Cristina Cifuentes

Los 100 días de Cifuentes en el Gobierno: «Entiendo la oposición de C’s, pero a veces no es coherente»

Confiesa que prefiere llegar tarde a un sitio que negar el saludo a alguien.
Confiesa que prefiere llegar tarde a un sitio que negar el saludo a alguien.larazon

Cifuentes se niega a buscar un aspecto negativo en sus primeros 100 días en la Puerta del Sol.

Trescientas promesas electorales para ganar las elecciones, 76 acuerdos para lograr llegar a la Puerta del Sol y cien días de Gobierno después la presidenta de la Comunidad, Cristina Cifuentes, no para ni un instante. En su agenda cada media hora se registra una cita diferente, ya sea una reunión, un acto o una entrevista con un medio de comunicación. Hoy toca Pleno en la Asamblea de Madrid y después de la sesión de control, la presidenta se escapa para disfrutar del estreno de una de las medidas que con más satisfacción ha puesto en marcha en los tres primeros meses de mandato: el abono transporte joven hasta los 26 años y con tarifa plana de 20 euros. «Es que va a ayudar a muchísimas familias», comenta. Además, su hijo, uno de los beneficiarios, ya le ha alegrado el día con un mensaje que decía «20 euros, bien por la presi».

Fuera de la Asamblea, donde la crispación política a las puertas de las elecciones generales es máxima, Cifuentes coge fuerzas. Rodeada de jóvenes comenta las ventajas del nuevo abono y recuerda que, a las familias numerosas, se les aplica un descuento del 50% lo que supone un coste de diez euros por abono. Como siempre, el horario no se cumple. «No me gusta llegar a los actos saludar e irme corriendo. Me quedo, hablo con todo el mundo y me hago las fotos que hagan falta», señala para desesperación de sus colaboradores, que tratan de acelerar su partida hacia su siguiente compromiso.

En ese intercambio con los ciudadanos a través de las redes sociales y por la calle, donde cada dos por tres responde a los saludos e, incluso, guiña un ojo a quien le dice «hola», no es raro ver a un vecino preguntando por un tema concreto y muchos le dicen «me alegro de verte». «Creo que es por la actitud y la humildad. Procuro tratar bien a todo el mundo y la gente responde de la misma manera», explica Cifuentes, que comenta que los madrileños son muy comprensivos incluso cuando le reclaman algo.

Después de este paso por la calle y de tomar el pulso a los madrileños parece haber recargado las pilas. Al aliento de los ciudadanos se ha unido un café de «Starbucks». Cifuentes o «Cris», como le llaman sus colaboradores, tiene en la cabeza la ubicación de todos los establecimientos de esta marca americana que parece patrocinar todos sus actos. «El café y las chucherías me dan energía», confiesa. A su vuelta al Pleno vuelve a ponerse el escudo que se acababa de quitar frente a los ciudadanos. Sabe que le van a llover críticas de la oposición por ausentarse para presentar el abono joven. «Es que no me dejan casi ni ir al baño», se queja, aunque también confiesa que entiende la presión que ejercen el resto de grupos políticos, especialmente con las elecciones generales tan cerca. «Entiendo que Ciudadanos haga una oposición fuerte para ganar puntos pero me extraña a veces su dureza. Es incoherente apoyar un Gobierno en la investidura y después alinearse con la izquierda más radical», apunta. Su «tira y afloja» con C’s es constante y es seguramente su mayor desgaste, pero es el «hándicap» con el que ha llegado a la Puerta del Sol. Sabe además que esta relación está en el punto de mira de muchos y que la estabilidad de la que goza, basada en un duro pacto de investidura, está demostrando que PP y C’s es una marca «exportable». Un mensaje clave de cara a las generales.

Con otras críticas no es tan comprensiva. Recientemente, en el Twitter de Ahora Madrid bromearon con la falta de vacaciones de verano de Cifuentes. «Me quedé sin vacaciones para poder abrir los comedores escolares, para poder poner en marcha el abono joven y la rebaja de las tasas universitarias cuando me decían que no se podía en tan poco tiempo, y menos, en el caso de las tasas, con un decreto ya aprobado», clama.

No en vano, en su balance de los cien días subraya como objetivo prioritario y urgente de su Gobierno poner en marcha medidas para la creación de empleo y las políticas sociales. Ha cumplido 80 compromisos electorales y ha prometido dimitir si no los lleva a cabo en cuatro años. La consecuencia de esta inusual promesa es que apenas duerme cuatro horas, saliendo como pronto a las diez de la noche de la Puerta del Sol y llevándose trabajo a casa. En su agenda de día no hay tiempo para leer informes, ni contestar correos; por eso, después de desmaquillarse y a veces desde la cama aprovecha las primeras horas de la madrugada para entregarse a una de sus debilidades: las redes sociales, donde intenta responder a todos los que le hacen preguntas en Twitter.

El ritmo de trabajo diario dice que no ha cambiado mucho del que mantenía en Delegación del Gobierno, pero en la calle Miguel Ángel tenía más tiempo para trabajar en el despacho los fines de semana; ahora los actos en sábado o domingo a veces se lo impiden. Pese a este ritmo, su hija le ha hecho notar que sonríe más desde que trabaja en Sol. «Creo que es por la luz, que a mí me da la vida, y el bullicio de la Puerta del Sol, que no sólo no me molesta, sino que me estimula», confiesa, y revela un pequeño secreto: cada día casi desde la misma perspectiva, fotografía en distintos momentos lo que ve desde su ventana con el cartel de Tío Pepe al fondo. «Ya tengo una buena colección de cómo cambia la luz de la plaza cada hora», asegura.

Próximo reto: los presupuestos

En su despacho no ha cambiado nada salvo la mesa y la silla, que ha cogido de otro, ni siquiera ha permitido que pinten. Le acompañan, entre las quince cajas sin abrir que arrastró de Delegación a Génova y de ahí del grupo parlamentario a Sol, el cuadro de Tintín que pintó su marido, un dibujo que hizo su hija cuando era pequeña y los recuerdos que la Guardia Civil y la Policía Nacional le dejaron de sus años como delegada. «Tengo un casco de Bomberos, un tricornio y una gorra de la UIP, pero todavía no he tenido que usarlos con ningún consejero», bromea. Todos ellos trabajan ya en los próximos presupuestos. Su próximo gran reto, porque necesita que se lo apruebe Ciudadanos. Con un presupuesto limitado en el que la Sanidad se lleva el 45% y Educación otro 27%, a la presidenta le «frustra» no poder hacer más cosas, «problemas que siempre surgen». «Creo que en este tiempo hemos conseguido coger dirección y velocidad. Esto es una carrera de fondo de cuatro años. Hay que llegar con energía al final y no podemos parar», valora.