Vivienda

Desalojados por peligro de derrumbe siete edificios de la Milla de Oro

El Ayuntamiento se disponía a demoler el 46 de Lagasca, en el que se construían pisos de lujo, después de que la propiedad se negara a hacerlo

Los bomberos desalojan varios inmuebles próximos, tras el derrumbe del edificio en obras en la calle Lagasca 46
Los bomberos desalojan varios inmuebles próximos, tras el derrumbe del edificio en obras en la calle Lagasca 46larazon

El Ayuntamiento se disponía a demoler el 46 de Lagasca, en el que se construían pisos de lujo, después de que la propiedad se negara a hacerlo.

La amenaza de derrumbe de un edificio del barrio de Recoletos, en el distrito de Salamanca, obligó ayer a Bomberos y a personal del Ayuntamiento de la capital a desalojar a los vecinos de siete inmuebles pasadas las dos de la tarde. El foco del problema estaba localizado en el número 46 de la calle Lagasca. En ese mismo punto, el pasado 8 de noviembre perdió la vida un obrero al quedar atrapado entre los escombros tras un derrumbe del forjado interior. El trabajador fallecido estaba trabajando en una obra de la quinta planta cuando la estructura interior cedió. El inmueble estaba siendo reformado para construir pisos de lujo.

Tras este suceso, la Dirección General de Control de Edificación del consistorio inició una investigación y declaró el estado de ruina física inminente del edificio. Comunicó a la propiedad y la empresa constructora que debían proceder a su demolición. Sin embargo, obtuvieron un «no» como respuesta. La empresa propietaria del inmueble comunicó que no llevaría a cabo la demolición. Esto obligó al Ayuntamiento a asumir estos trabajos para garantizar la seguridad de los vecinos de este entorno. De hecho, el consistorio, a través de la web municipal, había anunciado que la calle Lagasca, entre Goya y Hermosilla, permanecería cortada al tráfico desde esta semana y hasta el próximo mes de marzo para proceder a la demolición.

Sin embargo, todas estas previsiones se precipitaron ayer, cuando, a las 10 horas, comenzaron a caer dentro del edificio cascotes y elementos estructurales. El riesgo de colapso era evidente. La situación obligó a desalojar otros siete edificios situados en las inmediaciones. En la calle Lagasca, abandonaron sus casas los vecinos de los números 33, 35, 37 y 48. En la calle Goya, los inmuebles desalojados fueron los números 25, 27 y 29. Fuentes municipales informaron de que se trata de un centenar de personas, de las que nueve solicitaron al Ayuntamiento una solución de realojo hasta que puedan regresar a sus casas. Estos nueve vecinos fueron trasladados, tras las gestiones del Área de Equidad, a un hotel de la capital.

La decisión de evacuar a estos vecinos se ha tomado tras constatarse la existencia de nuevos derrumbes y, especialmente, tras analizar los daños sufridos en la grúa-torre implantada en el interior de la finca. Los siete edificios colindantes desalojados se encontraban, precisamente, dentro del ámbito de trayectoria afectado por un eventual vuelco de la grúa.

«¿Qué película se está grabando aquí?»

El desalojo sorprendió a los vecinos de la zona. Al paso por la calle Goya con Lagasca, la pregunta era inevitable: «¿Qué película se está grabando aquí?», lanzaba al aire una viandante impresionada por las cámaras arremolinadas frente a la imponente imagen de una grúa rascando las nubes sobre el número 46 de la calle Lagasca. «Esto es real, señora», respondía al momento el conserje de uno de los edificios en peligro desdibujando de un soplo la sonrisa de la curiosa. Como a ella, la noticia pilló por sorpresa a muchos habituales de la zona, como son varios clientes de los locales sobre los que se erigen las viviendas desalojadas; así, los que pretendían pasar una tarde de compras, ojeando sus tiendas favoritas, tuvieron que cambiar de planes al toparse con la calle cortada. «No me puedo creer lo que estoy viendo, ¡hace una semana comí en un restaurante ahí mismo!», recordaba incrédula otra paseante. Esto le ocurrió también a una mujer de avanzada edad que se había acercado al punto neurálgico tras citarse allí con un médico, y a otra más joven que, al dar con la dirección donde tenía concertada una entrevista de trabajo, se chocó con la prohibición del paso de los Bomberos y, con ella, se desvanecieron los nervios y, también, la ilusión.

Necesito mi ordenador y mis libros

Pero, realmente, estos encuentros fortuitos con el suceso eran los menos trágicos, porque los verdaderamente amargos son los de los vecinos que, por una razón u otra, horas después del desalojo seguían sin saber de su desdicha. Y es que, hubo quien, recién desembarcado de un avión, se dirigió directo a su casa sin la más mínima sospecha de que no podría dormir en ella aquella noche. «Mi mamá no sabe hablar español y no entendió bien el problema», narraba entre lágrimas una niña estadounidense del número 37 de la calle Lagasca; con tan sólo 12 años, su mayor preocupación era salvar el trimestre a unos días de que finalice: «Necesito mi ordenador y mis libros, ¡sólo eso!», pedía desesperada a los técnicos. Su vecino, también americano, trataba de calmarla al tiempo que maldecía con humor el día en que decidió alquilar su piso: «Valoré casi 25 opciones antes de mudarme», explicaba lamentando que llevaba tan sólo tres meses instalado en Madrid.

Para su tranquilidad, a todos estos despistados de última hora se les permitió entrar a sus casas para recuperar sus pertenencias, en orden, sin amontonarse y durante unos breves minutos. «¡Estoy tan feliz!», repetía en inglés la niña del 37 cargada de libros de texto y ya sin lágrimas en la cara. Y, seguramente, pronto lo estará aún más: en su casa de nuevo, de vacaciones en familia y con la satisfacción de haber superado el trimestre sin sustos.

Hasta este punto del barrio de Recoletos se trasladó el edil de Seguridad, Javier Barbero, para supervisar las actuaciones del personal municipal. También se interesó por la situación de los vecinos afectados la portavoz del PP, Esperanza Aguirre, que reclamó que se agilicen al «máximo» las labores del desmontaje de la grúa y la demolición para que los comerciantes no se vean perjudicados en su actividad y se causen las menores molestias a los vecinos. Está previsto que los primeros vecinos que puedan regresar a sus casas sean los de las viviendas situadas frente al número 46 de Lagasca.