Valencia

Rausell, apuesta segura

La Razón
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Los hermanos Rausell (José y Miguel) conciben la gastronomía como un viaje que ensalza lo básico y natural de la cocina tradicional, sin abandonar los pequeños detalles, frente a la cocina de artificio. En resu- men, el valor moral de la auténtica materia prima. Un sendero que les lleva a indagar, día a día, en la percepción de los clientes respecto al producto y su trato directo. Lo formidable de Rausell es esa operación de alquimia.

La cocina de Rausell apela a la naturalidad para demostrar que su versatilidad se adapta hasta ser cómplice con el cliente más exigente. Gastronomía abordada con humil- dad y resuelta con sencillez. Sin olvidarse de emitir guiños a la hostelería de vanguardia. No pierden ningún minuto en buscar «el santo grial» gastronómico... producto, producto... y la fórmula secreta conocida como FP... servicio Familiar y Profesional. La visita a Rausell es una apuesta segura a través de la comida y el ritual que suponen todos los detalles desde que se accede al local. El personal de sala y barra curtido en mil batallas, día a día, desgrana una lección magistral de buen trato. Una cocina de un producto que

En su cocina entran los mejores pescados y mariscos de la zona y ver- duras del terreno. Juntos a los clásicos arroces, conviven otros platos donde la carta se agranda en forma de cuchara con guisos, estofados, gazpachos, etcétera. Indudablemente las carnes (vacuno, cordero, etcétera ) también ocupan un lugar central en la carta, sin olvidarse del cerdo. Por supuesto que el jamón ibérico esta en boga pero los embuti- dos y las chacinas también son de primerísima calidad. Del cerdo hasta los andares, eso dice el refrán , y en Rausell lo saben bien... jamón ibérico de bellota. La calidad del producto es parte legítima del éxito del Rausell. Desde la fórmula para dar la talla en los diferentes platos que componen su carta, la materia prima habla para seguir gozando del favor del cliente, que es a fin de cuentas el objetivo prioritario de cualquier restaurador. Al margen de los gustos. Toca ver la carta, elegir los mejores platos o dejar- se llevar por el consejo de los herma- nos Rausell, difícil decisión. El éxito para ellos proviene del mimo al producto y del traba- jo anónimo de una gran plantilla. Una cocina que mezcla estilos para lograr los mejores resulta- dos. Capacidad de adaptación a cualquier tipo de clientes y sus gustos.

Barra y estrellas Bodega práctica e inteligente con referencias clásicas, iconos vinícolas y nuevas añadas donde perderse más allá del Ebro y el Duero. Sin olvidar las denominaciones locales de la Comu- nidad Valenciana. Un brindis a todas las varietales. Cambiando de registro, después de una copiosa comida en familia o amigos siempre planea la posibilidad de alargar la sobremesa. Como colofón nos detenemos en los “gintonic”. Cuenta con más de setenta referencias de ginebra. Humildes y no dados a grandes homenajes, la gastronomía es su pasión, el lugar donde desplegan toda su personalidad. Perfeccionistas en el servicio y entusiastas de la máxima calidad. Pero sólo finalmente la imperfecta perfección se traduce en un pequeño problema, sin solución por el momento, cierran lunes y martes. Bendito descanso. Aunque le pese a más de uno.

Temps de «esmorzaret»

Aunque el almuerzo, la comida y las cenas cohabitan durante la jornada. La oportunidad de conocer Rausell comienza con el «esmorzaret», estupendo pretexto para motivar nuestra visita a este restaurante. El almuerzo está en auge y este establecimiento nos ofrece todo tipo de alternativas. ¿Dónde está el mejor almuerzo de Valencia? He aquí una pregunta tan sencilla como difícil de responder. Rausell obtendría por razones históricas y objetivas un puesto privilegiado. Sus almuerzos han conquistado a cuatro generaciones de valencianos. El almuerzo diario se transforma en el momento más feliz de la jornada. Las miradas se dirigen a la barra. El efecto no remite, los ojos no se cansan, aunque no se desvela la causa. En un ejercicio de imaginación, el cliente dibuja su almuerzo ideal. Con la vista puesta en el clásico «esmorzaret» y la costumbre diaria como guía, el cliente observa la plancha ensoñadora donde se producen auténticas obras maestras en forma de bocadillos. Lo sagrado y lo profano del almuerzo se dan cita diariamente en este restaurante. Rausell se ha convertido en uno de los mayores templos del orbe valenciano para almorzar. Dejemos una cosa clara. Todos las personas tienen que vivir su propio almuerzo, al menos una vez por semana. Más que consumidor o cliente terminas siendo dependiente. En Rausell se encargarán de hacer el resto.