Coslada

Correr en la vía pública y otras normas que incumple sin saber

Las viejas ordenanzas indican que no se puede esperar el autobús fuera de la parada ni tirar las cáscaras de pipas al suelo.
Las viejas ordenanzas indican que no se puede esperar el autobús fuera de la parada ni tirar las cáscaras de pipas al suelo.larazon

A muchos ha sorprendido el borrador de la nueva Ordenanza de Convivencia Ciudadana en el Espacio Público que entrará en vigor a comienzos de 2014 en la ciudad de Madrid. Sin embargo, en esta normativa tan sólo se incluyen cuatro novedades –discriminación, mendicidad, servicios sexuales y traslado de toxicómanos– que suponen apenas un pequeño porcentaje del total. De hecho, la ordenanza refunde en un único texto las normas de comportamiento promulgadas por el consistorio en los últimos 60 años y que, sin saberlo, incumplen a diario miles de madrileños.

Un ejemplo es regar alegremente las plantas sin preocuparse de si molesta a transeúntes y vecinos o si ensucia la calle, lo que acarrea una multa de hasta 750 euros y que está contemplado como comportamiento indebido desde la Ordenanza Municipal de Policía Urbana y Gobierno de la Villa (1948). Ahora es también una infracción grave dejar las macetas muy sueltas, por el peligro que atañe que caigan sobre un transeúnte. Lo mismo se aplica a sacudir por la ventana alfombras, manteles o prendas de ropa, que, además, no se pueden tender en los balcones con vistas a la calle.

Desde los años 40 se regula a su vez el comportamiento de las mascotas, especialmente en cuanto a los excrementos que, si bien antes se podían depositar en las alcantarillas, ahora se obliga asu recogida gracias a que una de cada cinco papeleras cuenta con bolsas sanecan gratuitas. También está prohibido desde entonces que los animales vayan sueltos por los parques salvo en las zonas habilitadas para ello y, en los jardines que no cuenten con las mismas, lo podrán hacer entre las 20:00 y las 10:00 en invierno y entre las 22:00 y las 10:00 horas en verano. La nueva ordenanza recoge casi literalmente este aspecto de la de 1948 y añade que los animales domésticos no pueden beber directamente de las fuentes de agua potable para consumo humano.

Cuestiones que parecen de civismo básico se reflejan en la normativa actual una vez más puesto que parece que, en sesenta años, hay quien no ha aprendido que no se puede orinar ni escupir en la vía pública, arrojar basura como cáscaras de frutos secos o colillas. Lo mismo ocurre si la basura se queda en las paredes o en las farolas, puesto que está prohibido pegar carteles desde los años 40. Eso sí, la nueva norma obvia la prohibición de criar gallinas y aves de corral en la calle, que sí contemplaba la anterior ordenanza.

Ni correr, ni saltar

En total, el texto que se aprobará entre enero y febrero derogará por repetición varios artículos de al menos cinco ordenanzas vigentes pero mantiene la vigencia de todos aquellos artículos que no contradigan lo dispuesto en la nueva norma. Así, los madrileños seguirán sin poder correr y saltar por la vía pública cuando al hacerlo se moleste a los viandantes, aunque se esté a punto de perder el autobús. Además, sólo se puede esperar a este transporte público en la demarcación de la marquesina, ni un metro más allá o el conductor puede no parar. También se prohiben las aglomeraciones que interrumpan la circulación por la acera, frente a teatros o iglesias –se case quien se case–.

De hecho, para respetar el tránsito por las aceras tienen preferencia para circular por el interior las personas que lo hagan en la dirección de la mano derecha. Igualmente, los únicos vehículos que pueden circular por la acera son las sillas de ruedas y los carritos de bebé, ni bicicletas, ni monopatines, ni patinetes que, además, los patinadores tienen prohibido desde hace décadas hacer acrobacias, salvo en las instalaciones deportivas destinadas a tal fin.

Desde 1989 no se puede beber en la calle ni cocinar o hacer fogatas en lugares no autorizados desde mucho tiempo antes. Estas normas se extienden a todos los que quieran acampar, ya sea por una protesta o en una zona ajardinada junto a la M-30 a falta de un lugar donde vivir, en cualquier rincón de la capital, con extensión a aquellos que utilizan los bancos o el mobiliario urbano como improvisadas camas. Y, si nos remontamos a las primeras normativas de convivencia, las riñas en general están prohibidas, así como gritos, cánticos desacompasados –si canta bien también está prohibido– y las serenatas. Madrid no es lugar para románticos ruidosos.

Cacas a domicilio

Pero la capital no es la única ciudad de la región que tiene ordenanzas cuanto menos curiosas. La pasada primavera, el municipio de Brunete se dedicó a devolver en lindos paquetes a sus dueños los excrementos no recogidos de sus animales de compañía. En Alcalá de Henares se multa con 3.000 euros a quienes practiquen sexo en la calle, sea con una transacción de por medio o no, y lo mismo sucede en Coslada, donde si el servicio sexual se realiza junto a un colegio, la multa también alcanza los 3.000 euros.