Estreno teatral

Carmena hace añicos el sueño teatral de Madrid

El Ayuntamiento de Madrid presenta hoy la programación de las Naves 10 y 11 que dejarán de acoger teatro convencional para albergar performances y «contenidos de vanguardia». El sector, «de luto», denuncia que se van a reducir sus posibilidades de trabajar.

Operarios municipales retiraban ayer el nombre de Max Aub de una de las Naves
Operarios municipales retiraban ayer el nombre de Max Aub de una de las Naveslarazon

El Ayuntamiento de Madrid presenta hoy la programación de las Naves 10 y 11 que dejarán de acoger teatro convencional para albergar performances y «contenidos de vanguardia». El sector, «de luto», denuncia que se van a reducir sus posibilidades de trabajar.

La temida escisión del Teatro Español y las Naves del Matadero es ya un hecho. La Sala Grande y la Sala Pequeña, rebautizadas respectivamente por el ex director de la institución Juan Carlos Pérez de la Fuente como Sala Fernando Arrabal y Sala Max Aub –en homenaje a dos importante autores que han tenido mayor reconocimiento fuera de nuestro país que dentro de él–, pierden de nuevo su nombre propio y pasan a denominarse de manera genérica «Naves Matadero. Centro internacional de Artes Vivas».

Pero mucho más polémico que el cambio de nomenclatura está siendo el hecho de que, con él, el Ayuntamiento desvincula este espacio definitivamente de la actividad teatral convencional a la cual estaba dedicado, destinándolo ahora a «laboratorio de creación actual interdisciplinar» con un «carácter innovador y experimental». Entendiendo que se cierra así un lugar de especial relevancia para la creación y la exhibición teatral, que ofrecía unas posibilidades inigualables a los creadores por su moderna arquitectura, su amplitud (5.900 m2) y su funcionalidad, la profesión lleva ya un tiempo de uñas a la espera de que Mateo Feijoo, nuevo director de estas Naves Matadero, explique hoy claramente qué es lo que se va a programar aquí a partir de ahora. La única palabra que ha corrido velozmente de boca en boca, y que según muchos define lo que espectador podrá ver en un futuro próximo, es «performance». Y eso preocupa, y mucho, en un sector que ve así como se reduce la producción estrictamente teatral y, con ello, sus posibilidades de trabajar. Porque, si bien todo el mundo tiene claro que el teatro es un arte aglutinador, que puede contener variadas disciplinas o artes escénicas, todos en esta profesión parecen coincidir también en que la performance no es del todo teatro o, al menos, no ocupa más que una parte minúscula dentro de lo teatral. Desde Madrid Destino niegan que el teatro vaya a perder protagonismo aunque sí reconocen que las Naves tendrán una identidad centrada en contenidos de vanguardia, en los procesos creativos y en las novedades de la escena contemporánea.

«Creo que lo interesante hubiera sido sumar y no restar –afirma Juan Carlos Pérez de la Fuente–. Se podían haber abierto otras naves que hay en el Matadero y que están cerradas para estos otros usos. Este es un espacio ya referencial del público madrileño de teatro. Se tarda mucho en crear un público, ¿y ahora lo vamos a echar todo abajo otra vez? Además..., eso de llamarlo artes vivas... Dejémonos de nombrecitos y hagamos, simplemente, buen teatro».

Y, si ya era bastante notorio el malestar de las gentes del teatro con la situación, y así se lo expresaban a la prensa cuando coincidían con ella en los vestíbulos y ambigús de las salas de la capital, ahora las redes sociales también han empezado a servir de altavoz a la disensión y algunos actores han empezado a expresar claramente su desacuerdo con el nuevo uso de las Naves. Especialmente comentado ha sido el tuit de Blanca Portillo: «Los amantes del teatro estamos de luto #noalcierredelasnavesdelespañol». Pérez de la Fuente no puede sino ver la situación con «tristeza y escepticismo»: «Yo recibí una herencia maravillosa de Mario Gas. Es un espacio único, genial, hecho en el siglo XXI para hacer teatro del siglo XXI. Hasta ahora ha sido un lugar donde convergían todos los creadores y profesionales; un lugar para crear y mostrar el teatro que se hace hoy. Me parecería muy triste que nos olvidásemos de nuestros autores, y que dejásemos fuera a toda la gente dedicada al teatro de un lugar que es suyo. Les estamos quitando su espacio».

Fue Mario Gas en su etapa de director del Teatro Español quien promovió la construcción de estas naves que él mismo inauguró en 2007 y que permitieron a la institución situarse a la vanguardia de la exhibición, al contar con dos espacios tan diferenciados, cada uno de ellos dividido a su vez en dos salas, que resultaban igualmente privilegiados para la representación teatral. Por un lado, quedaba en el centro de Madrid el histórico Teatro Español, y su Sala Pequeña –renombrada luego Margarita Xirgú–, con una disposición «a la italiana» apropiada para los montajes de factura más clásica; y, por otro lado, se creaba en el Matadero un nuevo escenario en la línea de los teatros europeos y americanos más modernos, que favorecía la innovación en la forma de presentar el hecho teatral ante el espectador. Un espacio teatral que, con la continuidad que le dieron sus sucesores al frente del Español, había logrado convertirse en un referente cultural, tanto para el espectador más inquieto y exigente como para los propios profesionales del teatro, que, ya fueran jóvenes o veteranos, por aquello de que el teatro se hace siempre en el más inmediato presente, soñaban con ver aquí representados sus últimos trabajos.