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Acabar con el «yo pago, yo exijo»

La Razón
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Los anuncios de prostitución que aparecen en los vehículos no dejan de tener un punto invasivo para el ciudadano. La prostitución, que creo que es lo opuesto al amor, tiene varias lecturas. En la prostitución hay un cliente, es prostituir el amor, y también el sexo, porque no hay igualdad. Además, la idea que se da a los niños sobre lo que es un cliente con la publicidad puede ser muy negativa para ellos. No me gusta el sistema clientelar de «yo pago, yo exijo». Se trata de un sistema dañino moralmente porque no se trata de una relación entre iguales. Debemos enseñar a los menores que el sexo es algo natural, bello, agradable y humano, distinto a lo que se ofrece en estos anuncios. Deben entender el respeto al otro, su individualidad. Abro otra puerta a la reflexión: ¿qué pasaría si desapareciera la prostitución? ¿Habría más violencia en el hogar? Detrás de este tipo de prácticas hay todo un submundo que debe regularse para que se desarrolle en lugares con inspecciones sanitarias y económicas para evitar en todo lo posible todo lo colateral a ella que es dañino para la sociedad.