CDC

«Sálvese quién pueda» en la Generalitat: los altos cargos ya buscan trabajo en Linkedin

La solicitudes de cursos de inglés se han duplicado entre asesores.

La ex consellera de Educación Irene Rigau recibió la sentencia del TSJC ayer en su despacho parlamentario acompañada por miembros de su grupo
La ex consellera de Educación Irene Rigau recibió la sentencia del TSJC ayer en su despacho parlamentario acompañada por miembros de su grupolarazon

La solicitudes de cursos de inglés se han duplicado entre asesores.

Artur Mas se ha quedado solo defendiendo la honorabilidad de Convergència Democràtica de Catalunya. Ni tan siquiera las nuevas hornadas convergentes le han dado su apoyo. Baste un ejemplo, apenas 24 antes de la sentencia del 9-N. La portavoz del PDeCAT, Marta Pascal, no acudió el jueves al Debate de la 1 de TVE a la entrevista que tenía concertada, después de decir que los casos de corrupción le «daban asco».

La soledad del líder es evidente y en las huestes convergentes, otrora arrogantes, cunde la sensación de derrota y de «devastación», en calificativo pronunciado por un alto cargo del gobierno de Carles Puigdemont. El presidente actual ratifica que no quiere presentarse a la reelección, Mas se hace paso con los codos ante la mirada perpleja de sus oponentes en CDC que buscan a la desesperada en Mercè Conesa –alcaldesa de Sant Cugat y presidenta de la Diputación de Barcelona– o Santi Vila –conseller de Cultura– unos candidatos a los que asirse en el previsible naufragio.

Más allá de los posibles análisis, surge una nueva realidad. Los altos cargos del gobierno y, sobre todo, los cargos eventuales –de confianza– en las consejerías convergentes y en las empresas públicas han empezado a buscarse la vida preparando su plan de huida. Desde el mes de enero se han multiplicado por dos, los cargos de confianza, ligados a Convergència, que se han apuntado a las clases de inglés que ofrece la Generalitat a sus trabajadores. «Estamos ante una avalancha de solicitudes», apunta una fuente del gobierno bien informada que añade otro dato nada baladí: «En diversas direcciones de servicios de las consejerías de CDC, han recibido avisos de los administradores informáticos de los departamentos», explicando que «numerosos cargos se pasan horas de la jornada laboral navegando por Linkedin», la red social más importante para encontrar trabajos cualificados.

Según ha podido saber LA RAZÓN, en algunos departamentos se están planteando poner «algún filtro para impedir la entrada en esta red de referencia mundial de las relaciones laborales». Este «sálvese quien pueda», ya se registró tras las últimas elecciones en las que Artur Mas tuvo que abandonar la presidencia por la presión de la CUP. Sin embargo, hay una diferencia. En ese momento, los movimientos se ceñían a los altos cargos del gobierno.

Las clases de inglés y las excursiones por Linkedin son una muestra de que muchos cargos intermedios y altos del gobierno están buscándose una salida laboral ante la más que previsible hecatombe que se avecina, porque el mundo municipal convergente –que podría ser una tabla salvavidas– tiene colgado el «cartel de completo».

La sensación de «desastre total» se ha agudizado en la última semana. La vieja guardia convergente duda de las posibilidades de Artur Mas de consolidar su candidatura ante unas nuevas elecciones. Si bien Mas tuvo un fuerte impulso tras el juicio del 9-N que ha noqueado la sentencia del TSJC pero que el «caso Palau», «Pretoria» o el «caso 3%» han llevado al ostracismo sus muy tocadas posibilidades por las declaraciones de Montull y de Millet, pero también por las declaraciones de los empresarios que realizaron trabajos para el partido que fueron pagados por el Palau de la Música.

Además, cunde el temor ante nuevas informaciones que pongan más en tela de juicio el papel del partido. Artur Mas dijo el viernes pasado en los micrófonos de RAC-1 que no se dedicaba a las cuestiones administrativas porque él se dedicaba a «ganar elecciones». Esta afirmación ha puesto en alerta a esta vieja guardia porque es un argumento de concentrar las culpas en Daniel Osácar pero también en Andreu Viloca, el también ex tesorero de CDC imputado en el caso que lleva el juzgado de El Vendrell. En esta instrucción ha sido puesto en primera línea el que fuera la todopoderosa mano derecha de Mas en el partido y en el gobierno: Germà Gordó. Las investigaciones de la fiscalía y de la Guardia Civil dejan en mala posición a este estrecho colaborador de Mas que fue gerente de CDC, secretario general de la Presidencia de la Generalitat y consejero de Justicia, sin olvidar que Oriol Pujol, el hijo del ex president y sustituto «in pectore» de Mas, ha sido relacionado con este caso según las investigaciones policiales.

El alud de informaciones negativas está haciendo impacto en la imagen de CDC, y la percepción mayoritaria es que «la avalancha de malas noticias todavía no ha acabado». Además del «caso Palau» y del «caso 3%», esta semana se inicia el juicio del «caso Pretoria» que tiene como protagonistas a Lluís Prenafeta, ex secretario general de presidencia con Pujol, y a Macià Alavedra, hombre fuerte del partido en los años 80 y 90. Ante esta situación no es de extrañar que la tropa de cargos de confianza se apunte masivamente a clases de inglés y analice sus posibilidades en Linkedin. Otros, los más identificados con el núcleo cercano a Artur Mas, viendo que el proceso independentista está en una encrucijada de difícil resolución y que la corrupción está haciendo mella –con ERC y la CUP desmarcándose de CDC–, están convencidos de que la salida será una nueva convocatoria electoral que cercenará las posibilidades de Convergència. Por eso, este grupo de «elegidos» ha dirigido sus miradas al todavía hoy estratega y hombre de confianza de Mas, David Madí, presidente del Consejo Asesor de Endesa en Cataluña, para que les abra «puertas giratorias» y les acerque a «headhunters» que amplíen sus posibilidades de encontrar empleo. Como calificó hace unos meses el diario «Crónica Global», muchos de estos altos dirigentes invocan «la solución Madí» para asegurarse un futuro profesional. De momento, nadie significativo ha saltado del barco porque también, nadie significativo, ha encontrado un trabajo que le garantice un acomodo en esta nueva etapa de «sálvese quien pueda».