Madrid

Carmena ignora a El Rastro

Los comerciantes denuncian la proliferación de puestos ilegales de ropa usada en el mercadillo. Esperan una respuesta de la alcaldesa, a la que se dirigieron por carta el verano pasado y que aún no los ha recibido. Exigen la dimisión del concejal de Centro, al que pidieron más seguridad, por «dejación de funciones»

Los tenderos de El Rastro denuncian que las prendas que se ofrecen en algunos puestos «alegales» no cumplen con la normativa sanitaria
Los tenderos de El Rastro denuncian que las prendas que se ofrecen en algunos puestos «alegales» no cumplen con la normativa sanitarialarazon

Los comerciantes denuncian la proliferación de puestos ilegales de ropa usada en el mercadillo. Esperan una respuesta de la alcaldesa, a la que se dirigieron por carta el verano pasado y que aún no los ha recibido. Exigen la dimisión del concejal de Centro, al que pidieron más seguridad, por «dejación de funciones»

Mario Agreda recita de memoria un número: el 915882319, que le conecta directamente con el área de cultura de la Junta Municipal del distrito Centro. Agreda es el presidente de la Asociación de Comerciantes del Rastro de Cascorro y desde hace años ha defendido los intereses de los tenderos del histórico mercadillo de la capital frente a las diferentes corporaciones políticas que han ocupado el Ayuntamiento de Madrid. En los últimos tiempos, sin mucho éxito.

El pasado verano el representante de los comerciantes mantuvo una reunión con los concejales del distrito Centro y el responsable de Seguridad, Jorge García Castaño y Javier Barbero. Una cita que se alargó durante más de tres horas y en la que, según Agreda, se pusieron sobre la mesa varias cuestiones que, posteriormente, nunca han llegado a ejecutarse.

La Asociación Intercultural del Rastro de Madrid acudió al encuentro con los responsables municipales con una carta con los seis principales problemas que tiene actualmente el mercado. Los peores: el incremento de bandas que circulan con billetes falsos de 20, 50 y 100 euros, el aumento del «abuso –dicen– de alquiler de puestos por particulares», y, sobre todo, la proliferación de los puestos ilegales de ropa usada. No se refieren a las tiendas de ropa vintage o prendas nuevas que sí abonan puntualmente sus impuestos y cuyas prendas pasan los controles de calidad, sino a los puestos alegales –que no han sido traspasados, según los comerciantes, de acuerdo con la normativa que rige El Rastro– y en los que, según denuncian los afectados, se vende la ropa sustraída de los contenedores que diversas ONG tienen repartidos por las calles de la capital para recoger prendas destinadas a los más necesitados por apenas un par de euros. Unos «comerciantes» que anuncian en sus puestos sin ningún complejo que tienen ropa de las cadenas textiles españolas más conocidas y advierten a sus clientes potenciales de que «no se cambia». Agreda asegura que no tienen competencia porque venden cada artículo «por uno o dos euros» y que pueden meter al histórico mercadillo en un problema sanitario porque «esa ropa usada no pasa por los controles obligatorios de sanidad».

Además de en puestos dispersos por todo el mercado, la plaza del General Vara del Rey, justo frente a la iglesia de Mensajeros de la Paz, es otro de los puntos en los que, según los comerciantes, se apostan los vendedores ilegales que, haciendo caso omiso de las advertencias policiales, regresan a su punto de venta con su «mercancía» en cuanto la Policía Municipal se da media vuelta.

Por todo esto, los tenderos exigieron a Barbero y a Castaño que doten a la Policía de las listas actualizadas de vendedores y actúen con mayor contundencia o, con al menos mayor seguimiento, con los de Vara del Rey. «Ahora hay menos agentes vigilando El Rastro para que se cumpla la normativa reguladora, ellos mismos nos dicen que no son suficientes para ir pidiendo las tarjetas y comprobar si los puestos son legales o ilegales», relata Agreda.

Todos estos problemas, a los que se une una mala señalización que tiene despistados a los conductores y a la rebaja de grúas (ahora sólo hay una operativa en la zona los domingos por la mañana, según los comerciantes) para retirar los vehículos que ocupan el espacio reservado a los puestos, o el mal estado de las aceras –cuyos socavones provocan que los ciudadanos se tropiecen– ha provocado que la asociación que representa Agreda ya se plantee pedir el cese del concejal de Ahora Madrid en Centro. «Nunca, con ningún partido político, El Rastro estuvo tan mal como ahora. Está más sucio y descuidado», lamenta, al tiempo que explica que el concejal de distrito «baja la cabeza y aparta la mirada cuando nos encontramos» para evitar afrontar sus reivindicaciones. «García Castaño dice que tiene miedo de meterse con El Rastro de Madrid. Vamos a exigir su renuncia por dejación de funciones», asegura. Y aunque en las últimas semanas una persona de la junta municipal sí ha accedido a reunirse de nuevo con los comerciantes, a raíz de que la multinacional sueca anunciara la apertura de una tienda efímera en un local de la calle San Cayetano, de nuevo no se han producido cambios. El mini-Ikea abrió sus puertas el pasado jueves y, ayer, en su fachada azul ya podía leerse en una pintada el malestar del que los comerciantes han estado tratando de hablar con el Ayuntamniento: «Los muebles de El Rastro molan más», reza una de las frases con las que el nuevo comercio ha sido vandalizado este fin de semana.

La situación ha llegado a tal extremo que los comerciantes ya no consideran que sus problemas pueda resolverlos sólo el edil de Centro. Al día siguiente de su reunión con los concejales, la asociación de comerciantes remitió a la alcaldesa Manuela Carmena una carta en la que quedaban recogidas todas sus peticiones. De nuevo, como ya les ocurriera con los ediles, la alcaldesa también ha hecho «oídos sordos». No les ha contestado. Sólo, dicen, el concejal del PSOE Antonio Miguel Carmona se comprometió con ellos a crear un grupo de trabajo y encontrar soluciones a sus problemas. Eso, lamenta Agreda, fue antes de que el PSOE le sustituyera en la portavocía. Desde entonces, denuncian los comerciantes, el Ayuntamiento ignora al Rastro de Madrid.