Pintura

Sean Scully pinta Monserrat

El artista transforma una iglesia en la «Rothko Chapel catalana»

Una mujer recorre la iglesia de Santa Cecilia, durante la inauguración del nuevo espacio
Una mujer recorre la iglesia de Santa Cecilia, durante la inauguración del nuevo espaciolarazon

El pintor abstracto Sean Scully ha convertido el Monasterio de Santa Cecilia de Montserrat en la «Rothko Chapel catalana», un espacio de arte y espiritualidad que entabla un diálogo con el románico, celebró ayer el director del Museo de Montserrat y amigo del artista, Josep C.Laplana, junto al propio Scully.

La capilla de Marganell del siglo X se reabrió ayer tras una intervención artística del pintor irlandés, que ha creado seis obras de gran formato, tres frescos, ocho vitrales, cuatro candelabros y tres cruces de cristal para provocar una «experiencia de recogimiento y espiritualidad» en el visitante, explicó él mismo.

Scully tuvo una experiencia intensa en Montserrat tras la muerte de su madre, e inició con Laplana una amistad que en 2005 les llevó a soñar con una intervención en el monasterio que emulara el trabajo de Matisse en una iglesia de la villa francesa de Vence y la de Rothko en Texas. Así, se hizo un proyecto de rehabilitación integral de la iglesia, el patio central y los edificios anexos con usos polivalentes, gracias a una partida de 800.000 euros de la Diputación de Barcelona.

Laplana dijo que la capilla –que también acoge el Instituto de Arte y Espiritualidad Sean Scully– es un nuevo espacio de arte de referencia internacional que quiere evitar el turismo de masas y potenciar una «experiencia espiritual en sentido amplio» en un espacio sagrado, silencioso, sosegado y abierto a la contemplación.

El artista, que quiso inaugurar el proyecto coincidiendo con su 70 cumpleaños, agradeció la «libertad creativa total» concedida y dijo que este aspecto es muy típico catalán y que eso asemeja Cataluña con Irlanda. «La abstracción es el arte espiritual de nuestro tiempo», según Scully, que, en sus pinturas, vuelca la tragedia, la ilusión, la pasión y la belleza con colores que escoge durante el proceso creativo y que, como novedad, en sus últimas obras reintroducen un verde que se funde con la vida, gracias al impulso de su hijo de 6 años.

Scully, que cree que la religión debe ser una unificación de la familia, evocó una sensación en cada una de las tres zonas de la capilla: la primera es la más oscura, la del centro es la más cálida con tonalidades rojas y colores primarios, y la tercera es la más fría.