Ayuntamiento de Madrid

La Gran Vía de los olvidados

Para Manuela Carmena, los beneficios de los cortes al tráfico diseñados por su Gobierno en la Gran Vía no admiten reproches

Martínez-Almeida y Mario Gallardo, de la Sirena Verde, coinciden en señalar que «si a la gente la limitas se va a la periferia donde pueden ir más cómodamente en sus coches»
Martínez-Almeida y Mario Gallardo, de la Sirena Verde, coinciden en señalar que «si a la gente la limitas se va a la periferia donde pueden ir más cómodamente en sus coches»larazon

LA RAZÓN acompaña al portavoz del PP en el Ayuntamiento en un recorrido por el centro para pulsar la opinión de los comerciantes sobre la medida más polémica de Carmena: el cierre al tráfico de la Gran Vía. José Luis Martínez-Almeida recoge las quejas por la caída en las ventas y la falta de alternativas: «El mensaje que se está dando a la gente es que no venga por que no le va a compensar». Y advierte: «Al centro le espera un año muy malo por pura falta de planificación».

Para Manuela Carmena, los beneficios de los cortes al tráfico diseñados por su Gobierno en la Gran Vía no admiten reproches: «No hay nada más que pasearse y ver cómo están de abarrotadas las tiendas», señaló el lunes. En la misma semana en la que la alcaldesa ha hecho su particular –y triunfalista– balance del dispositivo de movilidad para el distrito Centro con motivo de la Navidad, LA RAZÓN ha acompañado a José Luis Martínez-Almeida, portavoz del PP en el Ayuntamiento, en un recorrido por la zona. En las conversaciones que mantiene con los responsables de tiendas, restaurantes y aparcamientos, enseguida se suceden las quejas que Carmena asegura no haber recibido. Y son contundentes: «La alcaldesa puede decir lo que quiera, pero esto es un desastre económico», reconoce uno de los comerciantes más veteranos del barrio. Para el líder de la oposición, el diagnóstico es claro: «El mensaje que se está trasladando a la gente es que no venga al centro porque no le va a compensar». Martínez-Almeida lamenta que el Ejecutivo de Ahora Madrid no esté dando alternativas de movilidad suficientes y que el plan para Gran Vía «no haya partido de un debate previo y un diagnóstico» como asegura que planteó el grupo popular: «Puede acabar dándose la paradoja de que los que persiguen que no se produzca la turistificación del centro de Madrid acaben consiguiendo esa turistificación porque los madrileños al final no quieran venir porque no tienen incentivos».

Poco antes de las diez y media de la mañana, Javier Quevedo, el gerente del aparcamiento de la plaza del Carmen, comprueba calculadora en mano que en este diciembre los números pintan de rojo: «Estamos mal, en un -1% respecto al año pasado y en comparación con 2015, las pérdidas son del 55%». Los días que, como hoy, están activados los cortes al tráfico, Javier traslada información sobre la ocupación del parking al área de Movilidad en tiempo real: «Estamos dando instrucciones de que tenemos 200 plazas libres. Ellos nos dicen que lo transmiten a la Policía pero al final no dejan pasar a los vehículos». Un «descontrol absoluto» que, según el portavoz popular, se debe exclusivamente a «la falta de previsión del Gobierno de Carmena, ya que los policías no pueden estar determinando si hay plazas o no y a quiénes dejan pasar». En el diseño de este dispositivo, según el gerente del aparcamiento, el Gobierno se ha olvidado de que no todo el mundo puede usar el transporte público: «Hay gente que necesita venir en coche porque tiene carritos de bebé o porque tienen una cierta edad y no se pueden meter a empujones en el Metro o subir las escaleras».

«Sólo doña Manolita»

Si bajo tierra los aparcamientos hablan de pérdidas, la situación es la misma en superficie, en plena plaza del Carmen: «El Media Markt que ha abierto ha hecho una inversión descomunal. Pero ¿te vas a llevar la televisión de 40 pulgadas en el Metro?», se pregunta el gerente del aparcamiento. No es la única tienda vacía a esa hora. En Preciados, una peletería con más de medio siglo a sus espaldas, tampoco tiene movimiento. Juan José Fernández, el director del negocio, aclara que este año está siendo un 70% peor que el pasado: «La única que vende aquí es doña Manolita. A nosotros nos ha hecho polvo. Al centro se lo están cargando cuando era lo más bonito que había en Madrid». Este comerciante es el español que más años lleva cotizando y asegura que seguirá resistiendo: «Parece mentira que el padre de Carmena tuviera una sastrería en la Gran Vía y que ella ahora se esté cargando el centro».

En Postigo de San Martín, los responsables de otro negocio familiar, Licores Madrueño, también relatan a Martínez-Almeida hasta qué punto están siendo contraproducentes los cortes al tráfico: «Todavía no hemos hecho un cálculo de las pérdidas porque no hemos cerrado pero está claro. En 2016 ya bajamos y la sensación es que este año va a menos. Se dice que viene mucha gente, pero ¿a cuántos les ves con bolsas?», asegura Mariano. A su juicio, el problema es que «la idea que se ha dado a todo el mundo es que a la zona centro no se puede llegar» y este mensaje repercute mucho en el balance de sus ventas: «La gente aquí compra cajas. ¿Y cómo se las lleva? ¿A hombros?». Son lamentos que Mariano comparte con muchos de los comerciantes del barrio: «Todos tenemos esa sensación. Mucha gente, mucho ruido y pocas nueces».

«Gran vía no es Fuencarral»

Desde el Gobierno de Carmena se defienden de las críticas recurriendo a las peatonalizaciones puestas en marcha por gobiernos del PP, por ejemplo, la de Fuencarral. Pero, ¿son comparables? El portavoz del PP cree que no: «Fuencarral ha sido un éxito como lo ha sido la peatonalización de Montera o Preciados. Pero Gran Vía no es una calle más, se crea a principios del siglo XX por una necesidad que tiene esta ciudad y es un eje de comunicación este-oeste. Tocar Gran Vía afecta al modelo de ciudad». Martínez-Almeida califica de «ensoñación» el pronóstico del delegado de Urbanismo de Ahora Madrid, según el cual el 20% del tráfico privado va a desaparecer automáticamente con estas restricciones: «Lo que no puedes hacer es obligar a las personas a que se muevan como tú quieres que se muevan sin atender a sus necesidades concretas», concluye.

Junto al comercio tradicional, otro de los sectores que se está viendo afectado es el de los restaurantes. Da buena fe de ello Mario Gallardo, responsable de la Sirena Verde, en plena Gran Vía: «Las ventas han bajado entre un 20 y un 22%». Este restaurador relata que en estas semanas han tenido cancelaciones de cenas de empresa incluso en el mismo día «de gente que no podía llegar con el coche». Defiende, frente al plan diseñado por Carmena, la libertad para que cada uno se desplace por la ciudad como crea conveniente: «Todos tenemos el derecho de venir en coche o en transporte público, en bici o poder venir andando y disfrutar de Madrid como toda la vida hemos disfrutado del centro. No hay que vetar a nadie». El dueño de otro de los negocios ya clásicos de la zona relata al portavoz popular cómo desde el año pasado, la gente «cae en picado a partir de las diez de la noche». La explicación es fácil: «La gente que viene de Alcobendas, Móstoles y Rivas, a las diez tiene que empezar a pensar en cómo se vuelve en transporte público. Por la noche, el descalabro es espeluznante».

Durante el recorrido que hace el líder de la oposición a Carmena por el barrio, el responsable de la asociación de comerciantes Preciados y Carmen, critica que no se haya aprovechado la experiencia de 2016 e incide en otro frente: «Lo que más está perjudicando es lo del sentido único de las calles. En el puente de la Constitución, ha habido mucha gente en el centro, y tenían que ir en un solo sentido; iban en manada, como si fueran en una manifestación. La zona ha pasado de ser un área comercial a una de paso para ver las luces pero no para comprar». Para Martínez-Almeida, esta medida «abunda en la idea de que es incómodo venir hasta aquí» además de generar una imagen «grotesca» de Madrid: «Oiga no venga usted al centro porque ni siquiera le dejamos pasear como usted quiere».