Independentismo

«El Gobierno debe mover ficha, pero no ha de pensar sólo en los independentistas»

Presidente de Societat Civil Catalana. Este catedrático afable de Derecho Internacional Privado por la UAB toma las riendas de la plataforma no soberanista tras el relevo de Josep Ramon Bosch.
Presidente de Societat Civil Catalana. Este catedrático afable de Derecho Internacional Privado por la UAB toma las riendas de la plataforma no soberanista tras el relevo de Josep Ramon Bosch.larazon

Rafael Arenas, presidente de Societat Civil Catalana. Este catedrático afable de Derecho Internacional Privado por la UAB toma las riendas de la plataforma no soberanista tras el relevo de Josep Ramon Bosch.

–¿Por qué el 12 de octubre no vamos a ver un acto conjunto del espectro no soberanista?

–Nosotros partimos de que lo normal es que cada asociación o partido celebre la Fiesta Nacional como quiera, lo extraordinario es hacer actos unitarios

–¿Cómo la ANC y Òmnium?

–Claro, ellos tienen esta estrategia, pero es un planteamiento extraordinario porque piden algo extraordinario. En cambio, nosotros celebramos la normalidad, cada uno lo celebra desde su propia perspectiva. Y si no vamos todos a la una no hay que dramatizar. Lo que es enriquecedor es que haya muchos actos en torno a la Fiesta Nacional que no solo sean el día 12. Haremos el acto el domingo.

–¿Por qué lo celebran el 18?

Este año el 12 de octubre cae en puente. Queríamos hacer un acto en fin de semana para que pueda venir gente de fuera de Barcelona y para hoy ya había actos programados de otras entidades.

–¿Participarán partidos?

–Están invitados, pero el acto es nuestro.

–¿La decisión de no sumarse a la marcha de hoy a qué responde?

–No tenemos la costumbre de sumarnos a manifestaciones. El año pasado la organizamos nosotros. Pero este año había ya manifestaciones con sus propios lemas y nosotros queríamos el nuestro.

–¿Discrepan del lema?

–No, pero creemos que podemos dar otros matices.

–Pese a no superar la barrera del 50%, las fuerzas soberanistas sumaron un nada desdeñable 47,8 % de los votos el 27-S, ¿cómo se gestiona este resultado para que la próxima generación no sea independentista?

–(Risas) Ya, si seguimos por este camino podríamos acabar con un número de independentistas superior. Pero esta cuestión solo es una hipótesis. Lo que hay que gestionar ahora es la convivencia. Centrarnos en esta generación. Enfrentarnos a una realidad dolorosa, porque tenemos una sociedad dividida, con un tanto por ciento muy importante que roza el 50% de personas que han tomado la decisión más radical que se puede plantear en derecho internacional: crear un estado nuevo. Y hay una parte mayoritaria, pero que tampoco difiere mucho del espectro independentista, que no quiere romper el Estado español. Este es un escenario que algunos ya avisaban hace tiempo que se podría producir. El propio Artur Mas lo predijo hace cinco años cuando no pedía la independencia y los soberanistas le criticaban porque se contentaba con el pacto fiscal. Entonces, respondía que si se iba más allá se corría el riesgo de acabar con una sociedad dividida. ¿Y eso quién lo gestiona? Llegado a este escenario hay que gestionarlo mediante el diálogo, que no mercadeo, esto es expresar con rigor tus planteamientos y escuchar los planteamientos del contrario, que es lo que está faltando.

–¿Qué opciones les queda a los unionistas para revertir el proceso soberanista después de que la CUP y Artur Mas coincidieran en iniciar la desconexión de Cataluña con España en la primera sesión parlamentaria?

–La CUP le pide a Mas que el gobierno de la Generalitat, en el que ellos no van a estar rompa con España. No sé si es un planteamiento para empezar a negociar o para llevarlo a la práctica. Hay gente que se ha asustado con la propuesta de la CUP, de que el parlamento y el gobierno catalán sean de una república catalana y no de una Comunidad Autónoma. Pero no sé por qué se asustan, porque desde hace dos años, el ejecutivo de Artur Mas actúa como el gobierno de un protoestado catalán y no como de una Comunidad Autónoma. La situación no se agrava con la petición de la CUP, su planteamiento ya es el que estamos viviendo. Ahora bien, de iniciar la desconexión, no va a ser un camino de rosas, porque el 27-S no lograron la amplia mayoría que reclamaban para avalar esta estrategia. El primer informe del Consejo de la Trancisión Nacional ya avisa de que el 27-S debía servir para visualizar a nivel internacional que había una amplia mayoría a favor de la independencia y ese objetivo no se ha cumplido. Así lo ha reflejado la prensa internacional. Estos resultados no legitiman un proceso de secesión. Si se continúa con la idea, nadie lo entenderá fuera de los convencidos

–Pero tienen la mayoría parlamentaria para hacerlo.

–Tienen una mayoría, pero la Ley no les permite hacerlo. La mayoría en el parlamento de catalán sirve para poder ejercer las competencias que marcan el estatuto de autonomía y la Constitución. Con el parlamento actual para poder querer hacer lo que quieren hacer necesitarían 135 diputados y si lo hacen será una locura porque además de derivar en un enfrentamiento institucional gravísimo con el Estado, dudo que se comprenda en el exterior porque se hace con un respaldo insuficiente de la población. Por eso confío en que no llegarán a ese escenario.

–¿Qué puede hacerles cambiar de idea, que el futuro Gobierno mueva ficha, por ejemplo?

–Ellos son muchos, la CUP y Junts pel sí, que son gente diversa, no sé quién puede tomar el liderazgo de ese conjunto de diputados soberanistas en una eventual negociación.

–¿Ve desacreditado a Mas?

–Es una figura importante para un parte del independentismo, pero me extrañaría que la CUP lo apoyaran, aunque en la política catalana puede pasar cualquier cosa.

–En cualquier caso, ¿el Gobierno, con el resultado del 27-S, debe mover ficha?

–Evidentemente, hay que mover ficha. Aunque, tras el 27-S, ha quedado claro que hay una parte muy importante de catalanes que no son independentistas y el Gobierno, cuando tenga que gestionar este problema, no puede pensar sólo en satisfacer las demandas de los independentistas. Ésa es la dificultad, ya no se debate con Cataluña como sujeto, porque Cataluña es diversa y mientras esa diversidad no se asuma cualquier movida de ficha está condenada al fracaso. A veces tengo la sensación de que fuera de Cataluña cuando se habla de Cataluña, sólo se piensa en los independentistas.

–¿Y la propuesta de un referéndum no aclararía este escenario?

–Como Societat Civil no estamos en contra de un referéndum pactado y dentro de la Ley. Pero nuestro objetivo es no llegar a ese escenario, intentar explicar que el proyecto catalán dentro de España y Europa es atractivo. El referéndum no solucionó las cosas en Escocia ni en Canadá. Además, no se puede plantear como un vamos a ver qué piensan los catalanes, porque es una decisión política.