– Ha hablado con muchos traductores, ¿todos tienen las mismas experiencias?

– Quería buscar otras opiniones, para certificar mi propia visión, no fuera a ser una paranoia mía. Más allá de las quejas, que son históricas, pero que hace diez años que van todavía a peor, sí que hay una conciencia propia de la profesión.

– ¿Un traductor puede mejorar el original?

– No conozco a ningún traductor literario que quiera mejorar un libro. Lo que quiere es mayor espacio y libertad, que tenga un protagonismo mayor dentro del sector y así ser más eficaz. La traducción siempre será subsidiaria del original, pero necesita tiempo y que los filtros de las editoriales no estandaricen su trabajo.

– Se habla que esta estandarización hace que los libros traducidos tengan un lenguaje propio, que no se detecten diferencias de estilo.

– Ese es el problema. Tú puedes preguntar a un lector de Martin Amis y de Ian McEwan cuál es su diferencia estilística, que la hay, y quizá no saben decírtelo. Los filtros editoriales a veces hacen que todo suene igual. Ese es un problema invisible, que pasa desapercibido, pero que existe. En una novela un personaje habla mal. Muy pocos editores te piden que lo traduzcas mal, por ejemplo.

– ¿Un mismo traductor debería ocuparse de toda la obra de un autor como ocurre con los actores de cine?

– Eso debería ser así, pero con la atomización del sector ahora es imposible. Un mismo autor puede estar en seis editoriales diferentes, pero si traduces dos o tres libros de un mismo escritor, lo tienes por la mano.

– ¿La figura del traductor escritor es la ideal?

– Sí, es la ideal, lo que no quiere decir que haya excelentes traductores que no son escritores. Ayuda mucho, no hay mayor escuela para un escritor que traducir. Creo que las escuelas de escritura creativa son inútiles, simplemente un sacacuartos organizado, pero la traducción sí que es una escuela de retórica y escritura, una fuente infinita de conocimientos técnicos con los que resolver todo tipo de situaciones.

– ¿Cómo recuerda su primera traducción? Supongo que con el tiempo uno se hace mejor.

– Empecé hace 15 años, cuando estaba mal visto la figura del escritor traductor. Ahora para a la inversa y la figura de un escritor que traduce es utilizado como un plus para el libro. Ahora, como las profesiones tradicionales del escritor, como el periodismo o la universidad, están en decadencia, muchos escritores se apuntan a la traducción para ganar algo.

– Tampoco mucho, y cada vez se percibe, ¿no es así?

– Yo tengo suerte porque mi mujer traduce en Estados Unidos del español al inglés y allí pagan tres veces más y dan mucho más tiempo por trabajo. Además tiene una protección legal que yo ni imagaba. Todo esto influye en el resultado final. Y la situación va a peor. Yo me sentiría contento si la situación continúe como ahora, pero a los que empiezan, casi han de dar las gracias por darles trabajo.

«El fantasma del libro»

Javier Calvo

SEIX BARRAL190 páginas

17,50 euros