Angel del Río

Madrid Arco Iris

La Razón
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El Ayuntamiento se ha volcado con las fiestas arco iris. Madrid recibe a dos millones de visitantes. Esto es histórico, y hay que aprovechar el tirón económico y promocional por la celebración del World Pride. Claro que no todos están dispuestos a sumarse. La alcaldesa, Manuela Carmena, quiere lucirse y demostrar que tenemos una ciudad segura y organizada, pero no encuentra policías municipales voluntarios para cubrir las necesidades de las celebraciones del Orgullo: la gran cabalgata el sábado, pese a pagar esa jornada como un festivo. Y algo parecido pasa en el SAMUR.

En su afán de anfitriona modelo, la alcaldesa ha eximido del cumplimiento de la Ordenanza de Protección Acústica en aquellas zonas de la ciudad donde se localizan los festejos, pasando del derecho que tienen los vecinos al descanso, y de la máxima que dice que las ordenanzas están para que se cumplan mientras que a los comerciantes de Gaztambide les sacude con la declaración de Zona de Protección Acústica Especial. Tampoco se han enganchado los conductores del Metro, que van a la huelga para que sus exigencias laborales, sean un orgullo reivindicativo. Quienes sí se han bajado del carro de la huelga a última hora, han sido los taxistas. Han pensado que no era buena idea ponerse de volantes caídos, cuando pueden hacer el negocio de sus vidas.

Habrá que ver si el desembolso que hace Madrid en estos días, queda compensado por los ingresos que va a generar la World Pride, pero sí es cierto, que algunos avispados, están haciendo su agosto en pleno mes de junio: realquiler de habitaciones, camas calientes y colchones inflables; coches particulares convertidos en taxis improvisados para llevar y traer turistas, incluso algunos que ofrecen servicio de guía turístico, para enseñar la ciudad, o un recorrido por el Madrid gay.