Iñaki Zaragüeta

Mariano López prudente no es

La Razón
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Desconozco lo que se dirá finalmente de Mariano López, exsuegro de Marcos Benavent. En cualquier caso, no se le puede achacar la clandestinidad. Que se mueva con total naturalidad por la calle no sorprende, pero que siga casi exhibiéndose por las instalaciones de la Diputación de Valencia, la institución que se encuentra en el punto de mira jurídico, resulta más asombroso.

Si hace un mes escribía sobre sus frecuentes visitas a los despachos de la Corporación, especialmente a uno, ahora el detalle alcanza niveles de audacia cuando mi amigo Rogelio le sorprendió hace unos días metiéndose en un coche oficial con el primer colaborador del presidente, socialista él, para partir en comandita con destino desconocido.

Desconocido, no tanto, porque mi amigo sabe dónde dirigieron sus pasos. Yo también, pero tuve que comprometer mi palabra, y la tengo, que callaría el detalle a cambio de plasmar este breve relato.

Con lo que cuentan que está por caer con el «caso Imelsa», extraña comprobar cómo ciertas relaciones se conducen como si aquí no pasara nada. Y, según dicen, va a pasar mucho. Bien es verdad que, al parecer, Mariano López goza de buenos contactos interesantes para la organización socialista valenciana. Evidentemente, también deben venir bien a los populares a juzgar por el café que ya tomó con Vicente Betoret.

A la vista de lo cual, uno se pregunta ¿no sería mejor quedar en un gasolinera, al estilo implantado por Pepiño Blanco, que juntarse en el propio miniaparcamiento oficial de la Diputación?. Lo decían los clásicos «hay pocas virtudes sin la prudencia». Así es la vida.