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Vidal Balaguer, el pintor que nunca fue

Una exposición plantea una lectura diferente del modernismo a partir de un misterio que debe resolver el espectador

Oriol y Alba Piñar rodeados de los cuadros de Vidal Balaguer,
Oriol y Alba Piñar rodeados de los cuadros de Vidal Balaguer,larazon

Una exposición plantea una lectura diferente del modernismo a partir de un misterio que debe resolver el espectador.

¿Y si no lo sabemos todo del modernismo? ¿Puede que los muchos estudios dedicados a la peña de la cervecería Els 4 Gats hayan omitido algún nombre de peso del arte catalán? Si se visita estos días la exposición de la galería Gothsland de Barcelona se puede llegar a esa conclusión porque se recupera a un nombre que hasta ahora había quedado injustamente silenciado. Se llamaba Vidal Balaguer y los conoció a todos. Fue amigo de Mir, Nonell, Utrillo o Picasso, se paseó por los rincones oscuros de la Barcelona de finales del XIX, publicó en revistas del momento como «Quatre Gats», practicó la bohemia y el malditismo como nadie... Hasta que se perdió su rastro para siempre.

Recientemente comenzaron a aparecer los trabajos de Vidal Balaguer, los cuadros y dibujos que reflejan sus obsesiones, los paisajes que remiten al colorismo de Mir, su mirada al Liceu en llamas durante el aparatoso incendio que casi lo reduce a cenizas, sus retratos de Picasso, Casas, Nonell o Utrillo... Un conjunto que tiene el aroma de lo mejor de Gosé, Mir, Casagemas o Casas. Todo ese material se puede ver en la citada exposición, una oportunidad única para conocer a este olvidado. A ello se le suma la publicación del cómic «Naturalezas muertas», del guionista Zidrou y el dibujante Oriol, publicado por Norma Editorial, donde se traduce en viñetas esa biografía.

Pero, ¿es todo real? ¿Lo sabemos todo de Vidal Balaguer? ¿Por qué la historiografía lo ha dejado arrinconado hasta ahora? Hay una explicación muy sencilla: porque nunca existió ese pintor, nunca fue real.

Todo obedece a una propuesta arriesgada por parte del dibujante Oriol, la biógrafa Alba Piñar y el galerista Gabriel Pinós, un poco a la manera del Jusep Torres Campalans de Max Aub, aquel falso pintor que muchos creyeron real.

«Se me metió en la cabeza hacer un cómic sobre Joaquim Mir, un artista que me sorprendió cuando pude conocer su obra. Quería hacer algo en esa línea. Zidrou me habló de hacer algo en clave de novela negra sin caer en la biografía. Empezamos a pensar en esa línea», explicaba ayer Oriol, autor de los originales de la muestra y que subrayó que el objetivo era «salir del cómic y buscar otras líneas, lo que representaba salir de casa y visitar museos y el pasado».

Por su parte, Alba Piñar comentó que se ha buscado hacer creíble a Vidal Balaguer «dándole un contenido, creando una incertidumbre, sembrando una duda». Todo ello también les ha permitido redescubrir la Barcelona de entonces y «constatar que han cambiado pocas cosas porque se siguen viviendo problemáticas que ya eran evidentes en el 1900». Todo ello en «una época alucinante y muy rica».

La exposición reivindica el cómic como arte, defendiéndolo de acusaciones como que se trata de algo para niños, y también nos interroga sobre la credibilidad de los relatos que nos explican. Cuando se le pregunta a Pinós si alguien picó en la trampa, se limita a un elegante «no comment».

Dónde: Gothsland Galeria d’Art, Consell de Cent, 331.

Cuánto: Entrada gratuita.