Restaurantes

Delicias en el hall de un hotel

Exquisitos productos seleccionados por Abel Valverde y una estudiada carta de vinos diseñada por David Robledo son la exitosa propuesta del «wine bar» Tablafina.

Iván Arévalo es el responsable de que siempre queramos volver a este espacio
Iván Arévalo es el responsable de que siempre queramos volver a este espaciolarazon

Exquisitos productos seleccionados por Abel Valverde y una estudiada carta de vinos diseñada por David Robledo son la exitosa propuesta del «wine bar» Tablafina.

¡Lo que nos gusta comer, siempre que sea bien, en una barra! Sobre todo, porque la experiencia es positiva cuando el tiempo se cuela entre los ingredientes a tener en cuenta en un almuerzo, como es nuestro caso de hoy. Pero, ojo, el espacio, cuidado e informal, cuenta con unas mesas con vistas al Prado. Les cuento, Tablafina es el nuevo «wine» bar, situado en el mismo hall de la recepción del hotel NH Nacional, un concepto «gastro» nacido con la idea de trasladarse a otros rincones de la citada compañía. La apuesta está asegurada. ¿El motivo? Cuenta con el asesoramiento culinario de dos grandes. Ellos son Abel Valverde y David Robledo, jefe de sala y sumiller de Santceloni (dos estrellas Michelin), reconocidos ambos con el premio nacional de gastronomía, cada uno en su oficio.

Pero vayamos a lo que nos interesa, al arte del tapeo del que aquí disfruta el comensal. Una cocina rica y fácil en la que el producto de temporada, con denominación de origen, es el único protagonista. No queremos artificios que lo puedan llegar a estropear. Para abrir apetito, jamón ibérico con su pan, aceite de oliva virgen extra y tomate, latas de la Real Conservera (berberechos, almejas...) y encurtidos. Protagonistas son también los quesos, tanto nacionales (no faltan los de la Quesería Cultivo) como internacionales, seleccionados por Valverde y exhibidos en medio del salón en una vitrina como joyas gastronómicas que son. Junto a ella, el rincón en el que descansan las diferentes botellas de vino recomendadas por Robledo al lado del dispensador para servirlo por copas. Muy recomendables son los pequeños molletes de calamares fritos alegrados con una mayonesa de ajo negro, la ensaladilla rusa de atún, servida sobre una corteza de trigo, las croquetas y los callos madrileños, que nos llegan en una mini-cazuelita con su compango. Buenísimos.

Pero ahí no termina la cosa, ya que los paladares amantes de la micología tendrán una otoñal propuesta, formada por diferentes platos con setas de temporada. Entre ellos, croquetas de rebozuelos, el carpaccio de boletus con parmiggiano regianno de treinta meses, el guiso de judiones y perrechicos con pollo de corral y el bacalao confitado con emulsión de trompetas de la muerte. Las mismas recetas que completan el menú tapeo (32 euros más IVA) con algunas más, como la deliciosa cazuela de alcachofas y níscalos y la ensalada de setas escabechadas con granada y escarola: «Observé una ausencia de bares de hotel, antaño con un gran prestigio en las grandes capitales del mundo», comenta Valverde al explicar cómo surgió este nuevo concepto de negocio, que nace con el objetivo de atraer al huésped, pero también al cliente poco acostumbrado a entrar en un hotel para disfrutar de una rica cocina de temporada.