Infraestructuras

Aniversario en ruinas

Un año después del desalojo masivo de 350 okupas y de las promesas de rescate de la Complutense, el mítico San Juan Evangelista es un colegio fantasma.

Aniversario en ruinas
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Un año después del desalojo masivo de 350 okupas y de las promesas de rescate de la Complutense, el mítico San Juan Evangelista es un colegio fantasma.

Hoy, donde había zonas ajardinadas, hay desiertos cubiertos por un aire espeluznante que los vuelve dignos de un plató de rodaje de cine de terror. Y lo mismo el gigante mudo en el que, hace no tanto, cientos de jóvenes estudiantes compartían una de las etapas más enriquecedoras de su vida: la universitaria. Por sus pasillos ya sólo corre el viento, que entra con fuerza por sus ventanas sin cristal, rompiendo con su silbido el silencio reinante en este edificio fantasma. Porque, por más que nos pese, en el número 4 de la Avenida Gregorio del Amo ni siquiera se presiente el ambiente estudiantil que algún día existió; al contrario, la Ciudad Universitaria de Madrid parece morir en este punto en el que no quedan más que resquicios de lo que, por la fuerza, acabó por convertirse en un nido de ocupaciones ilegales. Cadenas sellando las puertas de entrada, paredes pintadas con mensajes vacíos, una cafetería sin ruido en la cocina... Y lo peor, no hay ni rastro de la música. Ni jazz, ni flamenco. Nada. ¿De verdad es éste el escenario en el que el Colegio Mayor San Juan Evangelista merece celebrar sus 50 años de vida, su medio siglo de historia?

«No, claro que no», que respondería cualquiera vinculado de una forma u otra con la Universidad Complutense de Madrid (UCM); de hecho, lo reconocerían también desde la Obra Social de Unicaja; pero, sobre todo, eso sería lo que diría –casi desesperado– todo madrileño capaz de valorar un bien inmaterial como el gestado entre las paredes del «Johnny».

Desde que el San Juan Evangelista abrió sus puertas en 1966, no ha habido quien se atreva a cuestionar la labor social que ha desarrollado el colegio mayor durante sus 48 años de funcionamiento enriqueciendo a cada uno de sus residentes con una experiencia formativa más allá de lo estrictamente académico. Y sin embargo, a poco más de un mes de cumplirse el primer año desde el desalojo del edificio, éste que es comúnmente más conocido como el «Johnny», no sólo sigue cerrado a cal y canto, sino que, además, parece sumido en el olvido.

Pero, si todas las partes coinciden en que el San Juan Evangelista debería reabrirse, ¿qué impide cualquier movimiento en favor de su resurrección?, ¿por qué un año después de acabar con la crisis de los okupas que habían tomado el colegio mayor sigue sin cambiar nada?, ¿es que dos años después del cierre del «Johnny», la UCM y Unicaja no han sido capaces de ponerse de acuerdo? Desgraciadamente, así parece ser: «No hay avances de cara a la reapertura; hay negociaciones, sí, pero no avances», afirman sin demasiado entusiasmo fuentes de la universidad.

El principio del fin del «Johnny» comenzó a urdirse durante el verano de 2009, cuando las carencias estructurales de esta edificación con capacidad para más de 400 estudiantes comenzaban a ser insostenibles y a cobrarse en bajas de residentes curso tras curso. Así pues, Unicaja –que a través de su Obra Social, era la encargada de gestionar la residencia estudiantil– anunció la necesidad de cerrar el colegio mayor durante el curso 2009/2010 para poder llevar a cabo las obras de remodelación que exigía el edificio. Pero, temiendo como se temió que aquel movimiento sólo fuera una excusa de Unicaja para echar el cierre definitivo, comenzaron a sucederse los actos de protesta, siendo uno de sus mayores activos la Fundación San Juan Evangelista. De hecho, fue esta asociación de antiguos colegiales la que logró que el asunto trascendiera hasta llegar a la Asamblea de Madrid, pues en la sesión del día 19 de julio de 2009, los tres grupos parlamentarios –que entonces eran PP, PSOE e IU– «apoyaron reclamar la implicación y el compromiso de las administraciones competentes para garantizar la continuación de dicho centro». Y el «Johnny» venció la batalla.

Sin embargo, para desasosiego de los amantes de este icono madrileño, aún quedaban años de guerra: el 29 de julio de 2014 Unicaja abandonó unilateralmente el Colegio Mayor San Juan Evangelista, al tiempo que presentaba un recurso contra el acuerdo con la UCM por el que se prorrogaba 25 años más la concesión de explotación de la residencia de universitarios. Era el fin del «Johnny», quizás sólo un punto y aparte para los más optimistas, pero un punto y final para los más realistas que, dos años después y viendo la «situación de bloqueo» en la que sigue inmerso el futuro del colegio mayor –tal y como recalcan fuentes directas de la UCM–, parecen estar más en lo cierto.

Por si su desgracia no fuera ya suficiente, la realidad en torno al «Johnny» siguió enturbiándose con la llegada de una ola de okupas que pronto se hicieron con todo el edificio, hasta que, el 18 de noviembre de 2015 un dispositivo de 600 policías consiguió sacar a los más de 300 residentes ilegales que, a su paso, devastaron las instalaciones del inmueble. Claro que, de poco o nada habría servido aquella actuación de no ser porque la Complutense se comprometió a proteger el San Juan Evangelista de nuevas ocupaciones invirtiendo unos 50.000 euros al mes en servicios de seguridad. Es decir, que la Universidad ha gastado ya más de 500.000 euros en un colegio mayor que, debido a las demandas cruzadas entre la UCM y Unicaja –ahora mismo centradas en quién debe asumir los gastos de reforma del edificio–, no da ningún servicio a la comunidad universitaria.

Y así, por donde ha pasado «todo el mundo que ha tenido algo que decir» –como afirmó el cantautor y poeta Pablo Guerrero cuando el «Johnny» peligró por primera vez–, ya no pasa nadie, ni habla nadie, ni canta nadie. Porque el que era el colegio mayor más asequible para los bolsillos a la vez que el más enriquecedor para el espíritu ya no podrá celebrar su medio siglo de andadura.