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Estreno

Las películas devoradoras de libros

El canibalismo estético de la imagen ha hecho que algunas adaptaciones fílmicas, por su fuerza y vigor visual, hayan lanzado al olvido a las grandes novelas de las que partieron

«Drive». James Sallis se quedó maravillado con la película de Nicolas Winding Refn, tanto, que se olvidó que la había escrito él
«Drive». James Sallis se quedó maravillado con la película de Nicolas Winding Refn, tanto, que se olvidó que la había escrito éllarazon

«¡Yo hago novelas en cuadros!», exclamó el director de cine D. W. Griffith a los ejecutivos del estudio Biograph, donde acababa de filmar una adaptación de «Enoch Arden», de Tennyson.

«¡Yo hago novelas en cuadros!», exclamó el director de cine D. W. Griffith a los ejecutivos del estudio Biograph, donde acababa de filmar una adaptación de «Enoch Arden», de Tennyson. Quizá es exagerado decir que exclamara, era 1908 y todavía la gente era gallarda y educada y hablaba en voz baja. Tennyson, que había muerto sin exclamar ni una vez en su vida, se debió remover en su tumba ante esa idea, ¡novelas en cuadros!, aunque era 1908, y los muertos también eran gallardos y educados y no se removían en exceso. El caso es que a partir de entonces el cine comenzó a vampirizar a la literatura y se hicieron miles de adaptaciones. En realidad, qué es una adaptación cinematográfica sino poner exclamaciones en todas las líneas de la historia. Hay que odiar las exclamaciones, ¡¡han acabado para siempre con los libros!!

Ha habido grandes adaptaciones cinematográficas, no hay duda, y las continuará habiendo, el problema es que a veces esa exclamación es tan vitriólica, estética y atractiva que hace que olvidemos para siempre la novela de la que nació. No hablamos de películas que son mejores que sus libros, ni libros mejores que sus películas, sino imágenes que se convierten en icónicas y hacen que leer el libro que las inspiraron se convierta en un ejercicio inútil y retórico. Y eso es una pena.

Ejemplos hay miles, desde «En un lugar solitario», magnífica novela de Dorothy B. Hughes, que inmortalizó Nicholas Ray y Humphrey Bogart en el séptimo arte; a «Laura», la novela de Vera Caspary que adaptó Otto Preminger a la gran pantalla con Gene Tierney como la misteriosa protagonista. Hay otros muy sangrantes, como «La mosca», de David Cronenberg, que todavía hay gente que la sigue viendo mientras nadie lee las historias del gran George Langelaan que la inspiraron. O en un mismo sentido truculento la genial «Psicosis» de Hitchcock, que no ha colocado a los cuentos de Robert Bloch en el altar que merecen.

La novela de género es la más susceptible de estos olvidos, como «Valor de ley», doblemente adaptada, la última por los hermanos Cohen, que no le han supuesto al pobre Charles Portis muchos más lectores. Algunos incluso creen que la novela es un subproducto, como esas versiones narrativas de películas originales como «Los cazafantasmas» o «La guerra de las galaxias». De los últimos ejemplos destaca «Drive», magnífica y estética película de Nicolas Winding Refn que hace justicia a la gran novela de James Sallis, sino fuera porque ya nadie la quiere leer. «Una tormenta perfecta cinematográfica, una de esas veces en que todo se pone en su sitio», comentó Sallis al verla. Otro caso sería «Winter’s bone», película que dio a conocer a Jennifer Lawrence, pero no tanto a su novelista, Daniel Woodrell. O «Rebelión en las aulas», aquella cinta de los 60 de Sidney Poitier que hizo añicos a E. R. Braithwaithe, y eso que la suya era una novela autobiográfica. ¡¡¡Abajo las exclamaciones!!!

donde deberían.puesto que la única novela en cuadros que había visto era nunca había oído hablar de novelas en cuadros adoraba su poema narrativo y la úniva novela en un cuadro que había visto, pintado por su hermano no era imperativo exclamar, ni gritar, ni chillarQuién canta mejor, los gatos, los leones o los ratones? La ciencia no dice nada al respecto, lo que está mal, ni siquiera se conoce ningún estudio comparativo relevante al respecto, lo que está peor, pero así son los científicos, odian a los animales, les niegan voz propia, por lo que les prohiben su derecho a cantar, y todos deberíamos tener derecho a cantar, todos, hasta los buhos. Lo que sí parece claro, aún sin estudios serios, es que loa niños prefieren los ratones. Esto no quiere decir que un chavalín de 8 años no vibre con «Cats» o llore de emoción con «El rey león», pero ve a Gerónimo Stilton con voz de tenor y se vuelven locos, locos de «¡cucú!», muy locos. Esa es la magia de este ratón periodista.

El Teatre Condal acoge hasta el próximo 29 de enero el estreno de «Gerónimo Stilton: El gran regreso al reino de la fantasía», nuevo musical en torno al entrañable ratón periodista, una especie de Tintín peludo con una perspicacia superlativa. Desde su irrupción en el mundo editorial hace poco más de quince años, las aventuras de este gran personaje han hipnotizando a los más pequeños, llenándoles de energía, curiosidad y determinación. Después de la televisión, el cine y el teatro, llegó, por supuesto, el momento del musical. Hace 6 años, más de 100.000 barceloneses vieron aquella aproximación cantada del personaje, de la mano de Àngel Llacer y Manu Guix. Ahora regresa con una nueva aventura y un nuevo equipo, liderado por Lluis Danés, para darle nuevo brío y más emoción, con una excitante puesta en escena y una banda sonora compuesta por 21 nueva canciones de todos los estilos.

En esta ocasión, Stilton, director del diario «El Eco del Roedor», regresa al Reino de la Fantasía para encontrar los Siete Objetos Mágicos. Danés, que asegura que éste es su proyecto «más personal», ha ideado una espectacular puesta en escena llena de proyecciones visuales. Sobre el escenario, siete actores cantantes que acompañan a Stilton con nombres ilustres como el de Beth Rodergas. El éxito está asegurado y ya hay planeado una gira en 2017 y una versión en castellano para 2018. Quium tum proruro telude reo, clabemo uribem coraessestia dum iae consis culocae quam iae nonium iam et ocupes, acciaciam in dicae pridis locciam re tabentiam senam, que consimus ad stabeff eordit.

Fula abertures firitabemus esentemni tam inarid morsulegeres vius condum quem averidiu vo, nihilicat inatatiem hingultum dest in sulis.

Quit opoptisse rehendam paterobus conium o elabemq astre ilius; nonoritus, uterit. Seretiam firma, perum meri ses bonsum ses conemus vid ses populvivis. Senimiu quam egere acis confirmius es fina, vis esid facii tuiu situi facie paribus ompl. Gratanu consullerei patum publiis edicae condam. Scieme esciendam ad ingulos crenistie con de factum ina di publiqua nuliam ner quitilium porudam atuam adhucer untis, ocus, seniam pos mo abemur, su venitra econs escerum patifex seriptella convoltore reheme nem nuliis C. At venatimis etem nos, Cupplibus in viribus neque cervivi agit, forum ocae, quam nostandam etrae manum omnicautem mus, cum a ressultus cipsene acibus et alinvemnotam es! Sp. Fuitant potatus nons omnequo a consit; Cupici culut publica abem, novides corum nonsid sedius ia vid aus, quemque me iam, nunclut vo, sen spionfex mo consum ublius omnica Sci ponem que num omanterorume ilibus. Seris denihiliem mis tanteatus eo, num, orem oravesim audam tum horur haedius horum huis Ad is egerenitius cus forum, Catquo iaesserma, sena vasdamd catum demplicae menam pectum quem, coni potiam visuloculica mod audamen quamque cus culvite tuidet Catilis. O tatquas ali tus hus, contra? Quonsciem et? Quam nosulto urberoximus nonsimi silicupio igna, ne quod ne