Exposición

Los diablos de Joan Ponç

La Fundación Cataluña La Pedrera acoge la mayor retrospectiva del artista catalán, pieza clave de Dau al Set. con cerca de 150 piezas.

Los autorretratos de Ponç, aquí en fotografía, son dominantes
Los autorretratos de Ponç, aquí en fotografía, son dominanteslarazon

La Fundación Cataluña La Pedrera acoge la mayor retrospectiva del artista catalán, pieza clave de Dau al Set. con cerca de 150 piezas.

La azarosa vida de cualquier artista define su obra en formas insospechadas. El pintor Joan Ponç se refugió en Brasil a principios de los años 50. No fueron años fáciles, desubicadode su centro vital y algo deprimido por las circunstancias que le habían llevado allí. Muchas mañanas salía de casa y se limitaba a flanear sin rumbo por las exóticas calles de Sao Paolo. En uno de esos paseos, cuando empezaba a entrar el sol de la tarde, se sentó algo cansado en un banco. Pocos minutos después, un hombre de misterioso aspecto se sentó a su lado e inició una conversación. Los dos encontraron una especie de vínculo espontáneo y empezaron a pasear juntos.

Cuando el sol empezaba a ponerse Ponç, extasiado, conmovido e intrigado a un tiempo, no pudo callarse más y le preguntó quién era. El hombre no contestó al principio. «¿Eres el diablo?», le preguntó al final y lo que escuchó el llenó de estupor. «Sí». «Cuando me contó esta historia, lo hizo con una seriedad absoluta. Creía de todas todas que había pasado una tarde con el diablo. Así era Ponç», comenta Luís Goytisolo.

Así era Joan Ponç y así eran sus cuadros, delirios controlados por una tenebrosa lírica, que en Brasil encontró la corporización definitiva de sus fantasías internas hasta el delirio y creer conocer al diablo. «Brasil es una tierra fascinante, el único lugar donde podía superar las destructivas autocríticas que me asaltavan, el único lugar donde mi amor por lo mágico, la esencia de mi arte, podía encontrar un ambiente adecuado, que mantendría y amplificaría mi capacidad de penetración en los momentos más oscuros», señalaba Ponç en 1978.

La Fundación Cataluña La Pedrera acoge hasta el próximo febrero la exposición «Joan Ponç. Diábolo» la mayor retrospectiva del artista catalán con cerca de 150 piezas y que toma el relevo a la ya lejana muestra del Palau Macaya de 2002. Ha costado muchos años que el nombre de Ponç quede subrayado en oro dentro del canon catalán y español de la pintura moderna. Exposiciones como ésta lo certifican y descubren, a quien no lo sepa, que Ponç, figura fundacional de Dau al Set, eran un creador asombroso.

La muestra arranca con una cita de Albert Einstein que resume a la perfección la gran sabiduría que encierran los cuadros de Ponç. «En los momentos de crisis, la imaginación es más importante que el conocimiento. Éste es limitado y la imaginación, sin embargo, envuelve al mundo», aseguraba el rey de la relatividad en 1959. El vida de Ponç siempre fue una crisis gobernada desde la imaginación.

Una nueva lectura

A partir de aquí se inicia un viaje conradiano al corazón de las tinieblas ponçiano, desde sus primeros cuadros a su último aliento, hace ahora 33 años. «Nuestra pretensión es releer de una nueva forma a un artista que va mucho más allá que su paso por Dau al Set. Intentamos presentar un análisis individual de su forma de crear, cuáles han sido sus constantes», señala Pilar Parcerisas, comisaria de la exposición.

Se redescubre así las diferentes caretas que usó Ponç a lo largo de los años, como un primer amor loco por Paul Cezanne, que se demuestra con un tríptico de 1947. Muchas veces Ponç se refirió al pintor impresionista como su «estrella polar», y la exposición muestra múy bien por qué.

De sus monstruos boschianos a sus autorretratos en escenarios de pesadilla pasando por la gran sensación de juego, con el circo, los malabares y una puesta en escena de un tenebrismo lúdicoespectacular. Temas como el día y la noche, la oscuridad, el juego, la angustia y el delirio, con una parada específica en su faceta de ilustrador en contacto con la poesía de J.V.Foix, Joan Brossa y Joan Fusté, también se dejan ver en una completa exposición que dibuja a un Ponç fascinado por las pesadillas que veía cuando se miraba al espejo. Entre las piezas destacadas, destaca la inédita «La gran pastoral. Homenatge a Joan Miró», nunca antes mostrada en público y que demuestra su amor por un Miró del que Ponç es su reverso tenebroso.

DONDE: Fundación Cataluña La Pedrera. C/ Provença 261-265. .

CUANDO: Hasta el 4 de febrero.