Barcelona

Manel López Béjar: «Los delfines han de salir ya del zoo de Barcelona»

El profesor de Veterinaria de la UAB y director del departamento de Sanidad y Anatomía Animal afirma que «el Ayuntamiento debería hacer más para la construcción de un santuario para sus delfines»

Manel López Béjar
Manel López Béjarlarazon

"A nivel europeo, no es posible la extracción de animales para ubicarlos en acuarios o delfinarios. Sí que hay centros de recuperación, donde un animal que puede haber quedado varado, se intenta rehabilitarlo para volver a liberarlo en el menor tiempo posible", indica.

–¿Por qué resultan tan atractivos los defines para el público en general?

–Realmente la gente siente atracción por el delfín y creo que es principalmente por su capacidad de interacción y por su fisionomía dulce. En sus comportamientos naturales, estos animales interactúan mucho y el público ve esa capacidad de interactuar y reaccionar y por eso atrae más como especie.

–En ocasiones, estos animales han de vivir en cautividad. ¿En qué casos estaría justificada esa cautividad? y ¿cuáles son las características del entorno artificial ideal para estos delfines?

–Tiempo atrás hubo una extracción importante de cetáceos de vida libre para disponerlos en delfinarios, zoos y acuarios. Hoy ya, a nivel europeo, no es posible la extracción de animales para ubicarlos en acuarios o delfinarios. Sí que hay centros de recuperación, donde un animal que puede haber quedado varado, se intenta rehabilitarlo para volver a liberarlo en el menor tiempo posible. Además, muchos animales han nacido en cautividad. Por ejemplo, de los seis delfines que hay vinculados al zoo de Barcelona , cinco son nacidos en cautividad. La mayor parte de delfines de acuarios y zoos son ya nacidos en cautividad. ¿Hasta qué punto se puede devolver al medio natural esos animales? No se puede hacer una liberación directa pensando que es un beneficio para los animales porque no están habituados a capturar el pescado vivo y por lo tanto podrían tener dificultades nutricionales y además son un posible riesgo sanitario para el delfín que está habitando en el medio natural, porque con el animal estamos introduciendo una serie de microorganismos y posibles patógenos que podrían ser un peligro para los animales libres. A parte, el delfín es muy jerárquico, con estratos sociales muy definidos, donde hay un animal dominante y otros subordinados, por lo que es posible que el delfín liberado no se integre fácilmente. En este contexto, se está hablando mucho hoy en día de los santuarios como modelo de mantenimiento de estos animales que han estado siempre en zoos y acuarios. Un santuario es en un medio natural, con vayas y redes que delimitan el espacio pero hay mucho espacio y el enriquecimiento es natural. Este santuario debe contar con un seguimiento nutricional y veterinario, así como de control sanitario.

–Esos delfines que hay que recuperar se aspira a poderlos devolver al mar, pero no siempre es posible.

–Es posible que el animal tenga muy perjudicada la capacidad de natación y haya que mantenerlo en el centro de recuperación, pero de ahí a llevarlo a un acuario o a un zoo, hay una distancia.

-¿ Y por qué no se traslada a ese animal a un santuario?

–El santuario es una opción muy interesante, pero todavía no hay ningún santuario habilitado. Hay varios proyectos e iniciativas, como en la costa griega, en Estados Unidos... pero no se ha concretado nada aún. Es una idea de futuro y probablemente en dos o tres años haya un santuario, pero es que ello requiere una inversión económica muy importante y además, dado que la vida del delfín es muy larga -entre 30 y 40 años- hay que tener un plan de mantenimiento económico. En cualquier caso, en todos los proyectos de santuario se prevé controlar la reproducción para que no nazcan más animales en cautividad.

–En 2015, el zoo de Barcelona suspendió los espectáculos con delfines. ¿ Por qué son desaconsejables estos eventos?

–Son desaconsejables siempre y cuando desarrollen comportamientos que no son los naturales del delfín, como jugar con una pelota o pasar por un aro. Se desaconseja pues promover cualquier actividad de los delfines que no implique un comportamiento natural. Ahora en el zoo la gente puede ver como nadan, como interactúan entre ellos pero no hay una modificación en su comportamiento. Hay acuarios que hacen espectáculos en los que se muestra cuál es la conducta natural del animal, como por ejemplo ver qué hace cuando se le plantea un obstáculo. Hay una cierta interacción con el animal para que muestre comportamientos naturales.

–¿El problema de estos espectáculos que fuerzan un comportamiento del animal que no es el natural cuál es exactamente? ¿Cómo perjudican al animal?

–Estos espectáculos se desaconsejan más que por el bienestar del animal, por un tema ético: no utilizar al animal para un circo, para un espectáculo destinado a satisfacer al público. Cualquier cosa que se haga con los animales tiene que ser para favorecer conductas naturales. Pese a todo es cierto que el animal necesita interacción, motivación. Estamos viendo que no es aconsejable dejar al delfín en cautividad al que solo nade en una piscina y que haga lo que quiera; es esencial interactuar con ellos, que tenga una cierta actividad diaria que implique un estímulo, pero siempre respetando las conductas naturales.

–¿No cree que a través de estas exhibiciones se realizaba una cierta labor de educación y concienciación de la población acerca del delfín y su preservación?

-Es cierto que esos espectáculos tenían esa función, pero yo creo que también se puede realizar esa labor mediante los comportamientos naturales del animal, sin forzar. Esa misión educativa puede estar también sin espectáculos, pero incluso puede complementarse con interacción y ciertas actividades que son naturales, como captura de un alimento.

–¿Se llega a crear un vínculo entre estos animales y sus cuidadores o entrenadores?

-Muchos. Los delfines son inteligentes, tienen memoria y crean lazos con sus cuidadores y al revés. Los cuidadores establecen lazos muy íntimos con esos animales. De hecho hay una necesidad del delfín de interactuar con su cuidador.

–Ahora también se debate sobre cuál debe ser el futuro de los delfines que aún siguen en el zoo de Barcelona. En este sentido, hace un par de semanas se celebró un seminario para tratar este tema. ¿Cuáles fueron las conclusiones?

–En este ‘workshop’ había expertos en comportamiento animal, en bienestar, veterinarios y expertos que conocen los proyectos de santuarios. De esos seis animales que había en el zoo de Barcelona, dos de ellos ya han sido trasladados al Oceanográfico de Valencia, donde ha mejorado mucho su estado de salud y de bienestar, y los otros cuatro siguen en el zoo. Todos los expertos coincidimos en que las condiciones de estos cuatro animales en el zoo no son las ideales, principalmente por las instalaciones, que son viejas, pequeñas y no cumplen los requisitos establecidos por cualquier institución de referencia a nivel mundial. Lo que está claro es que hay que hacer algo, pero no existe ahora mismo un santuario útil para llevar a los animales, al menos hasta dentro de dos o tres años.