Trasplantes

Trasplantes en femenino plural

El Hospital Peset de Valencia cuenta con cinco coordinadoras de trasplantes de diferentes departamentos. Se da pocas veces, pero la excepcionalidad es temporal. «Las cosas están cambiando»

María Jesús Lidón, Nerea Buceta, María Ferrando, Susana Sancho y Ana Ávila
María Jesús Lidón, Nerea Buceta, María Ferrando, Susana Sancho y Ana Ávilalarazon

El Hospital Peset de Valencia cuenta con cinco coordinadoras de trasplantes de diferentes departamentos. Se da pocas veces, pero la excepcionalidad es temporal. «Las cosas están cambiando»

Que te regalen una tarta con forma de riñón puede resultar macabro. A no ser que el detalle provenga de un hombre al que le has salvado la vida. Entonces, la nata, el chocolate y el glaseado de azúcar de color rosa saben mucho mejor para Susana Sancho (médica intensivista), María Jesús Lidón (enfermera supervisora de Nefrología), Ana Ávila (nefróloga), María Ferrando (médica de urgencias) y Nerea Buceta (médica intensivista). Cinco mujeres que lideran el equipo de Coordinación de Trasplantes del hospital Doctor Peset de Valencia. Una excepcionalidad que creen que dejará de serlo en unos años.

Y es que esta feminización de la coordinación de trasplantes es un claro ejemplo del creciente papel de la mujer en sanidad en cargos cada vez más importantes. Este, además, es un grupo bien avenido y muy bien sincronizado, donde se complementan y mezclan juventud con experiencia.

María Jesús Lidón cuenta que nunca ha tenido problemas por el hecho de ser mujer a la hora de desarrollar su trabajo. «En los hospitales no hay diferencias. Aquí somos mayoría».

Susana Sancho, por su parte, asegura que la gente, el personal, la dirección y los pacientes, lo tienen asumido, aunque admite que la escasa presencia de féminas del mundo de la medicina en altos cargos o su escaso reconocimiento en premios como los Jaime I es algo que tiene los días contados. «Es algo que arrastramos desde hace décadas, hay pocas mujeres en cargos importantes. Pero afortunadamente eso es algo que está cambiando. Poco a poco llegará un punto en que se invertirán las cosas, es de sentido común, porque somos más». La siguiente generación, apostilla Lidón, «sabrá conciliar mejor. O se les permitirá más».

Ambas aclaran que la labor del equipo de Coordinación de Trasplantes fracasaría sin la colaboración y coordinación con el resto de especialidades del hospital, y ahí es donde el diálogo se convierte en la herramienta fundamental.

Este centro fue el que realizó en enero de 2008 el primer trasplante renal de donante en asistolia de la Comunitat Valenciana. Desde entonces, este hospital público valenciano, cuyo programa de trasplante renal cumplirá 21 años el próximo 1 de noviembre, ha realizado 44 trasplantes renales con órganos procedentes de donantes a corazón parado. De hecho, este mismo año, un 33 por ciento de los 50 trasplantes de riñón que se han efectuado en sus instalaciones ha sido gracias a la donación en asistolia controlada (en España la media es del 22 por ciento). Asimismo, en 2016, realizó 62 trasplantes de riñón (cinco de ellos de donante vivo), 30 de progenitores hematopoyéticos y 21 de córnea.

«Hay armonía en el equipo», celebra la enfermera. Tanta, que cuando hay algo importante que celebrar se queda para tomar cervecitas. La de la primera extracción de órganos de un donante en asistolia controlada sigue pendiente.

quirófano como tradición

El vínculo se extiende más allá de los equipos médicos hasta los pacientes y sus familias. De hecho, a veces incluso se hereda. Según relata Lidón, existen determinadas enfermedades genéticas que atacan al riñón, así que es frecuente que varios miembros de una misma familia acudan a este servicio. «Para algunos es una tradición pasar por quirófano (bromea). Con ellos hay unos lazos muy especiales. Por ejemplo, tuvimos a un abuelo que estuvo en diálisis y años después le realizamos un trasplante a su nieto».

¿Cómo llevan la espera? «Los que llevan mucho tiempo, con ilusión. A los que se les ha diagnosticado hace poco, con un poco más de miedo», explica Sancho.

Lidón cuenta con una sonrisa en los labios las muestras de agradecimiento de los enfermos. «Tenemos un paciente que estuvo muchos años sometido a diálisis y cada año, cuando se cumple el aniversario de la fecha de su trasplante nos envía un flor a cada miembro del equipo».

Ella insiste en que a los que hay que dar las gracias es a los donantes y a sus familiares, por ello no le extraña el emotivo ritual que cada año lleva a cabo un superviviente, que celebra su nuevo cumpleaños con una misa en honor a la persona gracias a la cual sigue vivo. «Estarán siempre agradecidos».