Ayuntamiento de Madrid

Los peligros de la Gran Vía de Carmena

Asociaciones de personas con discapacidad y de automovilistas alertan de la inseguridad de las calles sin bordillos que el Ayuntamiento quiere extender en el centro.

El perro guía de Juan Carlos Chinarro está adiestrado para pararse en los bordillos: «Si no hay, cruza».
El perro guía de Juan Carlos Chinarro está adiestrado para pararse en los bordillos: «Si no hay, cruza».larazon

Asociaciones de personas con discapacidad y de automovilistas alertan de la inseguridad de las calles sin bordillos que el Ayuntamiento quiere extender en el centro.

Los planes del Ayuntamiento de Manuela Carmena para la Gran Vía y para gran parte de las calles del centro de Madrid han hecho saltar las alarmas en varios colectivos madrileños. El concejal de Urbanismo del Gobierno municipal adelantó que este mismo año comenzarán las obras para aumentar las aceras y convertirla mítica calle en una vía de plataforma única: se eliminan los bordillos que separan la calzada y la acera. Calvo añadió que para diferenciar el espacio de los peatones del de los vehículos se colocarán bolardos móviles para flexibilizar los usos de la calle, ya que permitirán abrir uno o dos carriles al tráfico en función las necesidades.

Esta propuesta puso ayer en alerta a asociaciones de personas con discapacidad, así como de automovilistas. «Va a ser peligroso porque ni peatones ni conductores van a saber a qué atenerse si cada día puede cambiar», explica Mario Arnaldo, presidente de la Asociación de Automovilistas Europeos. Arnaldo pide por ello al Ayuntamiento que antes de poner en marcha el proyecto presenten un estudio detallado del impacto que estos cambios tendrían en la población, porque según argumenta «aún no conocemos la repercusión que tuvo el cierre de la calle durante la Navidad en la movilidad de la ciudad: no sabemos cómo afectó al tráfico en la periferia de la ciudad durante estos días en los que hay que recordar que eran de vacaciones y por tanto el tráfico no era el habitual que tiene Madrid».

Las asociaciones de automovilistas no fueron las únicas que ayer sintieron afectadas por el anuncio de la Gran Vía y sus aledaños. En el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (CERMI) y en la ONCE ya llevan tiempo prevenidos ante el previsible aumento de este tipo de calles en todo el centro. Además de convertir Gran Vía en plataforma única, Carmena tiene previsto prohibir en 2018 la entrada de los vehículos de las personas no residentes a todo el centro, como ya ocurre en los barrios de Las Letras, Cortes y Embajadores. Todo el centro será una gran Área de Prioridad Residencial (se multará con 90 euros a los no residentes que entren con el coche) y esto va a provocar que muchas de sus calles, al ser de prioridad peatonal, se conviertan en plataformas únicas de uso compartido para peatones y vehículos. «Los perros guía están educados para pararse en los bordillos, si no lo hay, cruzan», explica Juan Carlos Chinarro a este periódico. «Para las personas ciegas que llevan bastón es otro problema, porque no pueden saber si pisan calzada o acera», añade.

«Estas calles presentan lagunas de seguridad para algunos peatones debido a las dificultades tanto de orientación como de detección de otros vehículos», concluye un informe del CERMI sobre este tipo de vías de octubre de 2016.

Luis Miguel López, presidente del Consejo Territorial de la ONCE en Madrid, pone el acento en la eliminación de bordillos que hay prevista en las calles del centro que entren en la llamada Gran APR (Área de Prioridad Residencial) porque en éstas el uso de la calzada o acera continuada será compartida entre vehículos y peatones y es ahí donde surgen los problemas, sobre todo para las personas ciegas, aunque también se podrán ver afectadas otros tipos de discapacidades. Para evitar los habituales sustos y accidentes que provoca el diseño de estas vías, López pide al Ayuntamiento que utilice pavimentos táctiles, es decir, suelos con «puntitos» en relieve que pueden ser detectados por el bastón o por el calzado y que avisan de que se acerca un cruce. «Confiamos en que los cambios sean una oportunidad para introducir las mejoras en accesibilidad que necesita todo el centro», explica.

En el último tiempo, la ONCE ha expresado su preocupación por la proliferación de calles de plataforma única. En Barcelona se ha extendido por todo el centro y en Madrid, el anunciado cierre del casco antiguo a los vehículos de los no residentes, va a traer este diseño que ya existe en muchas calles a todo el casco antiguo, incluída la Gran Vía.

Este tipo de vías, según el informe de Ilunion para el CERMI, pueden llegar a suponer «nuevas barreras de accesibilidad» para peatones, que además pueden desorientar a los conductores. De hecho, según una encuesta recogida en este estudio, son mayoría los conductores (61,3%) que aseguran que es insuficiente la señalización que avisa de que el uso de estas vías es compartido entre peatones y vehículos. Para los peatones, según esta consulta publicada en octubre de 2016, tampoco está más claro: tanto aquellos que tienen discapacidad, como los que no, respondieron en un 67,4% y un 64,2% que no quedaba suficientemente diferenciada en el pavimento la zona de uso peatonal. Es por esto que desde la ONCE y el CERMI se pide al Ayuntamiento una señalización muy clara y adaptada a todas las discapacidades como las franjas de calzada táctil de puntitos, un contraste cromático alto entre estas dos zonas, espacios de cruce «formalizados», semáforos sonoros, calzadas podotáctiles y carriles bici delimitados. En Brunete, por ejemplo, ayer se puso en funcionamiento un nuevo sistema de balizas que activan los peatones cuando pasan por los pasos de cebra y éstas emergen de la carretera y emiten luces y sonidos.

Desde este colectivo apuntan además a otro problema emergente y que afecta principalmente a las personas ciegas en todas las vías, que es la proliferación de vehículos con motores eléctricos o híbridos, cuyo casi inexistente ruido del motor hace casi imposible que puedan detectar su presencia. A este respecto, desde la ONCE se pide que se disponga de un distintivo acústico que permita advertir a las personas ciegas que un coche se acerca, ya que si se trata además de una calle sin acera, el peligro aumenta.

Otra de las preocupaciones de la institución respecto a las actuaciones llevadas a cabo por el Ayuntamiento de Madrid se debe a la prohibición de acceder a las APR , a los vehículos con distintivo de movilidad reducida si el conductor no está en su interior. Desde la ONCE y el CERMI explican que muchas veces estas personas necesitan que alguien vaya a buscarlas y por tanto ellos no siempre van en el coche. Insisten en que son casos en los que el coche no es un capricho, sino «una necesidad».