Tribunales

El ex profesor acusado: «sólo era cariñoso con los niños»

Los primeros denunciantes relatan a LA RAZÓN el «infierno» que vivió su hijo. El colegio sostiene que no incurrió en responsabilidad de ningún tipo.

El profesor del Colegio Vallmont de Villanueva del Pardillo (Madrid) Carlos R.I (c) es juzgado hoy en la Audiencia Provincial de Madrid.
El profesor del Colegio Vallmont de Villanueva del Pardillo (Madrid) Carlos R.I (c) es juzgado hoy en la Audiencia Provincial de Madrid.larazon

Los primeros denunciantes relatan a LA RAZÓN el «infierno» que vivió su hijo. El colegio sostiene que no incurrió en responsabilidad de ningún tipo.

A las 10:17 horas entraba esposado, con paso rápido, custodiado por dos policías nacionales, cabizbajo y tapado con una capucha en la Sección Séptima de la Audiencia de Madrid el ex profesor de colegio Vallmont Carlos R., acusado de 13 delitos de abusos sexuales a menores y quien se enfrenta a una petición fiscal de 71 años de cárcel y de 93 por la acusación particular. A las 14: 45 regresaba a los calabozos, ya sin taparse la cabeza, lo que permitió ver su rostro, con barba. En esas horas, había negado todos los hechos, visualizó las declaraciones que efectuaron en el juzgado de El Escorial dos de los menores y escuchó las declaraciones de los padres de éstos, quienes relataron con todo lujo de detalle cómo sus hijos les informaron de las «cosas que les hacía» el «profesor Carlos» y de las causas por las que decidieron denunciar los hechos ante la Guardia Civil, en febrero de 2015, dos años después de los hechos que ahora se enjuician.

En su declaración, que todas las partes vinieron a coincidir en que fue «muy buena», el acusado negó de forma rotunda todas las imputaciones, y sólo reconoció que en su trato con los alumnos, niños que entonces estaban en tercero y cuarto de Primaria, se mostraba «cariñoso», pero sin que de ahí se pueda desprender que cometiera ningún tipo de abuso. Esa actitud de «cariño» era, según manifestó, igual que la de «cualquier profesor» del centro con sus alumnos. Esta opinión contrasta, sin embargo, con la tesis que sostienen las acusaciones y lo que consta en las declaraciones efectuadas en fase de instrucción, tanto ante la Guardia Civil como en el juzgado, por los menores.

El colegio, por su parte, mantiene en su escrito de defensa su disconformidad «con el relato de hechos, tanto del Ministerio Fiscal como de las acusaciones particulares, dado que los mismos no sucedieron tal como éstos reflejan en sus escritos de conclusiones provisionales. Además, al estar sólo como responsable civil, «ningún pronunciamiento procede sobre la naturaleza delictiva o no de los hechos objeto de acusación», motivo por el que, añade, «no cabe hablar de autoría ni participación de la que pueda surgir responsabilidad civil».

Una vez terminada la primera sesión del juicio, LA RAZÓN conversó largamente con los primeros padres que denunciaron ante la Guardia Civil los hechos que su hijo les dijo que sufrió por parte del acusado. Desde que los conocieron por primera vez hasta que los denunciaron transcurrieron dos años. ¿El motivo?: «Pensábamos que se iba a solucionar y que al profesor le iban a seguir –en su actitud y comportamiento– y adoptar medidas, lo que no sucedió en ningún momento».

El primer momento en que tuvieron conociemiento de los hechos fue «a finales de febrero o principios de marzo» de 2013. El padre relata que «ese día llegó del colegio, sobre las cinco de la tarde y se lo contó primero a su madre», quien escuchó cómo su hijo le dijo que «Carlos me muerde las orejas y me da besos en la boca. Se lo conté a mi marido». «Entonces vimos que era un tema muy grave y que teníamos que ir a hablar con el colegio».

Tuvieron dos reuniones con los responsables del centro, en las que les pidieron «discreción» y que no denunciaran los hechos. Sin embargo, el último viernes de enero de 2015, tras conocer por su hijo que otro alumno sufrió lo mismo que él, es cuando deciden presentar la denuncia. El último trimestre en el colegio fue, aseguran, un «auténtico infiermo» para el menor. «Le llamaban chivato, le decían que por su culpa Carlos estaba en la cárcel, le daban patadas...ahora tiene secuelas y está en tratamiento psicológico». Su máxima preocupación no es la sentencia ni la posible condena, es su hijo.